Sindicalistas y negros despliegan en forma inusualmente temprana sus adhesiones a la reelección del presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, a ocho meses de los comicios y a pesar de las críticas hacia a su gobierno y sus propuestas.
Clinton corteja a los grandes empresarios y respalda medidas duras contra el crimen que podrían originar injusticias hacia la población negra, pero la izquierda estadounidense considera a su Partido Demócrata la menos mala de las opciones.
El presidente obtuvo el firme apoyo de los principales dirigentes sindicales y de importantes políticos negros, como el reverendo Jesse Jackson.
Sin embargo, los simpatizantes de Clinton muestran sentimientos mezclados hacia el mandatario, quien fue durante largo tiempo líder del conservador Consejo para el Liderazgo Demócrata y fue el presidente que suscribió el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC).
Jackson llegó a asimilar muchas actitudes de Clinton con las del Partido Republicano, pero aun así intenta reconquistar para el Demócrata los votos obreros y negros de su Coalición Nacional del Arco Iris en distritos electorales clave donde fue derrotado por su adversario en los comicios legislativos de 1994.
El dirigente advirtió que la participación de unos 200.000 votantes negros podría haber evitado que los republicanos obtuvieran entonces la mayoría en las dos cámaras del Congreso.
Las prioridades de Jackson son compartidas por la mayoría de las organizaciones de trabajadores, entre ellos la Federación Nacional del Trabajo-Congreso de Sindicatos Industriales (AFL- CIO), cuyo nuevo presidente, John Sweeney, adhirió a la candidatura de Clinton la semana pasada.
"Nosotros deberemos reconquistar el control del Congreso" para forzar a los partidos a mejorar las condiciones de trabajo, dijo Ron Blackwell, del sindicato de trabajadores textiles y de confección (UNITE).
Algunos dirigentes sindicales advierten que existe una distancia entre el "nosotros" pronunciado por Blackwell y el Partido Demócrata.
Rich Trumka, vicepresidente de la AFL-CIO y antiguo líder de la radical Unión de Trabajadores Mineros, sostuvo que el apoyo prestado por el Partido Demócrata al TLC y otros acuerdos de libre comercio marcó diferencias entre ese sector político y las aspiraciones de los sindicalistas.
Pero el propio Trumka afirmó que los demócratas son la mejor opción para los sindicatos. El respaldo a Clinton será firme, vaticinó, pues el presidente, por lo menos, intenta aumentar el salario mínimo de 4,25 dólares por hora a 5,15 dólares.
El vocero de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich, favoreció las posibilidades de Clinton con su prédica conservadora, según Roberto Borosage, director del grupo de presión con sede en Washington Campaña por Nuevas Prioridades.
Con Gingrich conduciendo el ala derechista de la Cámara de Representantes y el candidato a la Presidencia Bob Dole dominando la mayoría republicana del Senado, "todos los progresistas, casi sin excepción, están unidos" en el convencimiento de imprimir un giro al Congreso, agregó.
Ron Walters, profesor de la Universidad de Howard que asesoró a Jackson en sus campañas anteriores por la nominación demócrata a la Presidencia, sostuvo que los liberales y los obreros intentarán que Clinton triunfe, pues su derrota supondría el control republicanos sobre todas las posiciones de gobierno.
Pero "si se contemplan las opciones disponibles, uno podría hasta suponer que Ross Perot o Dole podrían ser mejorer", añadió.
Una excepción al consenso en favor de Clinton en la izquierda es el defensor de los derechos de los consumidores Ralph Nader, quien podría presentarse como candidato a la Presidencia por el ambientalista Partido Verde en California, un estado crucial para las posibilidades de triunfo de los demócratas.
Las encuestas pronostican que Nader podría obtener entre cinco y siete por ciento de los votos californianos, y, en las actuales circunstancias, el Partido Demócrata no puede darse el lujo de regalar ese respaldo.
Pero Walter resta importancia al eventual impacto de la candidatura de Nader. Si Perot intentara competir en noviembre nuevamente como candidato independiente, como parece probable, lograría la quinta parte de las adhesiones nacionales, lo que disminuiría el peso del Partido Verde.
"Nader será obligado a abandonar su quijotesca carrera", pronosticó Borosage.
Como los demócratas no soportan presiones desde la izquierda, muchos analistas advierten que Clinton y su partido podrían adoptar posiciones de derecha para cortar el camino a los republicanos.
Muchas de las propuestas del presidente -uniformes escolares obligatorios, leyes contra el crimen y desarrollo de tecnologías contra la proliferación del sexo y la violencia en la televisión- proceden de la derecha.
Con la excepción de la iniciativa del secretario de Trabajo, Robert Reich, de aumentar el salario mínimo, no se registraron esfuerzos para consolidar el respaldo de la izquierda.
La dirigencia sindical confía en que se producirán cambios en esta situación en el transcurso del año electoral. Borosage pronostica que Clinton recogerá algunas de las reivindicaciones populistas que dieron vida a la breve campaña del comentarista televisivo de derecha Pat Buchanan.
Pero Walters también manifestó su temor a que Clinton apele a "carnadas raciales" como medidas contra la criminalidad negra para arrancar el voto blanco a los republicanos, y recordó en tal sentido las críticas de Clinton contra Jackson y el músico de rap Sister Souljah durante la campaña de 1992.
El catedrático sostuvo que el apoyo brindado por el presidente al endurecimiento de las condenas correspondientes a delitos vinculados con el tráfico de cocaína respecto de otras drogas supone una disparidad que castiga a los negros más que a ningún otro grupo. (FIN/IPS/tra-en/fah/yjc/mj/ip/96)