EE.UU: Salario mínimo, debate caliente de la campaña electoral

El debate acerca del salario mínimo de los trabajadores de Estados Unidos, muerto durante años, saltó de repente a la arena política y se convirtió en uno de los puntos más candentes de la campaña para las elecciones de noviembre.

Líderes sindicales recaudaron este mes millones de dólares para la campaña electoral del Partido Demócrata con el argumento de que el presidente Bill Clinton, quien pujará por la reelección, elevará el salario mínimo.

El derrotado precandidato del Partido Republicano, Pat Buchanan, que evitó referirse a este asunto en particular durante su campaña, protestó, sin embargo, contra los salarios en declive y la inseguridad laboral.

Para los sindicalistas estadounidenses, los signos son claros. Mientras se calienta el año electoral, el interés en mejorar las condiciones de trabajo y los sueldos crece a su nivel más alto en años.

"Los salarios y los despidos se ubicaron en el centro del debate, y creo que eso es muy, muy saludable", dijo John Cavanagh, analista del Instituto de Estudios Políticos con sede en Washington.

"Varios factores se conjugan para establecer que Estados Unidos está en un grave problema", sostuvo Karla Garland, vocera de la Federación del Trabajo de Estados Unidos-Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO), la más importante central sindical del país.

Garland sostuvo que la creciente preocupación con respecto al desempleo y los menguantes salarios en un álgido año electoral otorga a los trabajadores organizados una oportunidad para lidiar por un aumento.

Con esa finalidad, el nuevo presidente de la AFL-CIO, Jos para que se incremente 21,2 por ciento el salario mínimo, de los actuales 4,25 dólares por hora a 5,15 dólares.

La central sindical adhirió a la reelección de Clinton y aportó 35 millones de dólares a las campañas de distintos candidatos. El vicepresidente de la AFL-CIO, Rich Trumka, dijo que, aunque la política laboral del gobierno tuvo defectos, su esfuerzo por aumentar el salario mínimo merece respaldo.

Pero Garland acotó que los sindicatos no apoyarán al Partido Demócrata a menos que este sector acceda a mejorar los derechos de los trabajadores.

"No seremos más un instrumento de los demócratas", dijo Garland, quien destacó que la AFL-CIO también hará campaña contra candidatos de ese partido a los que acusan de antisindicalistas.

Algunos críticos afirman que las referencias a las cuestiones laborales por parte del reeleccionismo tienen el objeto de llenar el ojo.

Robert Fitch, profesor de la Universidad de Nueva York, sostuvo que Clinton respalda un aumento del salario mínimo sólo porque sabe que sus adversarios del Partido Republicano, que controlan ambas cámaras del Congreso, no lo aceptarán.

"¿Por qué no lo aumentó cuando había mayoría demócrata, entre 1993 y 1994? ¿Por qué propone el incremento cuando sabe que no tiene posibilidades?", se preguntó.

Fitch argumentó que los sindicalistas y los demócratas pretenden capitalizar los temores de los trabajadores para obtener cambios menores en el sistema, y manifestó que los dos partidos principales contribuyeron al deterioro de las condiciones de vida.

El salario mínimo está en su más bajo nivel en 46 años. Un aumento, el primero desde el aceptado por el ex presidente George Bush en 1989, no cambiará significativamente las cosas, afirmó Fitch.

Los trabajadores peor pagados no son los únicos que sufren esta situación. Doug Henwood, editor de la revista neoyorquina The Left Business Observer, sostuvo que los ingresos de los graduados universitarios están en declive desde 1993. "Hasta la clase media alta se encuentra estancada", anotó.

Henwood afirmó que la riqueza está siendo transferida del trabajo al capital, de todos los asalariados a los especuladores. Al mismo tiempo que los salarios caían, el mercado de valores registró aumentos en los beneficios durante 13 años consecutivos.

Garland admitió que los trabajadores fueron "olvidados" debido, fundamentalmente, al descenso en la proporción de sindicalizados. Pero agregó que los nuevos líderes, como Sweeney y Trumka, intentan cambios para aumentar la adhesión.

Fitch se mostró más esperanzado en el éxito de los sindicatos locales de Chicago, Nueva York, Baltimore, Milwaukee y Gary, entre otras ciudades, donde negocian salarios que tiendan a cubrir las necesidades básicas de una familia de cuatro integrantes, estimados en 15.600 dólares anuales.

El problema, según Cavanagh, es que los temores acerca del desempleo y los bajos salarios se canalicen, como sucedió en la campaña de Buchanan por la candidatura republicana, en acusaciones racistas y xenófobas contra trabajadores extranjeros. (FIN/IPS/tra- en/fah/yjc/ip lb/96)

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