Los traficantes de cocaína apelan a un método cruel para enviar la droga de Perú a los mercados internacionales, pues utilizan de correo a enfermos desahuciados, principalmente con cáncer o sida.
"Son personas para quienes la vida ya no tiene sentido, les da igual ser capturados o no, porque saben que sus días están contados. Algunos necesitan para su tratamiento" el dinero que les pagan los narcotraficantes, explicó consternado un funcionario de aduanas del aeropuerto internacional de Lima.
La primera pista surgió en junio de 1994, cuando fue detenida en el aeropuerto de Lima la ciudadada puertorriqueña Carmen Milagros Balarezo, quien llevaba un kilogramo y medio de cocaína.
Balarezo lucía muy enferma y en efecto, lo estaba. Seis meses después murió en prisión con sida.
Más tarde, las autoridades detuvieron a una inofensiva anciana, Manuela Mora. Sufría de poliartritis reumática y confesó que necesitaba el dinero para su tratamiento. Tenía un kilogramo y medio de cocaína en su poder.
La lista se fue engrosando con el transcurso de los meses. Hombres y mujeres de diferente edad, incluso ancianos a quienes las mafias utilizan a sabiendas que en Perú, la responsabilidad penal se atenúa en el caso de personas mayores de 65 años.
Pero quizá el caso mas patético fue el de Alberto Giol, de 71 años y con cáncer generalizado, quien fue detenido cuando intentaba sacar del país ocho kilogramos de cocaína de alta pureza.
Los policias que lo interrogaron se quedaron absortos. Su propio hijo propuso el "negocio" a Giol. Si lo detenían tendría derecho a la reducción de la pena de cárcel. Y, despues de todo, no pasaria mucho tiempo en prisión, pues el cáncer se lo llevaria pronto, le había dicho su hijo.
"En efecto, el código penal peruano incorporó la figura legal de protección a los ancianos y menores de edad, aplicando penas restringidas a los mayores de 65 anos y personas entre los 18 y 21 años en la comisión de delitos", confirmó el abogado Héctor Lora.
Pero "la ley no contempla la atenuación de la pena para enfermos terminales que han delinquido", y si alguno de esos enfermos es detenido por tráfico de drogas, "la pena no puede ser inferior a ocho años de prision efectiva, sin derecho a disminución", advirtió Lora.
Son muchos los "burros" (correos de estupefacientes) que han muerto en prisión, en pésimas condiciones, porque nunca recibieron el dinero prometido por las mafias, que suma entre 2.000 y 10.000 dólares, dependiendo de la cantidad de droga transportada.
"Todo esto nos lleva a demandar mayor apoyo por parte de la Corporación Peruana de Aeropuertos Civiles para hacer un seguimiento mas preciso de todas las personas que transitan por determinados aeropuertos", señaló el capitán de Aduanas Luis Otoya.
Conocido como el "sabueso" de los narcotraficantes, por los éxitos que tiene en su haber, Otoya informó que los enfermos terminales descubiertos el ano pasado intentaron sacar en total casi 40 kilogramos de cocaína de alta pureza.
"Pero, ¿cuántos kilogramos habrán salido así?", se preguntó Otoya, quien también recordó que los narcotraficantes han empleado para su contrabando desde cajas de cartón hasta contenedores perfectamente preparados para exportación y rociados con repelente para perros para impedir su detección.
Según dijo, las bandas de narcotraficantes están perfectamente organizadas y cuentan con complicidades en las terminales aéreas para eludir los controles de seguridad, más estrictos ahora que hace un par de años.
Pero la droga no sale de Perú únicament96)
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