/DERECHOS HUMANOS/ ZIMBABWE: Decir o no decir, el dilema del sida

La población de Zimbabwe está desconcertada y discute con pasión si el vicepresidente del país, Joshua Nkomo, hizo lo correcto al revelar que su hijo murió a causa del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida).

Aunque el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) que provoca el sida tiene una incidencia oficialmente reconocida de 10 por ciento en la población de Zimbabwe, la sociedad de este país es conservadora al respecto y prefiere que los enfermos y sus familias mantengan un discreto secreto.

La fórmula preferida por los medios periodísticos para referirse a alguien que murió a causa del sida, como en muchas otras partes del mundo, es que "falleció después de una larga enfermedad".

Los médicos atribuyeron públicamente la muerte del hijo de Nkomo, Earnest Thuthani, de 41 años, a "complicaciones respiratorias". Pero el vicepresidente desafió los convencionalismos y habló abiertamente de sida.

En un conmovedor discurso mortuorio que pronunció frente a la tumba de su hijo, el político de 79 años dijo que Thuthani "no está solo", pues "miles de jóvenes están muriendo por la misma causa, aunque la gente esconde la verdad".

Pero el coraje demostrado por Nkomo fue motivo de críticas por muchos en Zimbabwe.

El gerente de un local de comidas rápidas habló con IPS con la condición de permanecer anónimo. "¿Por qué alguien debería decir por ahí que yo morí de sida? Si yo lo deseara, lo diría mientras esté vivo", dijo.

Pero "yo nunca lo haría público, por consideración a mi familia. Podría afectarla, tanto a ella como a mis amigos cercanos. Es preferible que nadie sepa nada", agregó.

Estos sentimientos no sorprenden a Felicity Snowsill, asesora de la Red de Apoyo a las Mujeres con Sida. "El sida es una enfermedad sin nombre. Es una cuestión muy, muy sensible y la gente no quere hablar de ella. Como resultado, los enfermos son estigmatizados, y debemos liberarnos del estigma", afirmó.

Mike Auret, director ejecutivo de la Comisión Católica por Justicia y Paz, coincidió con el planteo. "La gente de gran estatura social debería revelar su condición para que la gente de la calle los siga", dijo.

Al mismo tiempo que algunos aplauden la decisión de Nkomo, otros especialistas la cuestionan desde el punto de vista ético.

"Es muy difícil decir que Nkomo hizo lo correcto o no, pues no sabemos si su hijo, su esposa o sus hijos deseaban que se difundiera la causa de su muerte", dijo David Chimhini, director del grupo ZimRights.

"Si Thuthani y sus familiares no están de acuerdo, Nkomo violó la privacidad de fallecido y la de quienes le sobrevivieron. Cuando se trata de sida, debemos ser cuidadosos pues la enfermedad tiene repercusiones sociales serias", explicó Chimhini.

El activista se preguntó "cómo lo habrían tomado su esposa e hijos si no lo hubieran sabido" y enfatizó que "la privacidad es un derecho que se debe respetar".

En cambio, Auret manifestó que "Nkomo es el jefe de su familia y actuó en la dirección correcta".

A pesar de la prolongada campaña de prevención contra el sida en este país de Africa meridional, la enfermedad es considerada una maldición y los portadores del VIH son vistos como parias sociales.

"Esto no ha cambiado, y debemos hacer lo posible para que la gente se abra. El sida es una enfermedad como cualquier otra. Cualquiera puede sufrirla", sostuvo Elizabeth Matenga, directora ejecutiva de la Junta Asesora de Sida.

Snowsill, en tanto, propuso "desestigmatizar la enfermedad, pero no indiscriminadamente". "Lo primero que debemos hacer es tomar en cuenta las consecuencias de estas revelaciones y respetar el respeto a la privacidad", dijo.

"Debemos considerar cómo afecta la difusión de la causa de la muerte, en casos de sida, en la familia y los niños. Las mujeres son mucho más estigmatizadas que los hombres. Podrían acusarla hasta de asesinar a sus hijos o sus maridos", manifestó Snowsill.

El sida es una tragedia sangrienta en Zimbabwe. Se registraron más de 150.000 casos desde 1984 en una poblacion de 11 millones de habitantes. El ministro de Salud, Timothy Stamps, dijo que unas 300 personas mueren cada semana por esta causa.

Alrededor de 27 por ciento del presupuesto de salud del país es empleado en la atención de enfermos como consecuencia del sida. Analistas económicos pronostican que 10 por ciento de la fuerza de trabajo en el mercado formal de Zimbabwe no podrá ser empleada el año próximo debido a la enfermedad. (FIN/IPS/tra-en/lm/oa/mj/he- hd/96)

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