CUBA: Turistas "espían" base naval de Estados Unidos

La Base Naval de Guantánamo, esa porción de tierra cubana que durante más de 35 años ha sido un polvorín a punto de estallar en el diferendo entre Cuba y Estados Unidos, se ha convertido en el objetivo de espías de "nuevo tipo".

Por el moderado precio de 100 dólares, visitantes europeos y latinoamericanos en el país caribeño acceden a la excepcional oportunidad que el grupo turístico cubano Gaviota ofrece bajo el sugestivo nombre de "Paisajes de Fronteras".

Con el sentido del humor que los caracteriza, y dentro de los esfuerzos por convertir la industria del ocio en la principal fuente de divisas de la isla, los cubanos decidieron convertir el antiguo foco de conflictos en un objetivo turístico.

El gobierno cubano pretende atraer al país un millón de turistas para el año 2.000, y para lograrlo explota playas de arenas blancas, cayos vírgenes, reservas naturales, lugares históricos, salones de conferencias y, últimamente, hasta zonas militares enemigas.

Con la perspectiva de superar los 750.000 turistas que en 1995 dejaron 1.100 millones de dólares al país caribeño, expertos locales auguran que Cuba podría convertirse en una respetable potencia turística para finales de este siglo.

"Un sobreviviente de la guerra fría, en vivo y a todo color", dicen los promotores de la idea para destacar la exclusividad mundial de la única base militar estadounidense en el territorio de un país socialista antes y después de la desaparición del socialismo en Europa.

Cómo sustraerse a la tentación de observar una base militar desde territorio enemigo y, a través de prismáticos o potentes equipos ópticos, ver el entrenamiento de los "marines" estadounidenses y sus barcos y aviones haciendo maniobras.

La tentadora oferta incluye la posibilidad de contemplar, según los expertos militares, el campo minado más denso del mundo y la demarcación limítrofe por interminables kilómetros de cercas y alambras matizadas con garitas y puestos de custodia.

La Base Naval de Guantánamo, situada desde 1903 a unos 900 kilómetros de La Habana, albergaba a principios de esta década a 3.000 militares y 4.000 civiles que vivían resguardados del territorio cubano por 70.000 minas antipersonales y antitanques.

Entre 1962 y 1990 se produjeron más de 12.500 provocaciones contra las tropas guardafronteras cubanas desde el lado estadounidense, según fuentes oficiales de La Habana.

Con una superficie de 117,5 kilómetros cuadrados, de los cuales sólo 49,4 son tierra firme, la base militar se convirtió en un campamento de refugiados que durante más de un año albergó a parte importante de los 35.000 cubanos que salieron de la isla durante la "crisis de los balseros" de agosto de 1994.

Ahora, los turistas son trasladados hasta la primera posta cubana en un helicóptero soviético, atraviesan en autobús una decena de kilómetros por un paraje semidesértico hasta Malones, una elevación de poco más de 300 metros de altura.

En Malones, el turista es recibido con música típica y cocteles elaborados a base del mítico ron cubano, para luego continuar el ascenso por túneles hacia la otra vertiente de la loma, en cuya cúspide está el mirador que ofrece el fascinante panorama de la base militar de Estados Unidos.

La oferta contempla la visita al poblado de Caimanera, de unos 10.000 habitantes, ubicado al fondo de la bahía de Guantánamo, y la única localidad de Cuba con acceso restringido por su condición de punto fronterizo militar.

Para el descanso, un hotel tres estrellas dispone de piscina, restaurante, bar y posibilidades de deportes náuticos en la ensenada donde predomina el tenso silencio de los guardias que, a distancia, se escrutan a través de una suerte de tropical e invisible Muro de Berlín.

Sin embargo, parece que no sólo los cubanos decidieron terminar el siglo sacándole provecho financiero a la base.

Con la salida progresiva de los balseros, tras los acuerdos migratorios de mayo pasado entre Washington y La Habana, las autoridades estadounidenses han comenzado a vender toda la ciudad de las carpas, que en su momento culminante albergó a más de 40.000 cubanos y haitianos.

Ahora, todo parece estar a la venta: tiendas de campañas, camas, retretes, contenedores de basura, colchones, vehículos completos y piezas y partes, biberones, lencería, ropa y hasta un transbordador.

"La mejor oportunidad proveniente de Cuba desde el comercio de los habanos", así anunció el Pentágono su remate guantanamero publicado en el diario "The Miami Herald", versión en inglés del más importante diario del exilio cubano en Estados Unidos.

El interés de la marinada de Estados Unidos parece estar dirigido a reembolsar parte del millón de dólares diarios que costó a los contribuyentes de ese país la operación de socorro a haitianos y cubanos en alta mar.

A los potenciales compradores, a los que se seduce con la posibilidad de una rara oportunidad para hacer negocios destacados, se le adereza el plato con la idea de participar en el primer gran remate de medios militares en la historia de la Base Naval de Guantánamo.

Para los más optimistas, la "feria militar" es una señal del posible cierre de la base para fines de siglo, en respuesta a los reclamos del gobierno cubano contra lo que considera una ocupación ilegal de parte de su territorio.

Otros creen que la base seguirá ahí mientras se mantenga en Cuba el gobierno del presidente Fidel Castro y ni una ni otra parte estén dispuestas a hacer concesiones para aflojar las tensiones del conflicto bilateral.

"Algo hay que sacar de un enclave militar tan obsoleto", dijo un funcionario del Ministerio de Turismo de Cuba que, sin embargo, se negó a dar las cifras de cuántos turistas habían cedido a la tentación de "espiar" la base estadounidense desde territorio cubano. (FIN/IPS/da/ag/ip-if/96)

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