COSTA RICA: Sexo a igual hora, en el mismo lugar, y un mismo menú

Cien por ciento de las parejas de Costa Rica hacen el amor a la misma hora y no cambian de lugar ni de forma, por eso padecen de discrepancia del deseo -cuando uno quiere, el otro no- y, en un alto porcentaje, son infieles.

Pero esos problemas no son exclusivos de la población costarricense, sino que los comparten todas las sociedades occidentales, donde se reprime el placer, el ocio, el contacto físico, la intimidad y la comunicación.

Ese es el diagnóstico de Javier Ortiz, un sexólogo que se ha propuesto reeducar a los costarricenses en el disfrute de una vida plena, incluyendo, claro, su sexualidad, y para lo cual ha publicado un libro llamado "Las cien preguntas y el arcoiris del género".

"Nada tiene cabida en nuestra sociedad actual, porque la represión del placer es la forma más completa de represión política y de manipulación economica", dijo Ortiz a IPS.

Mientras el placer sea reprimido, no habrá lugar "para las personas libres, para la verdadera espiritualidad, porque la espiritualidad nace del silencio, del espacio interior, de la integración, y ninguna de esas cosas puede existir en personas reprimidas e insatisfechas sexualmente", agregó.

Y los costarricenses no escapan a la represión e insatisfacción sexual.

"El coito dura tres minutos de principio a fin y las parejas casadas dedican a hacer el amor de seis a siete minutos por semana. Nueve de cada 10 mujeres no disfrutan del orgasmo y ocho de cada 10 hombres no controlan el proceso eyaculatorio", aseguró Ortiz.

Según dijo, 98 por ciento de las parejas que esperan el nacimiento de un hijo tienen grandes problemas, porque nunca se les ha informado como manejar la sexualidad durante el embarazo de la mujer.

La mayoría de los costarricenses disfrutan más la sexualidad fuera del matrimonio que dentro de él, aunque la infidelidad no es asumida como realidad en la vida de pareja.

Ortiz responsabiliza de esa vida sexual reprimida a la religión católica, pues los sacerdotes, que no pueden mantener relaciones sexuales, legislan sobre moral sexual.

Y como muchos sacerdotes "igual tienen vida sexual, porque son seres humanos", esas relaciones se cargan "irremediablemente" de una culpa que se amplía a toda la sociedad, agregó.

"Pronostico que si el mundo se salva es porque va a llegar a descubrir que Dios está oculto en el placer y en la sexualidad de todos los seres humanos, aunque esto parezca una contradicción", afirmó el experto.

En su libro, Ortiz contesta 100 preguntas sobre sexualidad formuladas por la población y sus respuestas están impregnadas de "un alto sentido de la vida cotidiana, en donde se actúa para retirar la incertidumbre y asegurar el goce", destacó Francisco Gutiérrez en un análisis de la obra.

Además de contestar 100 preguntas, el libro contiene un ensayo sobre la "Ley del Continuo del Género", expuesta por primera vez por su autor en 1983.

Según la "ley", clasificar a los seres humanos en hombres o mujeres no es exacto, porque esos dos géneros son los extremos de una infinita gama de posibilidades.

La supuesta ley pretende responder a las preguntas ?qué es un hombre? y ?qué es una mujer?.

El sexólogo basó su ley en nueve variables mínimas, reconocidas en la medicina, que se deben tomar en cuenta para determinar el género de una persona, y las combinaciones de esas posibilidades, afirmó, son infinitas.

Esos factores son el género cromosomal, el gonadal, el genital, el hormonal, el corporal, el caracterial (personalidad de hombre o mujer), el sexual (referido a las preferencias) y el personal (lo que la persona siente).

Tomando esas variables, Ortiz basó su ley en cuatro principios. El primero es el de multiplicidad, y significa que el géenero está constituido por múltiples factores determinantes.

El segundo, de independencia, establece que esos factores determinantes son independientes de los restantes. El tercero, llamado de "impermanencia", significa que los determinantes del género pueden modificarse a través del tiempo, excepto en el caso de los cromosomas.

Finalmente, el cuarto principio, de indefinición, indica que el género no puede definirse en términos de dos características unívocas, como son las físicas, porque hay infinita gama de posibilidades dentro de cada uno de los determinantes.

El especialista informó que, en principio, grupos feministas acogieron favorablemente su teoría, pero luego cambiaron de actitud, pues muchas activistas creyeron ver en ese discurso una idea reaccionaria que restaría importancia a la lucha de género de las mujeres.

Ortiz insiste en que la teoría demuestra científicamente que el concepto de hombre y mujer es cultural, y que "hemos estado separando a los seres humanos en base a tonterías".

?Qué quiso decir el Papa Juan Pablo II cuando afirmó que todos los sacerdotes deben ser hombres porque los apóstoles lo eran? ?Qué sucedería si a un sacerdote se le encuentran los cromosomas femeninos? ?Se le va a vestir de monja?, se preguntó Ortiz.

El experto señaló que importantes juristas, entre ellos el peruano Víctor Perez, coinciden con él en que no hay forma de determinar el sexo de una persona.

Ortiz parte de la supuesta indefinición de los géneros para luchar contra la represión y discriminación que sufren quienes muestran comportamiento sexual diferente al que, según la cultura dominante, deberían tener de acuerdo con sus características físicas. (FIN/IPS/mso/ff/pr/96).

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