COMUNICACION: Predicciones ecologistas resultan virtuales

Las utópicas predicciones de que los países en desarrollo evolucionarían de una contaminada era industrial a una etapa informática más sana han resultado ser más virtuales que reales.

Las predicciones de "La Tercer Ola" del futurista Alvin Toffler sostuvieron que, en lugar de producir bienes manufacturados en fábricas humeantes, que los trabajadores del futuro cumplirían su cuota procesando información mediante tecnologías "limpias".

Pero mientras agencias y grupos de protección ambiental luchan por seguir el ritmo de las transformaciones tecnológicas, el optimismo de Toffler, que cautivó a la prensa y los políticos estadounidenses, es cada vez más cuestionado.

Las herramientas de procesamiento de datos y telecomunicaciones de la era de la información están dando señales de presentar riesgos para el medio ambiente desde la producción al desecho, aseguran los críticos.

La manufactura de alta tecnología "es un proceso químico extremadamente intensivo", aseguró Leslie Byster, de la Silicon Valley Toxics Coalition.

Lugar de nacimiento de la revolución estadounidense de la computadora personal, la Silicon Valley de California acumula ahora sitios "Superfund", designación dada en Estados Unidos a los mayores esfuerzos de limpieza de basura tóxica.

Mientras organizaciones ambientalistas se suman a la corrida por un lugar en Internet, hay fuertes dudas de que los impulsores de la Tercera Ola puedan ver sus predicciones hechas realidad.

Autores ecologistas como Theodore Rozsack, Kirkpatrick Sale y Jerry Mander aseguran que la era cibernética es meramente una extensión de la era industrial, a medida que una masa omnipresente de tecnología de la comunicación aísla a la gente aún más del mundo real.

Lo cierto es que la era informática trae consigo una nueva serie de desafíos ecológicos. Los ambientalistas presionan a la industria para que utilice menos materiales contaminantes y procuran contrarrestar la imagen de atoxicidad de las nuevas tecnologías.

El tema es importante, admitió Byster, ya que las ciudades y países compiten para atraer lo que consideran una industria "liviana" con incentivos impositivos y normas más flexibles.

En los últimos años, la industria de semiconductores de 137.000 millones de dólares anuales se dispersó desde Silicon Valley hasta lugares como Bozeman, Montana y Bangalore, India, donde según las revistas comerciales "los términos son acordables".

Los clorofluocarbonos (CFC) que destruyen la capa de ozono, protectora de los efectos letales de los rayos solares ultraviolentas, son foco de la preocupación de ambientalistas.

Primero utilizados como refrigeradores, los CFC contribuyeron a la revolución informática como agente de limpieza de delicados circuitos sin dañar las estructuras de plástico.

Los acuerdos internacionales que prohíben los CFC llevaron a la reducción de su uso, pero Rick Hind, director de la Campaña de Tóxicos de la organización internacional Greenpeace, sostiene que las empresas electrónicas deben utilizar menos toxinas como cloros.

Aunque algunos fabricantes de aparatos electrónicos están utilizando menos cloro en mezclas de circuitos lavables, son grandes consumidores de polivinilcloruro (PVC), un plástico duro que utiliza cloro.

La liberación de cloro durante la producción puede ser letal en ríos y humedales, advirtió Hind, y añadió que la presencia de cloro en el plástico vuelve más difícil el proceso de reciclaje.

Pero el ciclo de contaminación no termina cuando la computadora sale de la línea de montaje. Por ejemplo, se estima que cinco por ciento de la electricidad utilizada en negocios es consumida por las computadoras.

Esa cantidad de electricidad equivale al voltaje producido por 10 plantas de carbón, y se estima que se duplicará en el 2000.

Como respuesta, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) y fabricantes de alta tecnología cooperan en el desarrollo y utilización de dispositivos que ahorran energía, que cortan o reducen el flujo de electricidad cuando las computadoras no son utilizadas.

Otro tema no resuelto es el papel. A medida que Internet adquiere más usuarios, el uso del correo electrónico para correspondencia personal y de negocios reducirá drásticamente el uso de papel, señaló Don Rittner, autor de un libro sobre información ambiental en Internet.

Rittner sostiene que el uso del correo electrónico debe estimularse como forma de reducir el consumo de papel, aunque otros ecologistas tienen posiciones discordantes. Unos 238 millones de árboles se talan anualmente en Estados Unidos para producir 775.000 millones de páginas.

"No hay pruebas de que se haya reducido el consumo de papel", sostuvo Hind, de Greenpeace, acotando que las publicaciones de oficinas, el procesamiento de textos y los métodos más sencillos de imprimir conducen al uso cada vez mayor de papel.

Pero el debate no termina ahí. Más de 10.000 millones de computadoras terminan cada año en basureros, donde sus baterías y unidades de procesamiento central vierten al ambiente plomo, níquel, cadmio y mercurio, según informes de la EPA.

"Eso es más verdadero en el mundo de las computadoras de IBM", señaló Ritter, y añadió que las computadoras MacIntosh tienden a tener una vida útil más prolongada.

Esto ha dado pie a un movimiento de reutilización de las computadoras. La Fundación Educación y Desarrollo Este-Oeste, por ejemplo, envía computadoras "recicladas" a unos 130 países.

En todo Estados Unidos, docenas de empresas desarman y venden componentes reutilizables a distribuidores. No obstante, la obsolescencia de los equipos vuelve difíciles esos esfuerzos de reciclaje.

Mientras la industria en conjunto se resiste a los esfuerzos por construir computadoras con componentes fácilmente reutilizables, hay quienes ven algunas señales positivas.

Las empresas Hewlett Packard, Cannon y Apple pagarán para que las gente envíe a sus centrales las cintas de impresoras de tinta. Esta es una buena noticia, evaluó Rittner, ya que 98 por ciento de los 15 millones de cintas vendidas cada año terminan en la basura. (FIN/IPS/tra-en/mh/yjc/lp/sc-en/96)

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