Vanessa, de 14 anos, fue rescatada por su madre de un prostíbulo del turístico barrio de Copacabana, en esta ciudad de Brasil.
La adolescente es apenas un ejemplo de la explotación sexual de menores, un problema en el que Brasil tambien ganó un campeonato mundial.
"El se llamaba Fabiano Robertti y era un tipo muy bueno. Me regalaba ropa, perfumes. Ni me dejaba salir porque decía que la calle era muy peligrosa", relató Vanessa a IPS al referirse al hombre que conoció en la playa y la involucró en la prostitución.
La entrevista tuvo lugar en la Plaza de Vila Norma, un barrio misérrimo de los suburbios de Rio de Janeiro, luego que el hermano mayor de Vanessa y sus amigos, alertados por la presencia de un periodista, exigieron que la entrevista se realizara lejos de la casa.
"Ellos están involucrados en el tráfico de drogas y esas cosas", admitió luego la madre de Vanessa. "Este es un punto de distribucion de tóxicos y no quieren que la casa sea reconocida", explicó con total naturalidad.
Como Vanessa, otros 500.000 niños y adolescentes de entre 12 y 18 años quedaron atrapados en la redes de la prostitución como consecuencia de una constante al parecer inevitable: buscar mejores condiciones de vida y escaparse de un hogar con leyes poco claras.
"La gran mayoría es de clase social baja y con un conflicto familiar, ya sea por violencia doméstica o por malas condiciones económicas, lo que hace que estos niños busquen otras alternativas de sobrevivencia", dijo a IPS el juez de menores, Siro Darlan.
La prostitución no es fenómeno exclusivo de las niñas. Por lo menos un 10 por ciento de los menores prostituidos son varones, destacó.
Una investigación del Centro de Referencia, Estudios y Acciones sobre Niños y Adolescentes (Cecria) señala que la parte norte de Brasil lidera los casos de explotación sexual de menores. En algunos casos se llega al extremo de presentar el servicio sexual de los niños en los menúes de los bares.
En Rio de Janeiro, que ocupa el segundo lugar en el estudio, el fenómeno de la prostitución infantil está ligado indisolublemente a otro fenómeno: el llamado "turismo sexual", en el que Brasil ocupa el segundo lugar mundial.
Para enfrentar el problema, el ministro de Justicia de Brasil, Nelson Jobim, envió al Congreso un proyecto para aumentar las penas de encarcelamiento a quienes lucren con la prostitución infantil.
La propuesta fue anunciada durante el seminario sobre explotación de niños y adolescentes de las Américas, que tuvo lugar del 16 al 19 de abril en la capital de Brasil, con el apoyo del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Pero Darlan, que en seis meses rescató a 135 niños de casas de prostitución de Rio de Janeiro, no considera que la represión policial y jurídica constituya por sí sola una solución para el problema.
"Los verdaderos culpables son en primer lugar la familia, que no orientó adecuadamente a sus hijos, después viene el poder público, que no creó mecanismos de prevención en el área de educación y de ayuda psicológica para esos niños", opino.
Udo Block, representante de Unicef en Brasil, afirmó que el combate contra la prostitución infantil comienza por el verdadero respeto del Estatuto del Nino y del Adolescente, legislación aprobada hace algunos años para proteger a ese sector vulnerable de la población.
"Tiene incisos muy claros en el sentido de que ningun nino, ningun adolescente, ningun ser humano puede ser prostituido", destacó.
Unicef propugna una mayor coordinación entre gobiernos, organizaciones no gubernamentales, y sociedad civil para enfrentar el problema de manera integral. (FIN/IPS/ff/dm/pr/96)
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