El gobierno dde Brasil decidió atacar el problema del desempleo lanzando el lunes un programa de inversiones de 9.000 millones de dólares para generar tres millones de nuevos empleos en tres años.
El Proempleo contará con aportes similares de tres fuentes: el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES, estatal de fomento), el Fondo de Amparo al Trabajador, constituído por contribuciones sociales de empresas, y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) sumado a capitales privados.
Esos recursos serán aplicados en proyectos que empleen gran cantidad de mano de obra en sectores considerados prioritarios, como transportes colectivos, turismo y construcción de infraestructura, adelantó el BNDES.
El objetivo del plan, según el gobierno, es mejorar la calidad de vida de los trabajadores y sus ingresos, además de generar empleos. Ello explica la prioridad dada a los transportes urbanos, cuyo desarrollo puede permitir un gran ahorro de tiempo.
Más de 4.000 de dólares serán destinados a los sistemas de aubotuses, metro y trenes, principalmente en las áreas metropolitanas más pobladas.
El turismo contará con por lo menos 1.600 millones de dólares, por su gran oferta de empleo y la posibilidad de favorecer a la región más pobre del país, el nordeste. Entre los poryectos elegidos, destacan unos de construcción de hoteles, restaurantes y lugares de esparcimiento.
También recibirán recursos ramas industriales que han sufrido el impacto del ajuste económico, como las de calzados y máquinas agrícolas, que despidieron a gran cantidad de trabajadores en los últimos años.
El índice de desempleo ha crecido como consecuencia del bajo crecimiento económico y de los cambios tecnológicos y de métodos de gestión, que reducen la necesidad de mano de obra, especialmente en la industria.
En el proceso actual, el crecimiento económico ya no genera empleos.
El producto brasileño ha crecido más de cuatro por ciento en los últimos años, el desempleo y la cantidad de gente que trabaja en el mercado informal para sobrevivir se han acrecentado.
El fenómeno es mundial, pero en Brasil alcanzó un ritmo muy acelerado desde 1990, cuando se puso en marcha la apertura del mercado, con la extinción progresiva de numerosos mecanismos de protección de la industria nacional, obligándola a un rápido esfuerzo de aumento de productividad y competitividad.
Para enfrentar el problema, el gobierno busca también flexibilizar la legislación laboral con el fin de reducir las cargas sociales quye pagan las empresas.
Dirigentes de la Confederación Nacional de la Industria adoptaron una decisión insólita tratándose de empresarios: convocaron a una huelga general de 24 horas (en fecha aún no determinada), para la cual invitaron a las centrales sindicales.
Los patrones reclaman la adopción urgente de medidas contra el desempleo y la aprobación de reformas constitucionales para desregular la economía. (FIN/IPS/mo/dg/if-pr/96
