El destino de 90.000 refugiados bhutaneses que esperan en Nepal para ser repatriados, no pudo ser resuelto por los ministros de Asuntos Exteriores de ambos países, incapaces de ponerse de acuerdo tras una reunión de cuatro días en esta capital.
La reunión terminó el fin de semana en la capital napalesa, con un comunicado conjunto que sólo recoge el acuerdo de realizar la próxima reunión en Thimbu, la capital de Bhután, en "una fecha mutuamente conveniente".
Entretanto, 90.000 refugiados bhutaneses languidecen en campos instalados en la frontera oriental de Nepal por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.
El ministro nepalés, Prakash Chandra Lohani, dijo que el estancamiento de las conversaciones profundizará el problema de estos "sin patria", cuyo número aumenta.
Los primeros refugiados de Bhután entraron en Nepal a principios de 1990, cuando Thimbu empezó a aplicar una ley retroactiva que sólo califica como ciudadanos a quienes tengan pruebas de haber pagado el impuesto sobre la tierra en 1958.
La ley persigue la finalidad de preservar el carácter budista del país, en manos de los drukpa (grupo gobernante), quienes temen que los hindúes, de lengua nepalesa, puedan superar en número a los budistas.
Desde entonces, Nepal y Bhután han celebrado seis rondas negociadoras sin encontrar una solución. Las anteriores fueron sostenidas por los ministros del Interior.
Los funcionarios nepaleses que participaron en las últimas negociaciones informaron a IPS que éstas se atascaron en el mismo obstáculo de la clasificación de los refugiados que había hecho fracasar a las anteriores.
Bhután se niega a admitir el regreso de los refugiados, la mayor parte de los cuales hablan nepalés. El gobierno insiste en que la mayoría abandonaron voluntariamente el país y de forma automática renunciaron a su ciudadanía. Sólo aquéllos que son "genuinos refugiados" serán readmitidos, según Thimbu.
En octubre de 1993, los dos países acordaron clasificar a los refugiados en cuatro grupos: bhutaneses de buena fe expulsados por la fuerza, bhutaneses que han emigrado, no bhutaneses y bhutaneses que han cometido delitos.
Sin embargo, las dos partes mantienen posiciones totalmente diferentes sobre la clasificación de los refugiados.
Nepal sostiene que puesto que la mayoría de los refugiados son ciudadanos bhutaneses, debe permitírseles el regreso a su país. El gobierno alega que no puede afrontar los costos económicos y sociales de cuidar a los refugiados, encima de los problemas que ya tiene este país, uno de los más pobres de Asia. (FIN/IPS/tra-en/sp/an/arl/pr/96)