La firma de un acuerdo de coordinación política e integración económica entre Rusia y Belarús y el entusiasmo que generó entre quienes postulan el renacimiento de la Unión Soviética provocó temblores en los países del Báltico.
El tratado, que se produjo poco después de que el Congreso de Rusia declaró nula la disolución de la antigua Unión Soviética, renovó en Lituania la esperanza de que la integración a Europa occidental pueda aventar eventuales amenazas procedentes del este.
"Necesitamos tanta inversión del Este como sea posible, si es que Europa y Estados Unidos están interesados en salvar nuestra independencia", dijo Kazys Bobelis, presidente de la comisión de asuntos exteriores del parlamento de Lituania.
La inversión extranjera en las repúblicas del Báltico ha sido desigual. En Lituania, asciende a 83 dólares por persona, en Letonia, a 145 dólares, y en Estonia, a 314 dólares.
Los tres países temen a la resurrección de la Unión Soviética, de la que se separaron hace cinco años, especialmente si triunfa en las elecciones de junio un candidato izquierdista o conservador.
"No confío y nunca confiaré en los políticos rusos. Votaron la restauración de la Unión Soviética y dijeron que no forzarán a ningún país a integrarse en ella, pero mañana podrían ordenar a los soldados a marchar sobre Lituania", dijo Tomas Kazlauskas, un estudiante de 24 años de la Universidad de Vilnius.
Estonia, Letonia y Lituania manifestaron temores ante el anuncio del jefe de gobierno de Alemania, Helmut Kohl, respecto de que Hungría, Polonia y la República Checa se incorporarían a la Unión Europea antes que ellos, y reclamaron garantías de defensa ante una posible amenaza de Rusia.
Alemania justificó su anuncio en el entendido de que el Báltico era militarmente indefendible ante un ataque ruso, por lo que muchos en la región consideran que Europa ya ubicó a los tres países en la esfera de influencia de Moscú.
Esta perspectiva fue rechazada de plano por el presidente de Letonia, Guntys Ulmanis, quien manifestó ante una oferta del presidente de Rusia, Boris Yeltsin, que "los países bálticos nunca ingresarán a la Comunidad de Estados Independientes" (CEI) que sucedió a la antigua Unión Soviética tras su derrumbe.
Ulmanis replicó así la propuesto dirigida a Estonia, Letonia y Lituania de suscribir un acuerdo de integración entre los tres países, Rusia, Belarús, Kazakhstan y Kirgizstan firmado la semana pasada. Este pacto era más limitado que el suscripto este martes entre Rusia y Belarús.
Las relaciones entre las repúblicas bálticas y Moscú son complicadas debido a la presencia de una significativa minoría rusa en los tres países. El bienestar y los derechos cívicos de estas colectividades son motivo de debate político en Rusia.
El tratado firmado este martes en Moscú establece órganos supranacionales y allana el camino hacia el establecimiento de una unión monetaria y un mercado de libre comercio, la coordinación de la política exterior y la cooperación en materia militar y policial entre Rusia y Belarús.
El acuerdo aumenta las posibilidades de triunfo de Yeltsin en las próximas elecciones, pues muchos rusos consideran que todos sus problemas comenzaron con el tratado de Belovezhsky, que dispuso en 1991 la disolución de la Unión Soviética con la firma de Belarús, Ucrania y Rusia.
Incluso el candidato ultranacionalista Vladimir Zhirinovsky consideró en declaraciones a la emisora de radio Ekho Moskvy que el pacto estaba totalmente de acuerdo con su prédica política.
La Duma (parlamento) de Rusia, dominada por los comunistas, declaró nulo el tratado de Belovezhsky y exhortó a la recreación de la Unión Soviética. Pero Bobelis dijo que las resoluciones de la Duma no tienen influencia alguna en las relaciones entre Rusia y Lituania.
Para defender su posición, los países del Báltico se apresurarn a establecer que su independencia de la Unión Soviética es anterior al tratado de Belovezhsky.
De todos modos, existe cierta intranquilidad entre los funcionarios de Estonia, Letonia y Lituania acerca de los próximos pasos de su gigante vecino.
"Lituania tiene cierta ansiedad debido a las tendencias políticas que ganan fuerza en la Duma, que no promueven buenas relaciones entre nuestros etados", dijo el primer ministro de Lituania, Mindaugas Stankevicius.
Kestutis Petrauskis, cientista político de Vilnius, observó que Lituania "todavía depende de Rusia en materia económica", pues de allí proviene la totalidad del gas y el petróleo que consume el país báltico.
"Si Rusia quisiera, podría hacer nuestra vida mucho más complicada", agregó Petrauskis.
Eso ya sucedió. La compañía rusa de gas, Gazprom, cortó el suministro del producto a Lituania debido a la deuda de la empresa monopólica de energía del país báltico, Lietuvos Energija, que asciende a 36 millones de dólares. Escuelas y otras instituciones quedaron sin calefacción.
"El problema, ahora, son las deudas. Pero, ¿quién garantiza que esto no sucederá en el futuro por cuestiones ideológicas?", se preguntó el subeditor del diario Diena, Algimantas Zukas. (FIN/IPS/tra-en/fj/rj/mj/ip/96)