"Guess USA", una marca de pantalones vaqueros patentada en Estados Unidos, intenta penetrar el mercado cubano de la moda con una propuesta para cambiar "desde la forma de vestir hasta la de mirar".
"Esa es la moda", dicen los productores, que tratan de imponer los pantalones bien ceñidos, los glúteos alzados y la silueta perfectamente delineada que en los cuerpos de los modelos parecen ofrecer sexo y erotismo.
El intento de penetración tiene como escenario la isla tropical donde el machismo es ley no escrita, las mujeres que visten tan apretado son "jineteras" (prostitutas) y los hombres de nalgas levantadas son "insultados" como homoxesuales.
"Mi mujer no se pone eso", dijo un funcionario del Ministerio de Inversión Extranjera durante un desfile de modas. El jerarca alegó no querer "buscarse una pelea en la calle" si otro hombre mira a su mujer
Algunas mujeres dicen que se pondrían el vaquero si tuvieran el dinero y sin que les importe lo que piensen los hombres, mientras otras sostienen que "no hay quien camine por las calles de La Habana con un pantalón así".
La política gubernamental para garantizar la igualdad entre los sexos en las últimas tres décadas, no borró la costumbre masculina de "desnudar con la mirada" a las féminas o reaccionar con agresiones verbales ante determinadas formas del vestir.
A las consideraciones "morales" se suman los inconvenientes de un país donde las casas de moda sólo venden en dólares, el cambio informal se mantiene por encima de 20 pesos por dólar y sólo alrededor de 40 por ciento de la población tiene algún acceso a la divisa.
Pedro Marcé Mata, gerente español de la "Guess USA" para el país caribeño, confiesa que entre tantas contradicciones su principal motivación en la isla se califica con una palabra: "reto".
Benetton, Pierre Balmain, Ted Lapidus son sólo algunas de las firmas extranjeras que desde hace varios años tratan de penetrar el mercado cubano de casas de modas, boutiques y las más populares tiendas "shopping'.
Mientras los empresarios extranjeros aumentan sus esfuerzos por insertar a Cuba en la corriente de la moda internacional, en la mesa de los diseñadores locales duermen los empeños por desarrollar una moda cubana o caribeña.
Como alternativa a los "jeans" y la ropa extranjera que sólo estaba al alcance de los habitantes con familiares en el exilio o de los que viajaban al extranjero por asuntos de trabajo, a finales de la década del 70 comenzó a gestarse un movimiento revalorizador de una cultura del vestir en la isla.
Aparecieron la casa Verano y el Taller Experimental de la Moda, que impulsaron el trabajo de diseñadores con producciones nacionales en tejidos, pieles y fibras a partir de una concepción autóctona.
El punto culminante de este período se alcanza con la fundación de La Maison, una Casa de la Moda Cubana que tendió un puente hacia la moda internacional, sin abandonar la singularidad de su ropuesta sustentada en raíces nacionales.
"A finales de los 80 ya se hablaba de una moda cubana y a la gente le gustaba los modelos confeccionados en tejidos frescos y con diseños muy acordes a las exigencias del clima tropical", dice la actriz y periodista Mariana Ramírez Corría.
Ramírez Corría, que en los años cincuenta figuró en las más importantes revistas de moda de la isla, asegura que antes de la Revolución, en 1959, "La Habana tenía fama de ser una de las capitales mejor vestidas de América Latina".
De entonces acá ha llovido mucho y en 1996 se comenta que las mujeres mejor vestidas de La Habana son las que revolotean alrededor de los hoteles, a la caza de extranjeros deseosos de adquirir sus favores.
Según la opinión de algunos diseñadores y especialistas locales, el costoso empeño de hacer confluir las tradiciones nacionales y las características del clima local con las tendencias internacionales quedó trunco con la crisis económica del último quinquenio.
Con la desaparición del socialismo europeo, la profundización del bloqueo estadounidense y la caída en picada de la economía, desaparecieron las instituciones y las publicaciones dedicadas al vestir.
La Maison sigue autotitulándose la casa de la moda cubana, pero sería inútil buscar una buena colección nacional junto a los vestidos italianos, las vaporosas sayas de algodón hindú o los vaqueros .
"El cubano vive un tiempo de miserias, pero no es miserable y de esta manera se puede trabajar con fuerza y optimismo", dijo el estilista español José Gual, presidente de la Clothing Bussiness Company.
"Guess" factura anualmente unos 80 millones de dólares y en una primera etapa pretende colocar en Cuba alrededor de 30.000 piezas para hombre, mujer y niños.
A un precio de 40 dólares por pieza, por debajo de los 70 a que suelen cotizarse en otros mercados, los promotores del vaquero quieren indicar a los cubanos que "la esperanza no sólo está en el dinero sino en el estilo de vivir, e incluso -para los más-, en el estilo de mirar". (FIN/IPS/da/dg/96)