Los visitantes del museo situado en lo que durante cinco siglos fue la Ciudad Prohibida de China -donde residían las familias imperiales- invariablemente se conmueven al ver las exquisitas reliquias en exhibición, pero no son conscientes de lo que se pierden de apreciar.
La mayoría de las piezas ya no se pueden observar en su sitio original, porque pertenecen hoy a colecciones privadas o a museos de otras partes del mundo, y su recuperación para el Museo del Palacio se ha vuelto una obsesión entre las autoridades chinas.
Varios tesoros acopiados por las familias imperiales a través de los siglos fueron sacados del museo por el gobierno del partido nacionalista Kuomintang en la década de 1930, cuando se produjo la invasión de los japoneses.
Las reliquias fueron llevadas primero hacia Nanjing, la capital de esos tiempos de guerra, luego hacia Chongqing y después hacia Taiwan, antes del ascenso al poder del Partido Comunista. Actualmente están en el Museo del Palacio de Taipei.
Las pinturas, cerámicas, porcelanas, bronces, joyas, artesanías, relojes y juguetes apreciados por los 10.000 visitantes diarios del museo de Beijing representan menos de uno por ciento de las 934.000 reliquias culturales cuya existencia se conoce, sin contar archivos y libros.
Cerca de 8.000 de estas piezas integran la lista de los tesoros nacionales más exquisitos, en la llamada primera clase.
Wang Shuqint, subdirector del Museo del Palacio, afirmó que 56 por ciento de los tesoros de primera clase del museo pertenecen a la colección iniciada tras la fundación de la nueva China, en 1949.
Beijing realizó enormes esfuerzos para recuperar los tesoros perdidos y restaurar la grandeza del museo. Este, a instancias del fallecido primer ministro Zhou Enlai, compró reliquias de coleccionistas nacionales y extranjeros a través de diversos canales, a veces a precios exorbitantes.
La "Pintura de los Cinco Bueyes", obra maestra de Han Huang, un artista de la dinastía Tang (618-907), fue adquirida de esta forma, informó Liang Jingsheng, del Departamento de Depósito del museo.
Algunos coleccionistas donaron piezas preciosas, mientras un buen número de reliquias se obtuvieron en hallazgos arqueológicos.
El museo logró reunir en los últimos 46 años más de 200.000 piezas, y ha construido una colección "igual o mejor en ciertos aspectos que la legada por el último emperador Pu Yi en 1924, antes de la creación del museo", destacó Wang Shuqing.
La reciente adquisición en un remate de la "Pintura de Diez Poemas", un cuadro tradicional del siglo XI, causó sensación entre la población.
La pintura de Zhang Xian, un poeta, calígrafo y pintor de la dinastía Song del Norte (960-1127), representa 10 escenas basadas en poemas escritos por el padre del artista.
El cuadro de 178 centímetros de ancho y 52 de largo añadió valor a la colección del museo, subrayó Liang. "Después de ocho siglos, su color se mantiene fresco y brillante. Esta obra maestra es considerada un tesoro nacional", señaló.
De todas las reliquias que posee el museo, las que más orgullo despiertan en Liang y sus colegas son las cerámicas, porcelanas, trabajos caligráficos y pinturas.
"Tenemos casi 350.000 piezas de cerámica y porcelana, de las cuales 1.100 pertenecen a los tesoros de primera clase. La mayoría fueron hechas en hornos pertenecientes a las dinastías Ming (1368- 1644) y Qing (1644-1911), pero la colección entera abarca todos los períodos históricos, desde la sociedad primitiva", destacó Liang.
La colección de 96.000 pinturas y trabajos caligráficos contiene 2.670 piezas de primera clase, y abarca obras desde la dinastía Sui (581-618) hasta la Qing.
Si bien el museo tiene rivales en materia de depósito y colección, no tiene competidores en cuanto a conocimientos de investigación, afirmó el funcionario.
"Disponemos de un personal de investigación y reparación altamente calificado, que puede considerarse como un tesoro más del museo", destacó. (FIN/IPS/tra-en/zm/ml/cr/96)