El presidente de Agentina, Carlos Menem, descartó hoy la posibilidad de declarar el estado de sitio por la ola de amenazas de bomba y atentados que se desató hace 10 días, y que, según la hipótesis oficial, podría ser responsabilidad de sectores de ultraderecha.
Menem consideró que los llamados advirtiendo sobre bombas y los atentados, como la explosión ocurrida este jueves en un hospital donde esta internado un ex policía torturador, son hechos "cíclicos que después declinan rápidamente".
En tanto, en el Ministerio del Interior y en la Secretaría de Inteligencia del Estado crecía este viernes la sensación de que atrás de las amenazas podrían ocultarse grupos paramilitares, a los que se alude eufemísticamente como "mano de obra desocupada" tras la dictadura militar.
Tampoco se descarta que el discurso del jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, general Mario Cándido Díaz, reivindicando hace diez días los resultados de la represión ilegal, hayan abonado la reacción de quienes participaron en esas acciones y están libres por la ley de obediencia debida.
Las leyendas que pintaron en la pared del hospital, el léxico de los mensajes grabados en las amenazas telefónicas, la impunidad con la que se manejan y el tipo de explosivos hicieron dudar a las autoridades acerca de la adjudicación primera a un grupo presuntamente ultraiquierdista.
La Organización Revolucionaria del Pueblo (ORP) se adjudicó el día 4 el atentado contra el ex médico policial Jorge Bergés, acusado de graves violaciones a los derechos humanos durante la represión militar perpetrada en los primeros años de la dictadura.
Por el mismo medio, el diario uruguayo La República, la ORP se atribuyó este viernes la explosión ocurrida el día anterior en el Hospital Naval, donde está internado Bergés en estado reservado tras el ataque con armas de fuego.
Fuentes de inteligencia revelaron que el atentado podría ser un "ajuste de cuentas" por "un problema policial".
También consideran que un militante izquierdista nunca diría "proceso" para referirse al régimen militar que gobernó Argentina bajo esa identificación entre 1976 y 1983.
El término apareció en un comunicado en el que los autores del ataque se atribuían la responsabilidad. Luego amenazaron con seguir "vengando" al pueblo argentino mediante atentados a ex represores hasta marzo de 1997.
Los graffitis que aparecieron en el Hospital Naval en contra de Bergés tambien resultaron sospechosos. El propio Menem se sorprendió de que ningún policía de custodia haya advertido que se estaban pintando las paredes del nosocomio donde está internado el polémico ex agente.
Tras el ataque a Bergés se desató una ola de llamadas anónimas con amenazas de muerte a actores, periodistas, humoristas, y de de bombas en colegios, aeropuertos, hospitales y paseos públicos.
El juez Adolfo Bagnasco denunció que este jueves la brigada de explosivos de la Policía Federal respondió a 20 llamadas con amenazas de bomba y sólo una, la que apareció en el Hospital Naval, era cierta.
La periodista radial Magdalena Ruiz Guiñazú, de conocido compromiso con los derechos humanos, recibió una carta en la que un supuesto guerrillero desaparecido le escribía desde el más allá para anunciarle que pronto se juntaría con él.
El tenor de la amenaza a Ruiz fue el mismo que el de las advertencias recibidas por miembros de la agrupación Hijos de Desaparecidos durante la dictadura, que fueron seguidos por las calles, insultados y amenazados por teléfono con encontrarse pronto con sus padres. (FIN/IPS/mv/dg/ip/96)