Un clima de incertidumbre reinaba hoy frente a 12 cárceles argentinas donde hay más de 5.000 presos amotinados y 27 rehenes, luego que un familiar ingresara a uno de los penales y advirtiera a la prensa que habría al menos 17 muertos.
La versión, a 24 horas de difundida, no pudo aun ser confirmada por las autoridades.
Funcionarios judiciales y miembros del Servicio Penitenciario Federal no dieron crédito a la especie, aunque admitieron desconocer lo que ocurre dentro del penal de Sierra Chica, en la provincia de Buenos Aires, epicentro del conflicto que se desató el sábado.
Las autoridades temían este miércoles que la crisis continúe propagándose debido a la dificultad de dar solución inmediata a los reclamos de los presos, muchos de ellos apostados en las terrazas de los edificios intentando comunicarse desesperadamente con sus familiares.
Una decena de cárceles de la provincia de Buenos Aires y desde este miércoles dos de las provincias de Neuquén y Río Negro, participan de la rebelión en demanda, entre otros, de reducción de penas, aplicación de normas que permiten descontar de la sentencia el tiempo de prisión preventiva y mejores condiciones de reclusión.
El conflicto se desató tras un frustrado intento de fuga ocurrido el sábado último en Sierra Chica, una de las cárceles más deterioradas de la provincia de Buenos Aires, que alberga a 40 por ciento más presos que su capacidad.
Las primeras versiones indicaban que la represión del intento de escape dejó como saldo cuatro muertos, pero la cifra se elevó a 17 este martes luego que el hijo de un detenido ingresara al penal a dialogar con los presos.
Los cuerpos habrían sido cremados en la panadería del presidio, según información que manejaban los familiares.
En Sierra Chica, los presos mantienen a 17 rehenes, entre ellos dos pastores protestantes, una jueza y su secretario y personal de seguridad, que de acuerdo a las autoridades penitenciarias están en buen estado físico desde que fueron cautivos el lunes y se comunican con el exterior. (FIN/IPS/mv/dg/ip/96)