No está claro aún si las telenovelas son un artículo de primera necesidad, pero guionistas, actores, productores y directores coinciden en que este género, simbolizado a menudo con cebollas, al menos ayuda a vivir.
Quien más defiende el carácter imprescindible de las teleseries, homologable al pan de cada día, es la guionista cubana Delia Fiallo, una de las invitadas estelares al Primer Congreso Latinoamericano de la Telenovela.
El encuentro, convocado por la Asociación de Periodistas de Espectáculos de Chile, reunió los días 1 y 2 en Santiago a otras figuras señeras del género, como la peruana Saby Kamalich, protagonista de una de las versiones de la telenovela "Simplemente María".
La historia de la humilde y bella costurera, que a comienzos de la década de los 70 reinó en las pantallas latinoamericanas, lanzó a la fama a la actriz, actualmente radicada en México, donde se convirtió también en guionista de teleseries.
Entre sus recuerdos más preciados, Kamalich atesora una máquina de coser en miniatura, tallada en oro, que los comerciantes chilenos del ramo le obsequiaron, agradecidos por el "boom" que "Simplemente María" provocó en sus ventas.
A algunos, como al director chileno Oscar Rodríguez, les molestó que este primer congreso se publicitara en afiches y "spots" de televisión que mostraban cinco brillantes cebollas, perfectamente alineadas.
La caracterización de las teleseries como un subgénero "cebollento" resulta despectiva para un producto típicamente latinoamericano cuyos méritos han sido elogiados por intelectuales de la talla de Umberto Eco, Gabriel García Márquez y Jorge Amado.
Menospreciadas o sobrevaloradas, las telenovelas son el mayor producto cultural latinoamericano de exportación, con ejemplos cada día más abundantes de series que no sólo conquistan la audiencia en Europa, sino también en Japón.
Los ejemplos del impacto de estas producciones abundan, desde la declarada admiración del presidente cubano Fidel Castro por la brasileña "La esclava Isaura" hasta los cambios en horarios laborales y parlamentarios que las transmisiones de ésta y otras teleseries causaron en Italia.
Quien desató este fenómeno, según se recordó en el congreso, fue el cubano Mario Barral, quien en un ya lejano año 1952 lanzó por la pantalla chica de su país la novela de continuidad "Senderos de Amor".
Este género, que se acerca a su medio siglo de vida, sentó ya sus reales en todo el planeta.
Un estudio de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), estableció que al menos 1.500 millones de personas ven estos "culebrones" televisivos durante algunos minutos cada día.
Pilar Armanet, presidenta del Consejo Nacional de Televisión, destacó que en Chile durante 1995 se exhibieron 49 teleseries que emitieron un total de 3.937 capítulos, con un alto porcentaje de audiencia global, estimado en ocho por ciento.
Las telenovelas mexicanas, venezolanas, colombianas y en menor medida argentinas y brasileñas, que se transmiten a partir de las 15.00 horas, son las que más atraen a los televidentes pobres del país, según los informes del consejo.
Las 19,00 horas es en Chile el horario de la "guerra de las telenovelas", cuando los dos mayores canales -la estatal Televisión Nacional y la red de la Universidad Católica- transmiten las series de producción local.
Es sólo en este horario, señaló Pilar Armanet, cuando las señales de televisión abierta superan holgadamente en audiencia a la televisión por cable, precisamente por el seguimiento de las series por parte del público de ingresos altos y medios.
"Las telenovelas fueron un género menospreciado durante mucho tiempo por las culturas elitistas, los intelectuales, la izquierda, las feministas, los actores e incluso los directivos de televisión, y sin embargo han llegado a convertirse en el vehículo de comunicación masiva más famoso que existe", indicó Delia Fiallo.
Para la autora de "Cristal", "Esmeralda" y "Kassandra", entre otras exitosas series, el hecho de que sus obras conmuevan a públicos tan distantes en Rusia, Japón e Indonesia, demuestra que "la telenovela es un vehículo emocional y común a todos los seres humanos".
A la postre, según convinieron los panelistas en este primer congreso, el mérito de los culebrones no está sólo en transmitir emoción, sino en sugerir la superación de una vida rutinaria mediante situaciones excepcionales, pero siempre creíbles o alcanzables. (FIN/IPS/ggr/dg/cr/96)