El ex guerrillero venezolano Teodoro Petkoff reforzó la ya larga lista de antiguos militantes nacionalistas de izquierda que acabaron por transformarse en elementos clave para la aplicación de programas de ajuste neoliberal en América Latina.
Petkoff es el ministro de Planificación y el responsable del nuevo programa de drásticas reformas introducido en Venezuela, el último de los cinco grandes países de la región que sufre los dolores del parto de un proyecto de ajuste inspirado en la clásica receta del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Argentina, Brasil, Chile y México han puesto su economía bajo el signo del libre mercado, la apertura al exterior, la globalización y la privatización.
En los países citados y con la sola excepción de Chile, políticos y técnicos de claro pasado nacionalista o de izquierda colaboraron en el derrumbe del sistema económico estatal y proteccionista que ellos mismos defendieron con uñas y dientes en los anos 60 y 70.
El peronista Carlos Menem, el ex exiliado izquierdista Fernando Henrique Cardoso y el nacionalista Partido Revolucionario Institucional, sólo para mencionar los casos más notables, son hoy heraldos de la reforma neoliberal en Argentina, Brasil y México, respectivamente.
En Chile, la izquierda fue excluída del proceso de ajuste por la dictadura de Augusto Pinochet, que la persiguió con dureza, pero uno de sus sectores históricos lo apoya ahora bajo el régimen demócrata cristiano. El mismo fenomeno ocurrió con partidos socialdemócratas de Panamá y Costa Rica.
Ese radical viraje de grupos influyentes del nacionalismo o la izquierda generó una situación muy curiosa.
Los neoliberales históricos han fracasado, en la mayoría de los países, en su intento de plasmar en políticas de gobierno las fórmulas teóricas que defendieron con tanto empeño en los anos de guerra ideológica con los partidarios de la intervención estatal.
Por ironía histórica, fueron sus antiguos adversarios que las pusieron en practica.
Hoy existe una alianza heterodoxa de hecho entre neoliberales y ex nacionalistas de izquierda, creada por el fracaso del modelo estatal y proteccionista y por la coyuntura mundial que determinó el ascenso del libre mercado y la reducción de papel del Estado.
Una alianza donde una parte no puede vivir sin la otra. Los neoliberales nunca alcanzaron el apoyo popular suficiente para aplicar sus ideas por la via democrática. Los nacionalistas, por su parte, han sido empujados a adoptar un proyecto económico ajeno para mantenerse en el poder.
El neoliberalismo tiene una deuda histórica con sus contrincantes porque sin ellos ninguno de los llamados "milagros" económicos contemporáneos habría sido posible en América Latina.
Por otro lado, los ex izquierdistas y nacionalistas necesitan la ayuda teórica de sus antiguos adversarios para solucionar problemas surgidos a raíz de la aplicación generalizada de las recetas del FMI y del Banco Mundial.
Cuestiones como el desempleo, la pobreza, la distribución de la renta, las migraciones y el déficit educacional son reconocidas hoy como los principales obstáculos a la consolidación de programas de apertura comercial y de libre competencia entre empresas privadas.
Ni el neoliberalismo en estado puro ni las doctrinas proteccionistas ortodoxas tienen la medicina adecuada a eses males, que ya existían, pero ahora son más agudos.
El FMI y el Banco Mundial admiten que sin resolver las urgencias sociales el proyecto de ajuste fracasará y la inestabilidad política será inevitable.
El problema es que tanto el neoliberalismo como las doctrinas proteccionistas ortodoxas no ofrecen soluciones para aplicar en una coyuntura nacional y mundial totalmente distinta de la existente en los anos 60, 70 y 80.
Lo que parece inevitable es que los dirigentes adscriptos a las dos corrientes deberán desarrollar juntas la fórmula que evite una nueva era de incertidumbre. (FIN/IPS/cc/ff/ip/96).
