El carácter incompleto y contradictorio de la información difundida por la Unión Soviética al ocurrir la explosión en Chernobyl agravó las consecuencias de ese accidente, el peor de la historia de la energía nuclear.
Pero diez años después, los funcionarios de Rusia y Ucrania nada parecen haber aprendido de ese episodio, según periodistas y organizaciones no gubernamentales (ONG) que siguieron la semana última una conferencia mundial sobre las consecuencias a largo plazo del desastre de Chernobyl.
Realizada en Viena a instancias de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) y la Comisión Europea, la conferencia congregó a 700 políticos y científicos, y el flujo de opiniones produjo una inundación de informes en muchos casos discordantes y en algunos, conflictivos.
La información oficial sobre las consecuencias de la explosión ocurrida en Chernobyl el 26 de abril de 1986 aún hoy no es completa y presenta contradicciones y errores, como en los días siguientes al accidente, cuando los funcionarios soviéticos buscaban presentar los hechos "del modo menos negativo" posible.
Se ignora la cantidad de victimas entre los cientos de miles de miembros de los equipos de "limpieza" enviados a la central y a su área circundante, y los expertos no logran acuerdo en cuanto a la incidencia de la leucemia entre quienes estuvieron expuestos a la radiación.
Funcionarios oficiales y delegados de algunas ONG afirmaron en la reunión de Viena no haber comprobado el incremento de enfermedades cancerosas más allá del cáncer de tiroides y así se hizo constar en el documento de conclusiones.
No obstante, un representante de la OMS admitió a la prensa, al cierre del encuentro, que ha podido confirmarse en la Federación Rusa una cantidad anormal de casos de leucemia entre un "determinado" grupo de limpiadores de radiactividad.
"Estoy a punto de explotar", expresó una desesperada corresponsal extranjera al tiempo que pasaba lista a las declaraciones contradictorias de expertos, algunos no identificados claramente.
Más difícil resulta analizar el caso de los limpiadores o "liquidadores" enviados a Chernobyl después de la explosión para sellar el reactor destruido y combatir la contaminación radiactiva en los alrededores.
Ante todo, nadie sabe cuántos liquidadores participaron de la tarea. Algunos creen que fueron 200.000, un informe basado en documentos de la desparecida Unión Soviética elevó la cantidad a 450.000, y para la mayoría de los periodistas presentes en la conferencia de Viena, no fueron menos de 600.000.
La polémica estalló también al momento de calcular el número de muertos entre los limpiadores a causa de la radiación. La conferencia oficial se limitó a señalar que no hay evidencias de relación directa entre el fallecimiento de limpiadores y el trabajo cumplido en la accidentada central.
Mientras, los primeros informes presentados a la reunión mantenida por las ONG paralelamente a la conferencia oficial aludieron a 6.000 limpiadores muertos a caua de varias enfermedades, de suicidio o accidentes de carretera. Pero con el transcurso de los días, la cantidad de víctimas fue corregida.
Natalia Preobrazhenskaya, de la ONG "Salvar a los niños de Ucrania de la tragedia de Chernobyl", afirmo que 60.000 de los 360.000 limpiadores ucranianos murieron por secuelas del accidente, y en la rueda de prensa final, otro informe redujo a 33.000 el número de decesos.
Brian Hanrahan, corresponsal en Moscú de la red británica BBC al tiempo del accidente, destacó que los vicios de la información oficial sobre Chernobyl provocaron la desconfianza del público, y esa situación aún perdura.
El primer comunicado oficial de la Unión Soviética posterior a la explosión del cuarto reactor de la central nuclear se limitó a informar que serían tomas "medidas" para enfrentar las consecuencias del accidente.
La explosión voló el techo de la planta nuclear y mató a 31 personas. La radiación expulsada al exterior se propagó por Ucrania y Belarus y de allí a toda Europa central y del norte.
Cuatro días más tarde, la radio estatal aseguró que el nivel de radiación en el agua era bajo, aunque agencias internacionales de noticias informaron que estudiantes recibieron en Kiev instrucciones de no beberla.
No fue sino hsta el 6 de mayo que el primer informe procedente del lugar apareció en el diario estatal Pravda, para garantizar que "no hay motivo para escepticismo injustificado", según el recuento realizado por Hanrahan en Viena.
A la reticencia de la prensa de la Unión Soviética ante los hechos se sumó un comunicado de la AIEA, que "básicamente no dijo nada" sobre la catástrofe, señaló Hanrahan.
"Resulta comprensible que una población que no fue informada durante varios años de toda la verdad" sobre Chernobyl "aún hoy desconfíe de las declaraciones oficiales", se reconoció en el documento final de la conferencia.
Mientras, Hanrahan destacó que "los funcionarios deben proporcionar información, así sea ésta buena o mala". (FIN/IPS/tra-en/sr/rj/ff/en/96).