Los planes de la multinacional minera con base en Gran Bretaña Rio Tinto Zinc (RTZ) de extrar titanio en la costa sudoriental de Madagascar son objeto de duras críticas por parte de grupos ambientalistas.
Los activistas sostuvieron que la actividad de RTZ en la isla africana producirá severa degradación ambiental en el bosuqe húmedo de la zona y diezmará su diversidad biológica, como ya sucedió en Sierra Leona y Sudáfrica.
La compañía minera afirmó que no han tomado hasta ahora ninguna decisión al respecto y que pasarán "varios años" antes de que resuelva comenzar sus operaciones en Madagascar. Pero las organizaciones no gubernamentales prefieren no dejarle margen para ello.
"Es habitual en RTZ decir que no tomaron ninguna decisión. Sabemos que van a seguir adelante con sus planes. La empresa sólo intenta evitar la oposición internacional", dijo Tony Juniper, jefe de campañas del grupo Amigos de la Tierra (FOE) en Londres.
Según los ambientalistas, los bosques húmedos de Madagascar son el hábitat de algunas de las especies de flora y fauna más raras del mundo, entre ellas más de 10.000 de plantas, 200 de reptiles únicos y 30 de lemures.
Las organizaciones que se oponen a la actividad de RTZ también manifestaron su preocupación con respecto al impacto de la minería en la economía local y el riesgo de desplazamiento de miles de habitantes de la isla.
La ejecutiva de asuntos corporativos de la compañía, Dorothy Harris, dijo que la campaña en su contra es innecesaria. "Muchas de las cosas que dicen es propaganda confusa. Recién estamos en los estudios de prefactibilidad y, si el plan funciona, toda la tierra destruida será restaurada", afirmó.
"Estamos firmemente comprometidos con la conservación" del ambiente natural, agregó Harris.
El dióxido de titanio (TiO2) es una sustancia que se encuentra debajo de arenas minerales y constituye uno de los pigmentos más usados para la fabricación de pinturas, papel, plástico, goma y titanio metálico destinado a la industria aeroespacial.
También conocido como ilmenita, su producción mundial de tres millones de toneladas anuales da lugar a una industria de 7.000 millones de dólares, con una demanda que crece cuatro por ciento al año. Los mayores compradores son empresas de Europa y América del Norte.
Su extracción es un proceso altamente destructivo, según los ambientalistas. Para realizarla, se emplean grandes dragas que parecen pequeños rascacielos. La vegetación del área se elimina totalmente, así como la tierra superficial. Allí se instalan estanques de agua de hasta 20 metros de profundidad.
Grandes máquinas flotantes en el nuevo lago ancladas a la orilla extraen arena mineral húmeda y la envían a una planta de procesamiento a una velocidad de 3.000 toneladas por hora.
Este procedimiento es usual en la costa sudoccidental de Sierra Leona, donde se produce ilmenita desde antes de la independencia, en 1961. RTZ dijo que se hará del mismo modo en Madagascar "si el plan obtiene luz verde", y aseguró que la devastación que hubo Sierra Leona no se repetirá en la isla.
Décadas de extracción de titanio en Sierra Leona convirtieron en baldías las tierras antes ricas para la agricultura. Los desechos remanentes en las piletas de drenaje se diseminaron a causa de las crecientes periódicas del cercano río Taia.
Las familias granjeras debieron emigrar a otras zonas. Las promesas del consorcio minero Sierra Rutile de ayudar a los desplazados y rehabilitar los suelos quedaron en la nada.
No hay duda de que Madagascar se convertirá en "otra Sierra Leona", según Juniper. Según los opositores al proyecto, 70 por ciento de los bosques húmedos de Madagascar, que cubren actualmente 58.000 kilómetros cuadrados (diez por ciento del territorio del país), desaparecerán si se avala la iniciativa.
Las declaraciones con respecto a la rehabilitación de las tierras utilizadas por RTZ fueron calificadas de "patéticas" por Andy Whitmore, del grupo ambientalista británico Minewatch.
En ese sentido, mencionó los proyectos mineros en los que participó RTZ en el área de St. Lucia, en la provincia sudafricana KwaZulu/Natal, que se clausuraron debido a protestas de los habitantes ante el presidente Nelson Mandela.
"Las compañías mineras aseguraron que rehabilitarían la tierra, pero allí solo quedaron dunas de arena y agua. Si cualquiera que visite el lugar ve un arbusto en lugares donde había vegetación cerrada, tendrá suerte", dijo Whitmore. (FIN/IPS/tra-en/js/rj/mj/en/96)