Una de las palabras más utilizadas en los medios de comunicación de Africa Subsahariana en relación al desarrollo de la región en estos días es "donante", mientras el concepto de autoconfianza parece haber desaparecido.
"La gente espera que algún donante llegue dispuesto a cambiar su destino", señaló el economista del Congreso de Uniones Sindicales de Zimbabwe, Godfrey Kanyenze.
Africa Subsahariana recibe más ayuda oficial al desarrollo que cualquier otra región del mundo. En 1993, obtuvo 16.400 millones de dólares, mientras el segundo beneficiario, Africa del Norte y Medio Oriente, obtuvieron 9.560 millones de dólares.
La ayuda oficial al desarrollo por habitante para la región también fue la más alta del mundo en ese año, sitúandose en 35,7 dólares, y representó 11,5 por ciento del producto interno bruto (PIB) de la región.
El síndrome de dependencia de los donantes permea tanto a los Estados como a la sociedad civil, pese a que muchos países occidentales han recortado sus programas de apoyo financiero a la región.
Pero no todos aguardan sin hacer nada la acción de gobiernos y donantes. Por ejemplo, en la localidad keniana de Thika, unos 30 kilómetros al sur de Nairobi, un grupo de empresarios decidió comprartir los costos de la reparación de la carretera del área.
No obstante, para muchos otros la asistencia extranjera es indispensable. En Congo "casi no exportamos otra cosa que petróleo. No tenemos presencia en el mercado mundial", dijo a IPS en Brazzaville el funcionario público Albert Oboa.
Según el funcionario, en las dependencias gubernamentales, "la gente no trabaja porque no recibe su salario regularmente. Nuestra única salvación es la ayuda extranjera".
Djimbi Appolinaire, del Directorio General del Congo para la Pequeña y Mediana Empresa, (PMEs), sostiene que la ayuda del exterior es necesaria simplemente porque el Estado no distribuye.
El empresario dijo que en 1991 el PMEs solicitó al gobierno un préstamo de 22.000 dólares para hacer un relevamiento de empresas en Congo, pero hasta ahora las autoridades no han logrado los fondos.
Pero la interrogante de si los fondos provenientes del exterior realmente ayudan sigue vigente. En su Informe de la Pobreza de 1995, la organización humanitaria Oxfam, con sede en Gran Bretaña, sostuvo que el grueso de la ayuda internacional es de relevancia cuestionable para los pobres.
Esto se debe a que los donantes "continúan asignando la prioridad a la promoción de sus propios intereses comerciales, en lugar de a la reducción de la pobreza".
Además, el flujo no se produce en un solo sentido. Entre 1990 y 1994, el servicio de la deuda hizo que la empobrecida Africa Subsahariana pagara 13.400 millones de dólares anuales a sus acreedores extranjeros, según Oxfam.
La pobreza genera dependencia en cualquier área que habiliten los donantes internacionales, lo cual no significa que los beneficiarios no tengan críticas sobre la pertinencia de algunas formas de ayuda extranjera.
La comerciante Clementine Tchendo cree que los fondos provenientes de instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial están "envenenados" debido a las condiciones impuestas a cambio de su entrega.
Goma Sylvain Fulbert, del Directorio de Artesanato del Congo, afirma que la cooperación interafricana es una dirección en la cual los países del continente podrían avanzar. (FIN/IPS/tra-en/nrn/lmw/lm/gm/kb/lp/dv/96)