La tentativa de Rusia por recobrar influencia en las cinco repúblicas ex soviéticas de Asia central descarrila en Uzbekistán, que intenta convertirse en centro político y económico de la región.
Desde su designación en enero, el canciller ruso Yevgeni Primakov visitó dos veces Taskent, la capital uzbeka, pero no logró el buscado acercamiento de Uzbekistán a Moscú ni a la Comunidad de Estados Independientes.
El presidente Islam Karimov rechazó las propuestas de cooperación bilateral presentadas por Primakov, y el canciller ruso debió aún sufrir el desdén de los funcionarios uzbekos, que consideraron "pobremente redactados" los proyectos de acuerdo recibidos de Moscú.
Uzbekistán enfrenta también la posición de Moscú en el caso de la crisis de la vecina república ex soviética de Tajikistán.
Mientras Rusia intenta sostener en el poder a su aliado tajiko Imomali Rajmonov, a quien entrega armas y ayuda financiera para luchar contra un movimiento rebelde, Uzbekistán solicita el diálogo entre las partes en lucha.
Combates librados en el distrito de Tavil-Dara han puesto en entredicho las posibilidades de Rajmonov de acabar con la rebelión y fortalecido la propuesta lanzada por el gobierno uzbeko.
"Karimov pretende contar en Tajikistán con un gobierno leal a sus intereses", destacó Sanobar Shermatova, una especialista en asuntos de Asia central.
"Tropas rusas combaten en la frontera de Tajikistán y Afganistán las incursiones de mujaidines afganos que apoyan a los insurgentes tajikos. Y los mujaidines están encabezados por el llamado general Dustum, de etnia uzbeka", observó Shermatova en el semanario Noticias de Moscú.
El gobierno de Uzbekistán, un país de 500.000 kilómetros cuadrados de superficie y 22,5 millones de habitantes, comenzó este mes una ambiciosa campaña de relaciones públicas, cuyo primer capítulo fue la invitación a académicos y periodistas extranjeros a una gira por el interior.
Uzbekistán, en un tiempo la más pobre de las repúblicas soviéticas, vivió durante varios años de la ayuda de Moscú, aunque ahora se propone demostrar que es un estado democrático y ordenado, en contraste con "la caótica" Rusia.
Pero grupos de derechos humanos denuncian nuevas medidas de control de la actividad de los principales partidos de oposición democrática y sobre la naciente prensa libre uzbeka.
Rachel Denber, representante en Moscú de Helsinki Watch, anunció que su organización prepara un informe para confirmar "la extendida violación de los derechos humanos" en Uzbekistán. Las acusaciones fueron rechazadas por el gobierno de Karimov.
"La nuestra es una democracia de mercado con peculiaridades nacionales. Somos reformistas, aunque no a cualquier precio, como nuestros vecinos", y "los resultados logrados en los últimos tres o cuatro años confirman el acierto de nuestra política", declaró Karimov a periodistas extranjeros.
"Karimov cree que Uzbekistán puede sobrevivir sin apoyarse en Rusia", señaló Sergei Solodovnik, del Instituto de Relaciones Internacionales de Moscú.
El presidente uzbeko "se inspira en los 'tigres' del sudeste de Asia y especialmente en Singapur. En su opinión, el modelo autoritario de 'democracia controlada' impuesto en Asia demuestra que las libertades democráticas no son necesarias para lograr el crecimiento económico", dijo Solodovnik.
El rígido control del Estado de la actividad económica y política, combinado con la negativa a cambiar un sistema patriarcal tradicional por "el desestabilizante liberalismo occidental", ha hecho del país un lugar seguro para la inversión extranjera, argumenta el gobierno.
La inversión extranjera por habitante es siete veces mayor en Uzbekistán que en Rusia. La mayoría de los capitales son destinados a la diversificación industrial, con el propósito de aliviar la dependencia del país de la exportación de algodón.
La venta de fibra de algodón representó el último año 57,8 por ciento de las exportaciones totales de Uzbekistán.
La empresa automovilística sucoreana Daewoo construirá al costo de 500 millones de dólares una planta de montaje de vehículos en la localidad de Asaka, y British- American Tobacco financiará la creación de una fábrica de cigarrillos en Samarcanda.
Karimov aseguró que el país será en tres años autosuficiente en materia energética gracias a la explotación de sus reservas de gas natural. Uzbekistán ya exporta gas y electricidad a naciones vecinas e incluso a áreas de Afganistán controladas por el general Dustum.
La venta de gas natural aportó en 1995 al país más de 14 por ciento de sus ingresos por exportaciones.
Hace sólo pocos años, Uzbekistan debía emplear la mitad de los ingresos por exportación de algodón en la compra de combustible y energía eléctrica. Pero según informes extraoficiales, la república ya se habría convertido en el quinto exportador mundial de uranio.
La balanza comercial registró en 1995 un superávit de 216,2 millones de doláres, frente a un saldo también positivo de 80,4 millones en 1994, informó la agencia rusa de noticias Interfax.
La Oficina de Estadísticas comunicó que el comercio con naciones ajenas al área de la Comunidad de Estados Independientes creció de 41,5 por ciento del total en 1994 a 56,5 por ciento en 1995.
El comercio exterior del país aumentó 13,2 por ciento el año último, al sumar 622 millones de dólares. Uzbekistán incrementó su exportación de algodón y energía y redujo la compra de alimentos, mientras crecía la importación de bienes de capital.
Las exportaciones mejoraron 15,6 por ciento, hasta alcanzar a 419,1 millones de dólares, y el aumento de las importaciones, que llegaron a 202,9 millones, fue de 10,9 por ciento.
Uzbekistán confía en que su crecimiento económico le permitirá desempeñar un papel independiente e influyente en Asia central.
El régimen de Karimov interrumpió varias veces el suministro de gas y electricidad a Kirgistán y Tajikistán, en demostración de poder, y también cuenta para sostener su influencia con la nutrida colonia de emigrantes uzbecos en esas dos naciones.
Así mismo, Karimov dispone de un ejército bien equipado de 70.000 hombres, que ha clausurado la frontera con Tajikistán para evitar el riesgo de desborde de la rebelión en curso en ese país.
Uzbekistán se propone ahora desafiar la débil e inorgánica Comunidad de Estados Independientes, mediante la creación junto con Kazajstán y Kirgistán de una alianza de Asia central. (FIN/IPS/tra-en/ss/rj/ff/ip/96).