El norte de Uganda recibe desde hace tres semanas un nuevo embate del rebelde Ejército de Resistencia del Señor (LRA), a pesar de que el presidente Yoweri Museveni había asegurado que el grupo estaba derrotado.
Los testimonios de los prisioneros capturados por el ejército de Uganda tras una batalla el miércoles coinciden en que el LRA, liderado por el ex herborista Joseph Kony, estableció una base en la reserva de ciervos de Kilak para secuestrar a niños, que componen el grueso de sus tropas.
Este grupo comenzó su lucha contra el gobierno de Museveni en 1987, poco después de la derrota del Movimiento del Espíritu Santo (HSM) que lideró la prima de Kony, la profetisa Alice Lakwena.
En 1994, después del fracaso de las conversaciones de paz, el LRA se trasladó a Sudán, donde, según las autoridades de Uganda, recibieron armas y refugio de Jartum y colaboró en los combates contra el insurgente Ejército para la Liberación del Pueblo Sudanés (SPLA).
El gobierno de Sudán, por su parte, asegura que Kampala respalda al SPLA.
Las bases de Kony fueron destruidas y obligadas a retroceder en octubre de 1995. Museveni anunció entonces que el LRA había sido derrotado. Pero un grupo de rebeldes atravesó la frontera sudanesa rumbo a Uganda el 7 de febrero, lo que demostró que el presidente estaba equivocado.
En las siguientes semanas, el LRA interrumpió el tránsito en las rutas septentrionales. Cientos de desplazados de pueblos vecinos debieron trasladarse hacia Gulu, la capital regional.
Kony entró a Uganda el martes pasado con 300 rebeldes y se dirigió a Atiak, 32 kilómetros al sur de la frontera con Sudán, donde el LRA mató a 200 personas el año pasado.
El miércoles, el ejército de Uganda atacó al LRA. Las fuerzas del gobierno mataron a 33 rebeldes, capturaron a 20 y sufrieron 18 bajas. Uno de los caídos del grupo insurgente era un niño de 13 años.
Todos los prisioneros capturados por el ejército de Uganda alegaron haber sido secuestrados por el LRA. Según algunos testimonios, Kony fue obligado a abandonar Sudán cuando el gobierno de ese país dejó de entregarles alimentos.
Uno de los prisioneros sostuvo que el plan del líder del grupo es establecer en Kiliak una base permanente para secuestrar niños y enviarlos a Sudán para su entrenamiento. Los rebeldes también tenían intenciones de usar las rutas del país para recibir armas.
Los prisioneros aseguraron que Kony planeaba matar a los guerreros más viejos pues temía que escaparan, y que prefiere a los más jóvenes pues son más fáciles de adoctrinar.
Mientras las intenciones del LRA continúan inciertas, las del gobierno de Sudán son, al menos para Uganda, evidentes.
El comandante de la división norte del ejército, brigadier Chefe Alí, opinó la semana pasada que Jartum pretende interrumpir los suministros a la zona controlada por el SPLA en su territorio, generar publicidad y estorbar el proceso previo a las elecciones previstas para mediados de año en Uganda.
La ofensiva del LRA tomó al gobierno por sorpresa al gobierno y el ejército de Uganda. Sin embargo, se sabía que la frontera con Sudán era muy permeable y que unos 100 rebeldes permanecían en Kilak, donde secuestraban niños y saqueaban propiedades.
Pero existen dificultades para patrullar la extensa frontera entre Uganda y Sudán, según Alí.
Para colmo, algunas de las tropas no pudieron combatir al LRA porque fueron enviadas al noroeste del país contra el Frente de la Ribera Oriental del Nilo (WNBF) que lidera Juma Oris, ex soldado del depuesto dictador Idi Amín Dada, y que supuestamente también recibe apoyo de Sudán.
La supervivencia de Kony es sorprendente. A principios de esta década, comenzó a apuntar contra su propio pueblo, los Acholi, secuestrando niños y amputando labios, narices y orejas entre la población civil.
En sus recientes ataques, el LRA envió previamente cartas para advertir a los pobladores que podrían ser asecinados si osaban acercarse a más de seis kilómetros de la ruta principal, manejaban bicicletas o arreaban patos u ovejas.
"Alguna vez tuvieron apoyo, pero ya no lo tienen. No puedo decir que lo perdieron en un 100 por ciento, pero ahora concitan menos de uno por ciento de las adhesiones", dijo la ministra Betty Bigombe, quien vive en el norte de Uganda. (FIN/IPS/tra- en/ab/kb/mj/ip/96)