Ting Tin-yu, un hombre de negocios de Taipei, ha estado observando nerviosamente el deterioro de los vínculos entre Taiwán y China durante las últimas semanas, a raíz de las maniobras militares de Beijing en el Estrecho de Taiwán para influir en las elecciones presidenciales del sábado en la isla.
Las elecciones no han embelesado a Ting. Con China flexionando sus músculos militares ante la puerta de Taipei, decidió dejar temporalmente la isla en un viaje de negocios. El ejecutivo tambien está pensando en vender su compañía de relaciones públicas y reintalarse fuera del país.
Ting es uno de los tantos aprensivos taiwaneses que temen consecuencias adversas en la floreciente economía de la isla, si los lazos Beijing-Taipei se deterioran aún más despues de una elección que, presumiblemente, ganará el actual mandatario Lee Teng-Hui, acusado por Beijing de fomentar el independentismo.
"Si China tiene la estrategia de cercar a Taiwán pero no atacarla, nuestra economía se frenará", previno Ting. "La gente rica se marchará. Surgirán problemas y habrá conmoción".
El comicio del sábado es particularmente significativo porque marcará la primera elección presidencial directa en la isla y generará una metamorfosis política hacia la democracia despues de una década de gobierno autoritario.
Un oscuro dirigente hasta hace 10 años, Lee ha emergido como el heraldo de cambios políticos en Taiwán, si bien ha colocado la isla en una amarga controversia con China, que la considera una provincia renegada. Beijing se enfureció en junio último cuando Lee realizó una visita privada a Estados Unidos.
China, además, ha venido observando nerviosamente la ruptura del largo aislamiento diplomático de Taiwán por la gestión de Lee, quién extraoficialmente ha encontrado a líderes mundiales y busca recuperar el asiento en las Naciones Unidas que la isla perdió en favor de Beijing en 1971.
China ha amenazado con el uso de la fuerza, si es necesario, para que Taiwán vuelva al redil. Desde 1949, cuando los comunistas derrotaron a las fuerzas nacionalistas del general Chiang Kai-skek y las expulsaron del continente, Beijing ha lanzado una serie de juegos de guerra en el curso de los años, que han aumentado en escala e intensidad, cada vez más cerca de las aguas taiwanesas.
Analistas militares dijeron que las actuales ejercitaciones han sido las más intensas de las series.
El viejo aliado de Taiwán, Estados unidos, ha enviado dos portaaviones a la región en un intento de mantener controlada a China, lo cual ha sumergido los vínculos chino-estadounidenses en su punto más bajo desde la represión de los estudiantes en Plaza Tiananmen en 1989.
Si bien Washington cambió su reconocimiento diplomático de Taipei a Beijing en 1979, ha mantenido estrechos lazos políticos y militares con la isla. Lee tiene fuertes conexiones con la mayoría republicana en el Congreso estadounidense, que avaló la concesión de su visa para que visitara el país el año pasado.
Lee, primer nativo taiwanés que ha roto el monopolio de los chinos continentales en la isla, ha jugado con éxito la nueva carta de identidad taiwanesa para aumentar sus índices de popularidad.
El mandatario niega que haya abandonado la reunificación con China, el canto del cisne del gobernante Kuomintang (KMT) de Taiwán en los años '40. Al mismo tiempo exige que Beijing sea más democrático antes que se concrete la unión.
El Kuomintang, o Partido Nacionalista, a su vez se ha visto dividido en la carrera por el voto. El principal desafiante de Lee es Lin Yang Kang, un ex vicepresidente del KMT que tiene el respaldo del Partido Nuevo, un grupo que enfatiza la reunificación con China.
Como Beijing, Linn, de 69 anos, culpa a Lee de las crecientes tensiones con China por sus esfuerzos para obtener mayor reconocimiento internacional en favor de Taiwán.
En el otro extremo del espectro político se encuentra el candidato del opositor Partido Demócrata Progresista (DPP), Peng Ming-min, que rechaza la reunificación con China.
Sin embargo, ninguno sacará tantos votos como el actual presidente de 73 años, quien ha aparecido en 10 concentraciones populares diarias. Sus partidarios lo aclaman cada vez que pronuncia frases antichinas en sus discursos proselitistas. "Lee esta fomentando el nacionalismo taiwanés", apuntó Ting.
"Quizás hay que responsabilizar a Lee por la declinación de las relaciones con China", dijo Jason Li, otro hombre de negocios de Taipei. "Pero quién hubiera pensado que China se iba a enloquecer porque Lee viajó a Estados Unidos. Como Lee Teng-hui, estamos listos para enfrentar a China", afirmó.
"Esto es un sitio y nosotros estamos unidos", declaró un publicista local. "Ahora tenemos un sentido de destino común".
A pesar de la aparente solidaridad entre los taiwaneses respecto a las explosiones temperamentales de Beijing, una profunda sensación de presagio se cierne sobre la isla.
Un pequeño grupo de continentales, hombres de negocios e intelectuales con experiencia en el trato con China, acusan a Lee de quebrar el delicado equilibrio mediante el cual Taipei usufructuó de un creciente acercamiento con Beijing, tanto político como económico.
Hace justo un año el presidente chino Jiang Zemin lanzó nuevas iniciativas de coexistencia con Taiwán, luego de un trienio de conversaciones exitosas entre funcionarios de las dos partes.
Lee tambien ha sido denunciado por sus rivales de ser paternalista, intolerante a las críticas y usar la campaña antichina para distraer la atención de sus propios escándalos personales, referidos a dudosos negocios con propiedades.
Para Lee, es importante la conquista del 50 por ciento de los sufragios el sábado, de lo contrario muchos analistas dijeron que Beijing sentirá que sus bravatas dieron resultado, y hará a Taiwán más susceptible a nuevas intimidaciones.
Para ganar esa mayoría, Lee deberá hacer profundos cortes en el voto proindependentista de Peng Ming-min, uno de los padres del movimiento por la soberanía de la isla. Sus audaces puntos de vista lo llevaron a cumplir largas sentencias en la cárcel bajo el régimen de ley marcial del extinto Chiang Kai-shek. (FIN/IPS/tra- en/rc/cpg/ego/ip).
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