SURINAM: Ambientalistas ponen en la picota a firma maderera

Un grupo ambientalista indonesio dará a conocer a fín de mes un estudio para obligar al gobierno de su país a tomar medidas respecto a una compañía maderera nacional, la cual está operando en Surinam y causando graves perjuicios ecológicos.

El grupo SKEPHI presentará al parlamento indonesio los resultados de una investigación realizada aquí el mes pasado, con la esperanza que el orgullo nacional mueva los legisladores a dar los pasos necesarios para controlar la firma maderera Musa.

Según SKEPHI, Musa no ha cumplido su acuerdo contractual con el gobierno de Surinam y está contaminando el ambiente en esta nación caribeña.

SKEPHI ya ha tomado contacto con el gobierno de Surinam con los resultados preliminares de su estudio, pero no encontró una buena acogida. La organización ha estado criticando las operaciones de Musa en este país por espacio de dos años. Ahora espera que el parlamento indonesio la obligue a marcharse de Surinam.

"Musa está dando un mal nombre a Indonesia", aseguró el titular de SKEPHI, Indro Thahijono, en una reciente rueda de prensa en Surinam.

"Nuestras investigaciones demuestran que Musa está mofándose de las normas de protección ambiental. La compañía no tiene un plan de trabajo adecuado, sus actividades tienen un efecto negativo en la gente del interior y, si bien Musa ha prometido al gobierno surinamés invertir dinero aquí en explotación forestal, carece de los fondos necesarios", aseveró.

Thahijono aseguró que Musa no estaba trabajando sus concesiones. La compañía exportó el año pasado 35.000 metros cúbicos de madera, de los cuales la mayoría provinieron de otros sitios. Según su contrato, Musa debería adquirir a terceros un volumen que no exceda el 10 por ciento de su producción.

"Musa no trabaja para nada en sus concesiones. Solo se limita a comprar de otros que carecen de un acuerdo con el gobierno. En algunos casos ha cargado sus maquinas", denunció.

"Esos individuos y el personal de Musa están pelando los campos en el interior. Hemos visto un área montañosa de casi 7.000 hectáreas al sudoeste de Surinam en la cual parece que hubieran arrojado bombas, a tal punto alcanza la devastación", agregó.

Sin embargo, la compañía maderera niega los cargos.

"Trabajamos en nuestra concesión. Realizamos nuestra tarea en el interior de acuerdo con las instrcciones de un consultor y funcionarios del Servicio Forestal del gobierno, que es una sección del Departamento de Recursos Naturales", declaró Humberto Pinas, un vocero de la empresa.

Musa posee una concesión de 150.000 hectáreas en el interior de Surinam y pretende un millón de hectáreas adicionales para ampliar sus operaciones.

El gobierno es proclive a conceder a Musa y otras dos firmas extranjeras el aumento de concesiones madereras que pidieron debido a los 5.000 puestos de trabajo y mayores ganancias que aportará la expansión de la industria.

El país, situado entre Guyana y la Guayana Francesa, en la saliente oriental de América del Sur, tiene 400.000 habitantes. El 20 por ciento de la fuerza activa está sin trabajo y un 80 por ciento de la población vive bajo el umbral de pobreza.

Surinam se independizó de Holanda en 1973. Ha padecido dos golpes militares en los últimos tres lustros y seis años de guerra civil con residentes del interior, la mayoría amerindios y maroons (descendientes de esclavos prófugos), por la negligencia oficial.

La guerra perjudicó seriamente las perspectivas económicas del país porque las fuentes de recursos de moneda extranjera, como la industria de bauxita, fueron blancos de los rebeldes que destruyeron maquinarias e importantes infraestructuras.

Los años turbulentos se vieron agravados por la decisión del gobierno holandés de retirar un multimillonario paquete de ayuda, prometido durante la independencia, debido a abusos humanitarios.

Ahora que el país esta tratando de recuperarse a través de un programa de ajustes estructurales, cuya pieza central son las inversiones extranjeras en las lucrativas industrias minera y maderera, grupos ambientalistas e instituciones financieras en torno a la región y del resto del mundo han estado echando agua fría al plan.

Las entidades han señalado la necesidad que Surinam mantenga la pureza de su ambiente, como el principal motivo de cautela en la apertura de esas áreas de inversiones.

Alrededor del 85 por ciento de los 163.265 kilómetros cuadrados de territorio del país es una jungla densa y escasamente poblada.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) pidió el año pasado a Surinam que frene nuevas inversiones madereras por tres años, y encuentre fuentes compensatorias de ingresos para dar tiempo a la realización de estudios de factibilidad sobre usos alternativos de recursos naturales.

Sin embargo, la respuesta del gobierno a la propuesta fué que todavía no había visto nada concreto sobre fuentes alternativas de dinero. (FIN/IPS/tra-en/gc/da/ego/en).

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