Los millones de estadounidenses que ingieren cotidianamente productos lácteos tratados con hormonas de crecimiento bovino se exponen a contraer cáncer, aseguraron científicos independientes y defensores de los derechos del consumidor.
La advertencia fue lanzada por la Coalición para la Prevención del Cáncer (CPC), una organización de la ciudad de Chicago que investigó los efectos en la leche de las hormonas de crecimiento bovino.
"La leche obtenida de vacas inyectadas con hormonas de crecimiento bovino aumenta el riesgo de cáncer de mama y de colon", afirmó Samuel Epstein, director de la CPC y autor del estudio.
Los hallazgos de Epstein aumentaron la preocupación de científicos y ambientalistas respecto de los alimentos tratados con productos bioquímicos y fortaleció la demanda del etiquetado de advertencia en los lácteos.
El estudio demostró que las hormonas analizadas aumentan la presencia en la leche del llamado IGF-1 (factor de crecimiento similar a la insulina), que provoca crecimiento y división de células en los animales y en el organismo humano.
El IGF-1 regula el crecimiento y la división de las células, especialmente en los niños, y la investigación contemporánea lo relaciona con el cáncer.
"El incremento del nivel de IGF-1 en la leche favorece el cáncer en las células mamarias y en el colon", afirmó Epstein, que también se desempeña como profesor de medicina ambiental en la Universidad de Illinois.
Las hormonas de crecimiento bovino son comercializadas desde febrero de 1994 por la corporación estadounidense Monsanto, un gigante de la industria química, que obtuvo la aprobación para su producto de la Food and Drug Administration (FDA).
Los fabricantes de la hormona aseguran que su administración al ganado aumenta mas de 20 por ciento la producción de leche.
"¿Eficiencia a qué costo? ¿Al costo de la vida de millones de personas?", se preguntó Michael Colby, director ejecutivo de Alimentos y Agua, un grupo defensor de los derechos del comsumidor estalecido en Vermont que reclama la prohibición de la producción y venta de las hormonas cuestionadas.
"Sólo Monsanto se beneficia de este producto. Las empresas lácteas deben alinearse junto a los consumidores e impedir el uso" de las hormononas en las granjas, dijo Colby.
Stacey Soble, portavoz de Monsanto, respondió que el empleo del producto denunciado "es absolutamente seguro. La FDA lo aprobo" y no ha revisado su decisión.
Pero los científicos que integran el CPC puntualizaron que la ausencia de una nueva investigación oficial no excusa a Monsanto.
La FDA se negó a avalar los últimos hallazgos de Epstein sobre los efectos adversos de las hormonas de crecimiento bovino argumentando que el IGF-1, como todas las proteínas, se disuelve en el proceso de digestión.
Richard Teske, del Departmento de Salud y Servicios Humanos, respondió al CPC que "el IGF-1 con origen en la leche es insignificante", en comparación con "la exposición endógena cotidiana" al mismo factor.
La FDA tampoco acogió la demanda del etiquetado de advertencia de la leche obtenida de animales inyectados, pues no concuerda con las investigaciones de Epstein que vinculan los bioquímicos con el cáncer.
Epstein descubrió una alta concentración de IGF-1 en las células de la ubre de las vacas lecheras tratadas con hormonas del crecimiento, un caso que no se repite en el ganado no inyectado.
Asi mismo, comprobó infecciones de ubre en más de 80 por ciento de los animales inyectados. La infección debe ser atacada con antibióticos, para evitar la contaminación de la leche con pus.
Pero el empleo de antibióticos, advirtio Epstein, resulta en "residuos que son ingeridos por los consumidores de la leche".
Presionado por consumidores, ambientalistas y asociaciones de granjeros, el Parlamento Europeo resolvió la semana última exigir el etiquetado de advertencia para todos los alimentos tratados con productos de la ingeniería genética que son comercializados en Europa.
Inspirados por la victoria de los consumidores europeos, varios grupos ambientalistas estadounidenses proyectan una serie de protestas en Ottawa, donde el 8 de mayo se reunirá la Comisión del Códex Alimentario de la Organización Mundial de Comercio.
La comision, que cuenta con 130 integrantes y está radicada en Roma, tiene autoridad para regular la seguridad y el etiquetado de los alimentos. (FIN/IPS/tra-en/hr/sw/ff/he/96).