Elisa Landín tiene 70 años, el rostro ajado y los tobillos hinchados de tanto estar de pie. Es una de las madres de Plaza de Mayo, que este viernes rechazaron la custodia policial en los actos por los 20 años del golpe militar y todas las advertencias del gobierno argentino.
El ministro del Interior, Carlos Corach, dijo este viernes que está garantizada la seguridad de los actos. Pero en la víspera había pedido a la justicia que suspenda recitales y marchas del fin de semana, debido al rechazo del control policial de Hebe de Bonafini, presidenta de la agrupación.
"Le guste o no a la señora de Bonafini, el gobierno no va a delegar la responsabilidad de custodiar el orden público", aseveró Corach. Bonafini respondió que las madres no pueden confiar en la misma policía que "hoy sigue matando jóvenes en las calles" como hace 20 años.
Entretanto, el jefe de policía Adrián Pelachi amenazó con renunciar si el Concejo Deliberante de la capital aprueba una ordenanza para pintar murales en una dependencia policial que fue campo clandestino de detención en los años 70 con el nombre de "El Olimpo".
Los ediles quieren que la prisión ilegal, situada en un barrio popular de la capital argentina, sea convertida en un Museo de la Memoria. Pero Pelachi dijo que para que eso sea posible "habría que recordar también a los muertos del terrorismo", en alusión a las víctimas de las acciones guerrilleras.
Los actos, que comenzaron el jueves último con la tradicional ronda de las madres en el paseo público del que tomaron su nombre, siguen este sábado con un recital de músicos populares como el cantante Fito Páez. Este domingo, día en que se conmemora el aniversario del golpe, realizarán una marcha.
La plaza está decorada con rostros en blanco y negro de los jóvenes de los 70 hoy desaparecidos y con carteles que sugieren a un visitante desprevenido que el golpe de 1976 continúa, y que aún no fueron juzgados ni condenados ni indultados los jerarcas del régimen, como efectivamente ocurrió en los 13 años que lleva el período democrático.
"Cárcel a los genocidas", "No a la impunidad", "Libertad a los presos políticos y cese de las persecusiones", "No olvidamos ni perdonamos", "La generación del 70 vive en las puebladas", "La policía sigue asesinando y torturando", son sólo algunos de los carteles.
Elisa llegó este viernes temprano a la plaza para vender camisetas con leyendas que rezan "La única lucha que se pierde es la que se abandona". Cuando esta cronista se acerca y se identifica como tal se excusa enseguida.
"Mejor llamo a una compañera. Yo hace cuatro meses que no vengo porque mi marido está enfermo", dice. Pero cuando IPS le explica que las preguntas no apuntan a lo que ocurrió en los últimos meses sino hace 20 años, sus ojos se humedecen automáticamente y su voz se quiebra.
"Yo perdí a dos hijos. Martín tenía 21 años cuando desapareció. Estaba haciendo el servicio militar. Horacio tenía 25 y era delegado gremial de fábrica. Antes de su secuestro mi casa fue allanada y saqueada cinco veces. La última, como ellos no estaban, nos llevaron a mí y a mi esposo (de 50 y 57 años)", recuerda.
"Estuvimos 48 horas detenidos en la Escuela de Mecánica de la Armada (donde funcionaba el principal centro ilegal de detención). Nos torturaron y nos golpearon, pero al menos en ese momento mis hijos estaban vivos, después se los llevaron a ellos", cuenta casi llorando.
No obstante el drama que la sacudió entonces, dice que su lucha no es sólo por sus dos hijos. "Es por los 30 mil" que fueron víctimas de la represión ilegal. "Yo transformé mi dolor en lucha y creo que gané, porque ahora me doy cuenta que conseguimos que la memoria siga viva".
Era maestra cuando se llevaron a sus hijos, pero dejó todo para dedicarse a la búsqueda. "El menor siempre me decía 'mamá, qué historia de mierda les enseñas a tus alumnos', y tenía razón, era muy lúcido. Yo aprendí mucho de historia argentina después de lo que me pasó".
Elisa tiene otros tres hijos y 12 nietos. Está segura que no habrá incidentes en los actos y que las propias madres, con su presencia, garantizarán la seguridad. "El domingo viene toda mi familia y eso es lo que más me alegra ahora, porque quiere decir que mi lucha no fue estéril". (FIN/IPS/mv/dg/hd/ip/96)