Despues de décadas de guerra civil, los cañones han sido silenciados y el antiguo campo de batalla de Camboya, lentamente, se está transformando en un bar flotante.
Innumerables carteles promocionando una plétora de cigarrillos y marcas de cervezas han proliferado en Phnom Penh, mientras burdeles, clubs nocturnos y salones de masaje salpican las calles.
Más que el impacto en la moral de los jóvenes, funcionarios de de sanidad están cada vez más preocupados acerca de los efectos de los cigarrillos y el licor en la salud de la población camboyana, físicamente débil por su mala alimentación.
"Entre el cinco y 10 por ciento de todos los pacientes hospitalizados en Camboya sufre males vinculados al vicio de fumar", declaró Dy Narong Rith, secretario de estado para la Salud, quién estimó que el 50 por ciento de la población de nueve millones fuma o masca tabaco.
Mientras que ambas costumbres no son completamente nuevas para los camboyanos, la promoción del tabaco en los últimos años ha alcanzado un tono febril, porque los fabricantes británicos, japoneses y franceses luchan por conquistar el mercado.
"Los camboyanos se están transformando rápidamente en víctimas de una de las más intensas campañas publicitarias de tabaco en el mundo", dijo Georg Peterson, un médico de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La producción doméstica de cigarrillos, una de las mayores fuentes de dinero, tambien ha crecido vertiginosamente de 73 millones de paquetes en 1985 a más de 184 millones en 1994.
Pese a que el gobierno amenazó eliminar la publicidad tanto de los cigarrillos como del licor, los grupos de presión que respaldan a ambos productos parecen ser muy fuertes y llevan las de ganar.
Los expertos en salud señalaron que el verdadero peligro para la población camboyana consiste en la combinación de fumar con enfermedades ya prevalentes como tuberculosis (TB).
El gobierno calculó que los muertos por TB ascendieron a 13.000 en 1994. El número de casos en el año tambien aumentó agudamente a 40.000 en relación a los 15.000 del período anterior.
"Muchos de los que perecieron por TB tambien eran HIV- positivos, lo que hacía sus sistemas inmunológicos menos resistentes", explicó Kong Kim San, director del Centro Nacional de Antituberculosis.
Otro mal de fulminante propagación en Camboya es el sida, que invadió el país a través de miles de soldados de la fuerza de paz de las Naciones Unidas (ONU) entre 1991-1993, que catapultaron la prostitución. De 5.000 meretrices a fines de los años '80, su número ascendió a casi 30.000 en 1994, según cifras oficiales.
Un estudio de la OMS indicó que ahora hay entre 50.000 y 90.000 personas en Camboya que son HIV-positivas, si bien solo se registraron 86 casos comprobados de sida.
El Ministerio de Salud estimó que más de 37 por ciento de las meretrices en el país están infectadas con el HIV, el virus que provoca el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida).
Debido a la falta de facilidades sanitarias básicas en la mayor parte del país, enfermedades que pueden ser fácilmente erradicadas siguen siendo endémicas.
Un reciente informe del Banco Mundial describió la situación sanitaria en Camboya como "una de las peores en el mundo en desarrollo". La expectativa de vida es de 54 años, comparada con los 63 del resto de la región del Sudeste de Asia. El índice de mortalidad infantil asciende a 10 por cada 100 nacimientos.
Los problemas sanitarios más serios incluyen diarrea, malaria, dengue, infecciones respiratorias y complicaciones en la natalidad.
A pesar que las instalaciones sanitarias camboyanas mejoraron en los últimos años, todavía falta mucho por hacer. Los camboyanos dicen que la mayoría de los hospitales públicos carecen hasta de los medicamentos básicos.
Además, acusan a los médicos estatales, mal pagados, de aceptar sobornos para desempeñarse normalmente.
Un estudio reciente descubrió que más del 50 por ciento de las aldeas dependen casi exclusivamente de la automedicación, mientras solo el 19 por ciento tiene acceso al sistema de salud pública.
Otro problema es la concentracion en Phnom Penh del personal sanitario más calificado, lo que deja librada las aldeas a la acción de curanderos y charlatanes.
"El aumento en el número de adictos al cigarrillo y tambien de la prostitución está afectando los escasos logros obtenidos por el programa nacional de salud", dijo un funcionario del ministerio.
Admitió que la tendencia seguirá en aumento a menos que el gobierno ejerza la voluntad política requerida para reprimir a los fabricantes de licores y cigrarrillos, como tambien a los operadores de lenocinios, quienes constituyen una vasta fuente de dinero y sobornan a políticos y funcionarios oficiales.
La razón del auge de los cigarrillos, la cerveza y los burdeles no es difícil de encontrar. Con una economía aún devastada por la guerra y un ingreso por persona de 200 dólares anuales, esas son las únicas empresas en que pequeños y medianos negociantes pueden invertir y obtener una rápida rentabilidad.
"Para los empresarios en Camboya, este parece ser el único modo de conseguir capital de trabajo para invertir en otras actividades", dijo un analista económico que trabaja con un grupo de estudios políticos en Phnom Penh.
En ausencia de hombres de negocios nativos, aquellos que ganan dinero en este país son tailandeses o singapureanos, así como un puñado de comerciantes de orígen chino.
"El pueblo camboyano sobrevivió a los horrores de las alfombras de bombas arrojadas por los estadounidenses, al genocidio de los Khmer Rojos y los años de privaciones, pero ahora podría ser exterminado por el vaquero de Marlboro", comentó un diplomático asiático basado en Phnom Penh. (FIN/IPS/tra- en/th/ral/ego/he/96)