El jefe del gobierno militar, general Sani Abacha, echó un cubo de agua fría sobre las pretensiones salariales de los funcionarios del Estado, al anunciar "mejores formas" de aumentar su poder adquisitivo.
El anuncio defraudó a los sufridos funcionarios, después de una interminable espera por una decisión gubernamental que diera satisfacción a sus reivindicaciones.
En lugar de salarios más altos, Abacha dedicó la semana pasada a los funcionarios públicos una lección sobre la inconveniencia de reclamar su aumento.
"Existen mejores formas de elevar el poder adquisitivo de los trabajadores, en lugar de constantes aumentos salariales", dijo el Presidente, agregando que el gobierno militar prefiere mejorar los servicios antes que conceder incrementos sobre los sueldos empeorando la inflación.
Las remuneraciones de los funcionarios públicos son penosamente bajas en Nigeria, el país más poblado de Africa. El sueldo mínimo mensual es de 1.253 naira, que sólo equivale a 15 dólares, mientras que el máximo, correspondiente a un director general, equivale a unos 60 dólares.
Estos niveles salariales están abismalmente distanciados de las escalas de sueldos del sector privado, e incluso de la empresa petrolera estatal Corporación Nacional de Petróleo de Nigeria, donde un chófer gana más que un director general de la administración pública.
El gobierno dimitió a finales del año pasado a miles de funcionarios, como parte de un plan para revitalizar el servicio público y con la promesa de que aquellos que permanecieran serían mejor pagados a fin de aumentar su eficiencia y elevar su moral.
Sin embargo, la decepción ganó a los servidores del Estado tras el reciente anuncio de Abacha. "Como de costumbre, el gobierno no ha sabido apreciar la enormidad del problema", dijo a IPS Sylvester Ejiofor, secretario general del Sindicato de Empleados Técnicos del Servicio Civil.
El dirigente sindical expresó que la preocupación gubernamental por la tasa de inflación -que ha sido rebajada a la mitad, situándose alrededor de 50 por ciento anual- podría haber sido comprendida si no fuera tan grave el nivel de pobreza de los funcionarios y existiera fé en un firme control de la inflación.
"La paradoja -agregó Ejiofor- es que el país no podrá salir de su crisis económica sin un servicio civil eficiente, ya que la prosperidad del sector privado depende de la eficiencia del Estado".
La baja remuneración, una pésima moral y la inseguridad del empleo, han contribuido a la generación de diversas estrategias de sobrevivencia entre los 200.000 empleados de la administración pública.
No obstante, como señaló Ejiofor, la mayoría de esas estrategias van en detrimento de la realización efectiva del trabajo normal de los funcionarios en el servicio público. (FIN/IPS/tra-en/oo/oa/arl/ip-if/96)