Políticas privatizadoras y tradiciones nacionalistas encienden intensos debates en México entre gobierno, oposición y analistas sobre el futuro de la industria petrolera local, estatizada en 1938.
Con una producción diaria de 2,6 millones de barriles de crudo, inversiones anuales por 3.800 millones de dólares y ventas por 7.200 millones, la empresa estatal Pemex es una de las pocas de su tipo en el mundo que no ha permitido inversiones extranjeras en actividades de exploración y explotación.
"Hoy, como hace 58 años, el petróleo es patrimonio de los mexicanos. Hoy como hace 58 años, el petróleo es símbolo de nuestro soberanía y baluarte de nuestra convicción nacionalista", dijo este lunes el presidente Ernesto Zedillo.
El pronunciamiento, que no mencionó la decisión gubernamental de privatizar 61 complejos petroquímicos propiedad de Pemex, fue parte de una conmemoración oficial, que a diferencia de años pasados, estuvo ahora acompañada por multitudinarias marchas callejeras de la oposición en varias ciudades del país.
"No a la privatización", "se quiere desmantelar Pemex, entregar la soberanía y enterrar la tradición nacionalista", fueron las consignas de los opositores contra las estrategias del gobierno en materia energética.
Para Ronald George, vicepresidente del Instituto Canadiense de Investigación Energética, la apertura de la industria petrolera mexicana a capitales extranjeros es inevitable a largo plazo, pues México necesitará mayores inversiones para mantener su actual nivel de competitividad.
Una señal de apertura, dice George, es la anunciada venta de 61 complejos petroquímicos, cuya cotización el gobierno calcula en unos 2.000 millones de dólares, cifra que la oposición considera ridícula, frente a los más de 10.000 millones que estima deben valer.
Es necesario que México permita el ingreso de nuevos capitales y que se entienda que eso no significa perder soberanía, opinó Raúl Quijano, director para América Latina de la consultora estadounidense Petroleum Finance Company.
El control estatal sobre la actividad petrolera, que en escuelas y colegios mexicanos se enseña como un triunfo del nacionalismo, debe despolitizarse con miras a desarrollar una industria energética de primer nivel, coinciden en señalar George y Quijano.
"A los mexicanos se no ha adoctrinado para pensar que la creación de monopolios estatales es la mejor manera de preservar la soberanía nacional, aún cuando la experiencia internacional señala una conclusión totalmente distinta", dijo el analista Sergio Sarmiento.
Aunque en campos como el financiero, puertos, aeropuertos, plantas eléctricas y ferrocarriles el gobierno ya emprendió procesos de privatización, en el área petrolera se ha manejado con extremo cuidado.
Para evitar que las plantas petroquímicas pasen a manos de transnacionales, el centroizquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD), tercera fuerza política mexicana, inició esta semana una colecta pública con la que se aspira crear una empresa popular que compre acciones a Pemex.
"La venta de los activos del estado es violatoria de la ley. Preservar para la nación sus sectores estratégicos y prioritarios es condición para garantizar un crecimiento autónomo, que no esté sujeto a vaivenes y presiones internacionales", dijo el líder del PRD, Cuauhtemoc Cárdenas.
Respondiendo a pedidos de los empresarios, que temen que inversionistas extranjeros acaparen la compra de acciones de las petroquímicas, el gobierno de Zedillo anunció que dará prioridad a los capitales nacionales en el proceso de privatización.
"Pemex sujetará sus acciones al imperio de la ley y buscará en el derecho protección frente a la pasiones políticas. Un Pemex fuerte, ágil y eficiente es fuente de soberanía económica y autonomía del Estado mexicano", dijo Adrian Lajous, director de la empresa estatal.
Más allá de los debates sobre el impacto que tendría la apertura de Pemex a capitales foráneos, "es claro que el sector energético necesitará a futuro mayores recursos, sean estos nacionales o extranjeros", apuntó Raúl Millares, presidente de la Asociación Nacional de la Industria Química.
Según declaraciones de Zedillo, el ingreso de capitales internacionales parece estar descartado al menos en el corto plazo.
"Reafirmo que, como parte escencial de la soberanía, el Estado mexicano mantiene, y seguirá manteniendo, íntegro control sobre la explotación de petroleo", dijo el mandatario.
El directorio de Pemex promete que este año la producción de crudo aumentará, sin permitir la participación de inversiones extranjeras, a 2,8 millones de barriles diarios, 200.000 más que en 1995, y la de gas natural a 4.300 millones de pies cúbicos, 500 millones más que el año pasado. (FIN/IPS/dc/ag/if/96)