LAOS: Vieja guardia mantiene con rienda corta a reformadores

El sexto Congreso del Partido Popular Revolucionario de Laos (LPRP) resultó más una renovación de viejos valores e ideología que un cambio progresista, y confundió las expectativas de participantes y observadores.

Hubo argumentos importantes, en especial las iniciativas políticas adoptadas por el último congreso del partido en 1991, cuando el LPRP respondió al inminente colapso de la Unión Soviética, su principal apoyo foráneo.

Entonces, el gobernante partido comunista comenzó a poner en marcha reformas de libre mercado. Si bien ahora no revirtió completamente el rumbo, el partido prefirió enfatizar los peligros perceptibles emanados de la política de puertas abiertas, como los problemas sociales y la falta de control económico.

Con una población de 4,6 millones de habitantes, Laos es el estado comunista más pequeño que perdura, y la amenaza de una dominación económica y cultural por parte de sus vecinos mayores – Vietnam, China y Tailandia- sigue siendo un tema acuciante para el partido.

Por eso, en el congreso de la semana pasada, se decidió avanzar con precaución, manteniendo la rienda del poder en las manos de sus miembros más antiguos y desvirtuando así meses de especulaciones de algunos observadores de Indochina, en el sentido que los veteranos dejarían lugar a una joven brigada reformadora.

Pese a que el Jefe del Estado de 82 años y veterano del partido, Nouhak Phoumsavan, renunció al Politburó, el nuevo grupo dirigente está representado por miembros de la segunda generación de revolucionarios reclutados por el partido en los años "60.

Pocos jóvenes fueron promovidos al comité de 49 miembros, si bien el 75 por ciento del organismo está constituído por individuos que ingresaron al partido antes de la revolución en Laos en 1975.

"Algunos de nosotros estamos decididamente desilusionados que no haya un claro cambio generacional", dijo un joven militante del LPRP que pidió no ser identificado.

El reformista más prominente que sintió el impacto de la nueva posición ideológica del congreso fué el viceprimer ministro Khamphoui Keoboulapha, quién fué expulsado del Comité Central.

Khamphoui, que encabeza la Comisión de Planeamiento y Cooperación que supervisa toda la ayuda y las inversiones foráneas que llegan a Laos, ha ligado su destino a la ascención de una burogracia profesional que pareció emerger despues del quinto congreso partidario.

Ante los ojos de la comunidad internacional, es considerado uno de los miembros más económicamente ahorrativos del partido, y ha logrado el aprecio de hombres de negocios extranjeros y donantes.

Las especulaciones sobre su caída en desgracia están centradas en el hecho que, como zar económico, deberá cargar con la culpa de la grave escalada inflacionaria del año pasado, que provocó una devaluación del 20 por ciento y obligo al gobierno a prohibir todas las transacciones comerciales con divisas extranjeras.

Miembros del partido agregaron que Khamphoui tambien ha sido criticado por la celeridad de las reformas y gozar de una estrecha relación con inversores foráneos. Hubo una definitiva percepción que se ha "desviado" demasiado de la revolución.

Khamphoui, igualmente, estaría siendo penalizado por su defensa de alto perfil a proyectos estructurales en gran escala, en especial energía hidráulica, que cayeron bajo el fuego de la crítica por ser costosos y perjudiciales para el ambiente.

Con el precedente partidario que los altos funcionarios del gobierno deben ser al menos miembros del Comité Central o tener rango más alto, es casi un hecho que Khamphoui perderá su puesto de viceprimer ministro y tambien de jefe de la Comisión de Planeamiento y Cooperación.

Una fuente occidental interpretó en Laos ese hecho como "una clara señal" que la cúpula oficial teme perder el control y "por eso no quieren correr hacia adelante tan rápidamente".

La veracidad de esa observación se cristalizó en el informe político preparado por el congreso, que ratificó la necesidad de aumentar el control estatal sobre la economía. "La acción de privatizar empresas estatales, en algunos casos, ha sido tan rápida que dió como resultado la pérdida de la propiedad pública", dijo.

Mientras el partido se comprometió a continuar la política del gobierno destinada a atraer inversiones extranjeras, dijo que se debe hacer mediante una "ósmosis gradual entre la economía propia e internacional".

Dejando de lado conceptos económicos e ideológicos, otra tendencia importante que emergió del congreso es el creciente poder de los militares.

Seis de los nueve miembros del organismo electos por el congreso son militares en actividad o retirados y titulares de ministerios claves como Interior, Información y Cultura.

También, el actual primer ministro laosiano y ex jefe de las fuerzas armadas, Khamtay Siphandone, fué reinstalado como secretario general del partido. Está previsto su nombramiento como Jefe del Estado en la próxima asamblea nacional de abril.

Por primera vez en su historia reciente, los militares tampoco recibirán asistencia de fuentes foráneas. Para pagar las armas y los sueldos de los soldados, los militares han respondido de la misma manera que sus similarees en Vietnam, Camboya y China, mediante la creación de pequeñas empresas.

Los militares laosianos tienen intereses ahora en la industria maderera, el turismo y la construcción. Recientemente formaron una empresa mixta con intereses chinos para construir una fábrica de municiones en el norte del país.

Dando a los militares capacidad de hacer dinero, es improbable que el ejército quiera abandonar las reformas de libre mercado y, por eso será interesante comprobar de qué manera su asunción en los rangos políticos dara lugar a una nueva política económica, teniendo en cuenta que la vieja guardia sigue en sus asientos. (FIN/IPS/tra-en/an/cpg/ego/ip).

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