El gobierno de Japón finalmente ofreció un plan de compensación para las 13.000 víctimas de envenenamiento por mercurio que en el transcurso de las últimas cuatro décadas iniciaron pleitos contra un laboratorio local.
El gobierno pagará a cada víctima 220 dólares mensuales para gastos médicos, y Chisso Corporation, el laboratorio que durante años arrojó mercurio en la bahía de Minamata, deberá compensarlas con 22.000 dólares por daños y perjuicios.
La propuesta está dirigida exclusivamente a aquellas víctimas que decidan abandonar los litigios en curso.
"Decidí aceptar el plan gubernamental, que me dará una cantidad mensual de dinero para gastos médicos y una compensación de Chisso, porque el tiempo se me está acabando", manifestó una mujer de 54 años llamada Kyoko.
El plan prevé la creación de un fondo público para que Chisso, con dificultades financieras, pueda pagar la compensación a las víctimas. El gobierno central aportará al fondo 20 millones de dólares, y el gobierno local de Kumamoto, 10 millones de dólares.
Aunque la mayoría de las víctimas están dispuestas a aceptar la propuesta porque ya son mayores y necesitan dinero, cuestionan la forma de recaudación de los fondos.
"El plan no obliga a la propia empresa contaminante a indemnizar a las víctimas, lo cual es uno de nuestros principales reclamos", observó Kyoko.
Los litigios contra Chisso, que durante años arrojó mercurio en las aguas de Minamata mientras el gobierno fingía que no ocurría nada, se han acumulado durante las últimas cuatro décadas. Cientos de víctimas que esperaban una compensación ya murieron.
El primer caso de contaminación por mercurio fue detectado en 1956 en Minamata, una tranquila aldea de pescadores de la prefectura de Kumamoto, en el sur de Japón.
El envenenamiento por mercurio, que desde entonces se conoce en Japón como la enfermedad de Minamata, es uno de los peores casos de contaminación industrial del mundo en la posguerra.
El gobierno reconoció oficialmente a sólo 3.000 víctimas gravemente afectadas por el mercurio, que fueron compensadas.
En el transcurso de los años, más de 13.000 personas iniciaron juicios para obligar al gobierno a reconocerlas como víctimas. Sólo el mes pasado el Estado les ofreció un plan a cambio del abandono de los pleitos.
Las víctimas se quejan de entumecimiento de los miembros, irritabilidad y zumbido en los oídos, todos síntomas de la mortal contaminación por mercurio, que ataca el sistema nervioso.
Kyoko se vio obligada a renunciar a su empleo hace varios años debido a sus dificultades físicas y psicológicas, y también sufrió varios abortos espontáneos, según relató.
"Los fuertes medicamentos que tomo han reducido el dolor y el sufrimiento que soporté durante tanto tiempo, pero la fatiga y la tortura mental de perder mi futuro persisten", agregó Kyoko. (FIN/IPS/tra-en/sk/ral/ml/en-ip/96)