América Latina y Estados Unidos lograron aproximar sus tesis divergentes sobre cómo avanzar hacia el Area de Libre Comercio de América (ALCA), adoptando un texto de equilibrio al concluir en esta ciudad la reunión de ministros de comercio del hemisferio.
La "Declaración de Cartagena" significó avances para las tesis de Washington, que urge por medidas de apertura justo en este su año electoral, cuando está peor vista por su opinión pública la integración con los vecinos del Sur.
También para América Latina, que obtuvo un renovado reconocimiento para sus esquemas subregionales de integración, énfasis en el caracter multilateral de la negociación y orden de atención específica para sus economías más pequeñas.
En Cartagena se reunieron ministros de comercio de los 34 países que decidieron, en la Cumbre de 1994 (en Miami, Estados Unidos) negociar un ALCA con fecha límite en el ano 2005. Fue su segunda cita, después de la de 1995 en Denver.
La reunión de Cartagena, en apariencia, dejó poco valor agregado a lo decidido desde Miami y Denver, pues a los siete grupos de trabajo (recopiladores de información y diseñadores de propuestas) añadió otros cuatro y sumará un quinto, para un total de doce, en 1997.
También se reafirmaron las orientaciones generales que recibió el proceso en Miami y Denver y quedaron sin definición temas como la vía que finalmente se adoptará para la negociación. Tampoco se decidió una fecha para el lanzamiento de esa fase, más allá de anticipar que será antes de fin de siglo.
Pero, señaló a IPS la consultora y ex ministra de Fomento de Venezuela Imelda Cisneros, el proceso hacia el ALCA llega a la fase decisiva, donde los avances son más lentos porque termina el entusiasmo inicial, la recolección de propuestas y llega el momento de sentarse a negociar.
Los ministros, como el mexicano Herminio Blanco, el brasileño Luiz felipe Lampreia, el estadounidense Ron Brown, e incluso el asesor comercial de la Organizacion de Estados Americanos Miguel Rodríguez, repitieron hasta el cansancio que se trata de una negociación "difícil y compleja".
"Son 34 países, con economías contrastantemente disímiles", recordó Lampreia.
Antes de la cita ministerial del jueves, unos 1.500 empresarios de todo el continente participaron en un foro en Cartagena que buscó propuestas para los gobiernos a propósito del ALCA. El ambiente rezumaba entusiasmo en esta amurallada ciudad caribeña.
Pero Cisneros advirtió que el proceso hacia el ALCA se resentía por la falta de liderazgo político, de presidentes y gobiernos, para conducirlo a puerto seguro, además de que las políticas de apertura e integración que lo sustentan sufren vaivenes y el sector privado aun no se incorpora.
Como ejemplos citó el retroceso del integracionismo entre los estadounidenses y la negativa del Congreso de autorizar al presidente Bill Clinton a negociar por la vía rápida (fast track) la ampliación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC).
También los cambios en las orientaciones económicas de Venezuela, en los últimos cuatro años, y la ausencia de un mecanismo para que los empresarios, "que ponen el dinero y los riesgos", participen en la negociacion del ALCA.
A la altura de esta difícil coyuntura, los 34 gobiernos americanos lograron sin embargo en Cartagena sostener la línea de trabajo que traen desde Miami, soluciones salomónicas en vistosos puntos de controversia e imponerse y distribuirse nuevas tareas.
"No se puede tener cada año una cosecha de resultados tan vistosa. La Ronda Uruguay (de negociaciones comerciales, que creó la Organización Mundial de Comercio) demoró siete años", advirtió Lampreia.
Las nuevas tareas están representadas por los cuatro nuevos grupos de trabajo (compras gubernamentales, propiedad intelectual, políticas de competencia y servicios), y el anuncio de que en 1997 se agregará otro acerca de los mecanismos para resolver disputas comerciales.
Los nuevos grupos están en la línea de trabajo de Washington, que busca atender y resolver problemas para el comercio hemisférico mientras se avanza hacia el ALCA.
Desde el Mercado Común del Sur (Mercosur), Brasil no comparte esa prisa.
Más aún, Washington presentó propuestas para considerar temas ambientales y laborales, habitualmente percibidos en el Sur como vía hacia el proteccionismo. El párrafo de la Declaración de Cartagena que trató el punto fue el más -casi el único- discutido.
"Reconocemos la importancia del papel del sector privado y su participación en el proceso del ALCA", "instruimos a nuestros viceministros a considerar procesos apropiados para tratar la protección del medio ambiente" y "reconocemos la importancia de una mayor observancia y promoción de los derechos de los trabajadores", señala el texto .
Frases de equilibrio. Eclécticas. Como cuando al no pronunciarse por una vía unívoca para avanzar hacia el ALCA se admite que "los enfoques son variados y complejos".
Como para ilustrar el clima de concesiones recíprocas, la sede de la reunión de 1997 era disputada por San José de Costa Rica, con apoyo inicial de Washington, y Belo Horizonte, apoyada por el Cono Sur.
La decisión, salomónica, muestra de cómo se posponen temas álgidos para que ganen tiempo los comités que trabajan las áreas de mayor coincidencia, consistió en optar por reunirse en 1997 en Belo Horizonte y en 1998 en San José. (FIN/IPS/hm/dg/if/96)