Hungría está a punto de convertirse en el 27 miembro de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), porque la entidad envió una carta de invitación al Ministerio de Industria y Comercio para su reunión del 28 y 29 de marzo, en la que se pronunciará sobre el ingreso de los magyares.
El ministro húngaro de Industria y Comercio, Imre Dunai, que asistirá a la reunión de la OCDE en París, dijo que en caso de una resolución afirmativa, suscribirá el documento de adhesión de Hungría. Apunto que el parlamento local deberá aprobar el ingreso y solo despues se producirá la ratificación final.
Este es el segundo éxito económico-financiero que se adjudicó este país en menos de un mes, porque el 15 de marzo el directorio ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI), reunido en Washington, aprobó un crédito stand-by para Hungría por 387 millones de dólares.
Con ese paso se dió por terminada una etapa de tres años de falta de confianza del organismo hacia la política económica húngara. Implícitamente, el FMI reconoció el resultado del programa de estabilización, iniciado en marzo de 1995, que llegó a recortar en un año el 40 por ciento del déficit de gastos corrientes.
Observadores económicos señalaron que, paradójicamente, Hungría ya no necesita el crédito, precisamente por haber realizado el programa de estabilización. "Hubiera hecho falta antes, pero el FMI no confiaba en la recién electa coalición socialista- liberal", comentó una fuente diplomática.
A fines de 1995 las reservas en divisas superaron los 11.000 millones de dólares, cifra que se vió aumentada por los ingresos en concepto de privatizaciones de las propiedades estatales por 4.000 millones de dólares.
Dunai señaló que, de ese modo, en 1995 Hungría reembolsó al FMI 600 millones de dólares "mucho antes del vencimiento del período de gracia de anteriores créditos".
"La importancia del acuerdo con el FMI reside en la aceptación del creciente prestigio húngaro en el campo económico internacional", acotó.
"Es parte de un largo proceso y ha sido precondición para llegar a ser miembro de la OCDE. Esto último, además, es el preámbulo para la integración futura (de Hungría) en la Unión Europea (UE)", declaró Béla Kádár, ex ministro del gobierno post- comunista anterior, dando su apoyo, indirectamente, a los esfuerzos del actual ejecutivo encabezado magyar por Gyula Horn.
La mayoría de los partidos opositores no concuerdan con la opinión del ex ministro. El 15 de marzo, día de la aprobación del crédito, coincidió con la fiesta nacional húngara, lo que brindó la posibilidad de exponer públicamente sus puntos de vista a los dirigentes de los diferentes partidos.
József Torgyán, presidente del partido derechista de los Pequeños Propietarios, durante una manifestación de 40.000 personas fuera del parlamento, atacó al gobierno por "maniatar el futuro del país al FMI y venderlo al extranjero", o sea a las multinacionales, debido a las privatizaciones.
Según Lajos Kósa, portavoz de la Alianza Democrática Juvenil (FIDESZ), tambien en la oposición, el acuerdo con el FMI facilita a Hungría la financiación de sus deudas, "pero habría que ver las condiciones a que se someterá el gobierno".
Apuntó que, como consecuencia de la política de estabilización, los salarios reales descendieron en más de un 10 por ciento.
El gobierno prometió que el déficit presupuestario descendería a menos del cuatro por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), y el déficit de la balanza de pagos a 2.000 millones de dólares, de los 2.500 millones del año pasado.
También se comprometió a disminuir el déficit de los fondos de seguridad social y apoyar financieramente la consolidación de los bancos para su futura privatización.
"Desde luego se puede cumplir con todo eso, pero si su precio social es tan alto, ¿merece la pena?", demandó Kósa.
El nuevo ministro de Finanzas, Péter Medgyessy, que heredó el paquete de estabilización recientemente, reconoció que para este año será imposible aumentar el nivel de vida de la población, pero prometió una mejoría "sensible" para 1997.
"La reforma del sistema del seguro social, a largo plazo, es inevitable, independientemente del acuerdo con el FMI", sostuvo.
En ese panorama, cuando Hungría con su política de retricciones alcanzó solo el dos por ciento de crecimiento y está lejos de un desarrollo deseable, "los sacrificios de la población se reflejan en los resultados de la establización financiera", apuntó Kósa.
"Esto lo ha premiado el FMI con este acuerdo, dando luz verde para abrir las puertas de ingreso a la OCDE", agregó.
En la región centroeuropea de los países ex comunistas, la República Checa fue la primera, en diciembre de 1995, que ha sido aceptada en la OCDE, "y ahora parece que le toca a Hungría. ¿Mérito de la política de su gobierno?… Aún es temprano para decirlo", concluyó. (FIN/IPS/go/ego/ip-if).
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