Nadie, ni siquiera el primer ministro, se atreve a pronosticar la suerte del proceso democrático haitiano cuando, en seis meses más, hayan partido del país las fuerzas de Naciones Unidas.
En la frontera dominicana acechan miles de Tontons Macoute y ex militares, llenos de dinero y ambiciones, esperando el momento de regresar.
"Hay una situación delicada, porque si bien el desmantelamiento de las fuerzas armadas haitianas dá más posibilidades de paz, la nueva policía no ha alcanzado la preparación suficiente para controlar la situación», dijo a IPS el primer ministro, Rony Smarth.
"Los antiguos duvalieristas tienen armas y mucho dinero", agregó.
El presidente haitiano, René Preval, inicia este martes una visita oficial al país vecino con el propósito, entre otros, de impedir que los duvalieristas obtengan allí apoyo oficial por parte del presidente dominicano, José Figueres, considerado un enemigo abierto de Haití.
En una visita reciente a Port Libete, un pueblo fronterizo con la República Dominicana al este de Cap Haitien (segunda ciudad haitiana), Preval se topó, en la mitad de un río, con una muchedumbre que le pedía, iracunda, armas para protegerse.
El miedo -tan característico aquí como la ira- es que regresen desde el país vecino los Macoutes, la sórdida fuerza paramilitar que sostenía los regímenes dictatoriales de Francois Duvalier y su hijo Jean Claude, y tambien sus sucesores.
Miles de Macoutes y militares huyeron o fueron expulsados hacia República Dominicana cuando las tropas norteamericanas invadieron Haití en septiembre de 1994, y reinstalaron en la presidencia a Jean-Bertrand Aristide, el ex sacerdote elegido presidente en 1990 y derrocado en 1991.
Allí se instalaron las antiguas autoridades, con sus fortunas intactas, a tramar el regreso.
"Tenemos seis meses para fortalecer a la policía y desarrollar una diplomacia correcta y audaz con la República Dominicana, para impedir que se convierta en retaguardia de los duvalieristas», dijo el primer ministro Smarth en una entrevista.
Según algunas fuentes, los antiguos Macoutes (tambien conocidos como "attaches") solo están esperando la partida de los cascos azules de la ONU para iniciar un retorno que no puede ser otra cosa que sangriento.
"Siento preocupación, pero no miedo porque creo que la actualidad internacional nos favorece, de una forma u otra, para controlar la situación», afirmó Smarth.
El primer ministro es un especialista en economía agraria formado en Haití, Chile y México que, desde su juramento ocurrido el miércoles 6 de marzo, tiene apuro por iniciar un vasto programa de desarrollo económico e institucional que afirme la democracia.
«En gran parte, el futuro de la democracia independiente de Haití se debe adivinar en Estados Unidos», apuntó.
Bob Dole, el precandidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, ya manifestó su desacuerdo con la ayuda que presta a Haití la administración de Bill Clinton, debido a que presuntos policías leales a Aristide habrian asesinado a representantes de la dictadura.
La acusación, aunque grave, es pálida frente a los crímenes masivos atribuídos por los abogados de Puerto Principe a aquellos funcionarios dictatoriales, pero esa particularidad no forma parte de la ecuación de Dole.
Si tras los comicios en Estados Unidos "Clinton no repitiese, la situación sería más delicada, pero no creo tampoco que una administración de Dole, o cualquier otro republicano, pueda llegar al punto de invalidar las elecciones y permitir el regreso de un régimen de facto", subrayó Smarth.
Smarth teme, sin embargo, que un eventual gobierno republicano ejerza presiones económicas y políticas, para favorecer una opción distinta a la actual del partido Lavalas, claramente dominante en el panorama político local.
Lavalas es una alianza amplia que agrupa a organizaciones políticas y campesinas, los partidarios de Aristide, los enemigos de Duvalier, los Tontons Macoute y los militares.
Pero pareciera que los republicanos de Estados Unidos preferirían a gente diferente, tal vez más cercana a los regímenes anteriores, siempre listos a cooperar.
Sin embargo, el gobierno de Preval y Smarth no tiene propósitos temibles: su idea es generar a mediano plazo una economía de libre mercado, orientada a las exportaciones que, a la vez, comience desde ahora a cambiar las acuciantes consecuencias de la miseria absoluta en que viven desde siempre 80 de cada 100 haitianos.
A juicio del primer ministro, el peligro del regreso de los Macoutes y los militares se afirma en un pais débil "socialmente atomizado, en que no hay grandes corrientes ideológicas, partidos políticos ni instituciones".
En Haití, "hay miles de átomos organizativos. Eso hace difícil la gobernabilidad", agregó.
La prueba de esa afirmación se dá todos los días en Cité Soleil, barrio supermarginal de Puerto Príncipe, donde reinan sin oposición el fango, la basura y las enfermedades, y que fué el eje de la resistencia antidictatorial de Aristide y los suyos.
En Cité Soleil, base de apoyo del Gobierno, barómetro político, se suceden pequeñas rebeliones casi a diario, casi siempre espontáneas, y por lo general contra quienes quieren imponer la autoridad. (FIN/IPS/ak/ego/ip).
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