La consolidación de las relaciones entre América Latina y la Unión Europea (UE) estará presente en la crucial etapa de revisión del Tratado de Maastrich, que se abre esta semana en la ciudad italiana de Turín, con una cumbre de sus 15 gobernantes.
Fuentes del Ministerio de Relaciones Exteriores ratificaron este martes que "América Latina no debe pensar que será dejada de lado" ante la nueva realidad europea surgida con la caída del Muro de Berlín y a la que la revisión del tratado de 1991 busca dar respuesta.
El viernes, la norteña ciudad de Turín será escenario de una cumbre de jefes de Estado y de gobierno de los 15 países de la UE, en la apertura de la llamada Conferencia Intergubernamental, que en lo que resta del año y parte de 1997 debe impulsar la revisión de Maastrich, en vigor desde 1993..
La reunión de Turín será el momento más trascendente de la presidencia semestral de Italia de la UE y en ella aparte de las prioridades del bloque, se abordarán también las nuevas relaciones con el Sur en desarrollo que necesita Europa para el próximo siglo.
Documentos elaborados para la cumbre de Turín indican que la preocupación por el Sur también incluye la atención prioritaria hacia los países del Mediterráneo, de donde proviene la mayor parte de su emigración
La migración es uno de los temas candentes de Turín y el proceso que se inicia, en que se promoverá regular los flujos de personas para contener la emigración ilegal.
La conferencia desea dar una mayor respuesta a la necesidad creciente de seguridad individual y colectiva y al mismo tiempo confirmar la firme voluntad europea de luchar contra el racismo y la xenofobia, aseguraron las fuentes.
La Europa que mira al próximo milenio no quiere ser una fortaleza y reiterará su solidaridad hacia los países más pobres, se remarcó. En particular, Italia considera que la cooperación al desarrollo debe ser llevada adelante con objetivos políticos, económicos, humanitarios y de justicia social.
Respecto de América Latina, la UE estima que su estrategia no puede ser de país a país ni de bloque a bloque, sino por subloques regionales, Pacto Andino, América Central, Mercosur, excepto en algunos casos específicos, como México, Chile o Cuba.
La nueva Europa que diseñará el llamado "Maastricht 2", por la firma del tratado de la Unión en 1991 en la ciudad holandesa de ese nombre, estrechará los lazos políticos y fomentará la integración latinoamericana sobre la base del libre comercio y la cohesión económico-social, se precisó.
Además, explicaron en el Ministerio de Relaciones Exteriores, fijará un nuevo tipo de cooperación.
En lugar de infinitos proyectos, se elaborará una lista de prioridades, encabezadas por el apoyo a los procesos democráticos, la lucha contra la pobreza y la marginación social y el fomento de la competencia internacional.
La presidencia italiana pretende conferir la máxima prioridad a estos objetivos, estimulando también el debate sobre los instrumentos comunitarios de cooperación, como respuesta a graves crisis políticas y económicas presentes en todos los continentes.
América Latina, dentro de ese contexto, ha hecho innegables progresos políticos, con la instauracion de la democracia en la casi totalidad de sus países, se analizó.
En el plano económico, también superó la llamada "década perdida" de los 80 y la región ha crecido al ritmo de 3,2 por ciento entre 1991 y 1993, y 6,7 por ciento en 1994.
El interés de la UE por América Latina no es nuevo, subrayaron las fuentes de la presidencia del bloque que pidieron el anonimato.
La UE es ya el bloque que otorga a América Latina la mayor ayuda al desarrollo: de los 3.772 millones de dólares recibidos en 1993, la UE concedió 2.319 (61,5 por ciento), duplicando casi la suma de los 528 millones de Estados Unidos (14 por ciento), y los 735,5 millones de Japón (19,5 por ciento).
Fuertes han sido también las inversiones. Entre 1980 y 1989, 45,5 por ciento de los capitales recibidos por América Latina provinieron de Europa, contra 43,5 por ciento de Estados Unidos.
Las exportaciones europeas a América Latina han aumentado 41 por ciento entre 1990 y 1993, "el continente más dinámico" para el comercio exterior europeo.
La UE es el segundo socio comercial para el conjunto de América Latina, pero el primero para ocho de sus países.
Los flujos comerciales representan más de 20 por ciento del comercio exterior de América Latina, pero sin embargo ocupa un lugar modesto en el comercio exterior de la UE, alcanzando sólo cinco por ciento de su flujo comercial global. (FIN/IPS/jp/jc/ip- dv/96)