El derribo de dos aviones civiles desarmados en el estrecho de Florida el 24 de febrero puso a Cuba la defensiva, mientras Estados Unidos condujo la acusación y reclamó una condena de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El Consejo de Seguridad de la ONU discutió acerca de un veredicto de culpabilidad, pero terminó deplorando el incidente en el que dos avionetas Cessna pertenecientes al grupo cubano- estadounidense "Hermanos al Rescate" fueron arrasados del cielo por aviones militares de Cuba.
Desde el punto de vista de La Habana, este grupo representa un desafío directo al gobierno de Fidel Castro, y sus vuelos sobre Cuba son incompatibles con el papel de aeronaves civiles.
Quizá sea un argumento tramposo, pero Estados Unidos no es el país más adecuado para instalarse en el podio de los acusadores.
El crucero de la Armada de Estados Unidos "Vincennes" disparó un misil contra un vuelo comercial iraní identificado por error como un avión de combate F-14 el 3 de julio de 1988. Los 290 pasajeros a bordo murieron.
Aunque Washington negó su responsabilidad legal, acordó el mes pasado el pago de 131 millones de dólares en concepto de daños.
A pesar de que la Convención de Chicago, aprobada en 1944, prohíbe disparar contra aviones civiles en ninguna circunstancia, Estados Unidos suministra a los gobiernos de Colombia y Perú equipos y radares para la destrucción de cualquier aparato sospechoso de cargar drogas.
El general Barry McCaffrey, designado por el presidente Bill Clinton como próximo "zar" en la lucha contra las drogas, proclamó el mes pasado la necesidad de "operaciones ferozmente efectivas" en esos dos países.
Según funcionarios del gobierno, el programa que habilita el abatimiento de aviones con cargamentos de drogas es una excepción legítima a la Convención de Chicago.
La vocera del Departamento de Estado Susan Snyder dijo que Colombia y Perú viven en "estado de emergencia", lo que permite a sus gobiernos abrir fuego contra cualquier avión después de un "proceso exhaustivo" para determinar que los narcotraficantes están al mando de los aparatos.
"No existe ninguna similitud" entre estas actividades y el abatimiento de los Cessna por parte de la aviación cubana, dijo Snyder.
Los expertos no se ponen de acuerdo en cómo se determina una amenaza militar, lo que habilitaría una acción justificada, y qué significa disparar contra un avión civil.
"La gente habla constantemente acerca de qué equipo es civil, cuál es militar y en qué circunstancias es de uso doble", dijo Natalie Goldring, del Consejo de Información de Seguridad Británico-Estadounidense (BASIC).
"Se puede hacer virtualmente cualquier cosa, sea sobre una bicicleta, un auto o un avión, si tiene significación militar", agregó Goldring.
Aunque los Cessnas son esencialmente aviones civiles que no pueden desempeñarse en un combate aéreo, la naturaleza de las operaciones que desarrollan puede ser determinada por el material que transportan, explicó.
Las incursiones de "Hermanos al Rescate" sobre territorio cubano llegaron a La Habana los días 13 de julio y 13 de enero pasados, cuando arrojaron miles de impresos contra Fidel Castro en la capital de la isla.
"Podían haber arrojado explosivos con la misma facilidad", dijo Bob Schwartz, director de la Fundación de Educación para el Desarme con sede en Nueva York.
"Hermanos al Rescate" afirma que sólo ayudan a los cubanos que corren peligro en alta mar en busca de asilo.
Pero el diputado por Nueva York Charles Rangel, oponsitor al embargo comercial contra Cuba vigente desde hace 34 años, dijo que también "están involucrados en actividades de provocación aérea" contra La Habana.
Tanto Rangel como Schwartz responsabilizaron a Washington por no impedir los vuelos de "Hermanos al Rescate", especialmente después de que la organización violó en repetidas oportunidades el espacio aéreo cubano.
La Administración Federal de Aviación (FAA) estaba en gestiones avanzadas para frenar estas incursiones cuando los dos Cessnas fueron derribados. Pero ninguna agencia del gobierno, ni siquiera la FAA, intervino con fuerza en el asunto.
James Rubin, vocero de la misión de Estados Unidos ante la ONU, afirmó que "no se debe disparar a nadie por arrojar volantes".
"Se puede interpretar que arrojar volantes políticos y respaldar a disidentes de un país extranjero no es una actividad 'militar', si se interpreta este término en forma estricta, pero tampoco es una operación 'civil"', sostuvo el experto Alfred Rubin en una carta al diario New York Times.
"De ser así, los aviones de Cuba posiblemente sean libres para arrojar impresos durante la votación en Carolina del Norte, cuando el senador Jesse Helms compita por la reelección", agregó Rubin, profesor de derecho internacional en la Universidad Tufts, Boston, en alusión a la postura anticastrista del legislador.
El general Edward Atkinson, quien visitó Cuba junto a otros militares retirados dos semanas antes del incidente, duda que La Habana haya considerado los vuelos de "Hermanos al Rescate" como una amenaza militar.
Atkinson dijo que, según los propios cubanos, las operaciones del grupo anticastrista constituían una seria preocupación del gobierno de Cuba, que así lo comunicó al Departamento de Estado de Estados Unidos.
Pero, agregó, más que un problema militar, los vuelos del grupo anticastrista eran "algo desconcertante" para La Habana.
"Ellos creen que (permitir las operaciones) implica su incapacidad para defender su propio espacio aéreo", agregó Atkinson. Los cubanos "temen que los ataquemos, y quieren que sepamos que, si lo hacemos, no nos facilitarán las cosas", explicó. (FIN/IPS/tba-en/fah-jl/yjc/mj/96)