Los negociadores de la recapitalización de la Asociación Internacional para el Desarrollo (IDA), la mayor fuente de créditos blandos para países pobres, acordaron hoy comprometer 22.000 millones de dólares para los próximos tres años de la filial del Banco Mundial.
Pero sólo la mitad de esa suma representa nuevos compromisos de los países donantes de IDA. El resto del dinero provendrá de reembolsos de actuales y pasados prestatarios de la agencia y de contribuciones del Banco Mundial, según una declaración emitida en Washington.
La cantidad comprometida marca un gran aumento de las contribuciones a IDA, que en su décimo plan trienal, correspondiente al período 1993-96, recibió de los donantes 18.000 millones de dólares.
Los donantes decidieron reducir 33 por ciento sus contribuciones en términos nominales, pero el recorte, de acuerdo con funcionarios del Banco Mundial, representa una caída de 50 por ciento en términos reales.
IDA, creada en 1961 en el auge de la guerra fría, ofrece préstamos sin intereses a 78 de los países más pobres del mundo, con una población combinada superior a 3.000 millones. Entre sus beneficiarios más importantes se encuentran China, India y la mayoría de las naciones de Africa subsahariana.
El acuerdo, negociado durante un encuentro de dos días en Tokio, confirma que IDA sobrevivirá a su actual crisis -una de las prioridades que se planteó el presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, cuando asumió su cargo en junio- pero con un apoyo reducido de los donantes.
La crisis estalló el pasado año, cuando el Congreso estadounidense, de mayoría republicana, aprobó sólo la mitad de los 1.300 millones de dólares que el presidente Bill Clinton había solicitado para el último año de IDA-10 (julio 1995 – julio 1996).
Como resultado, Washington no pudo cumplir con el compromiso asumido en 1992 por el entonces presidente George Bush de contribuir con 3.600 millones de dólares al plan trienal IDA-10.
El incumplimiento obligó a los donantes de IDA a proponer un programa destinado a sancionar a Estados Unidos y a la vez a asegurar la supervivencia de la institución.
Según ese programa, el primer año del plan trienal IDA-11 (julio 1996 – julio 1999) se financiará con un "fondo interino" de unos 3.000 millones de dólares, a los cuales contribuirán todos los países donantes excepto Estados Unidos.
Las reglas acordadas por los negociadores establecen que Washington no podrá decidir sobre el destino de esos fondos, y prohíben a las empresas estadounidenses presentarse a licitaciones vinculadas a proyectos financiados con ese dinero.
Mientras, la administración Clinton solicitará al Congreso la aprobación de los 935 millones de dólares que debe a IDA-10, de modo que para el 1 de julio de 1997 Estados Unidos esté al día en sus obligaciones con la institución.
En cada uno de los últimos dos años de IDA-11, los donantes contribuirán con 4.000 millones de dólares, de los cuales Washington supuestamente aportará 800 millones, o el 20 por ciento, como lo hizo durante la última década.
Japón aportará también 20 por ciento, seguido por Alemania con 11 por ciento, Francia con 7,3 por ciento, y Gran Bretaña con 6,2 por ciento. En total, más de 30 países contribuyen a IDA.
Funcionarios del Banco y del Tesoro estadounidense admiten que el acuerdo enfrentará algunos obstáculos en Washington. Por ejemplo, si el Congreso no aprueba los 935 millones de dólares solicitados por Clinton, la agencia enfrentaría una nueva crisis financiera, ya que los otros donantes tienen derecho a reducir sus contribuciones en la misma proporción.
No obstante, los legisladores republicanos apoyarían la solicitud del presidente, según dijo a IPS un funcionario del Tesoro.
El Banco Mundial acogió con beneplácito el nuevo acuerdo, cuya concreción estaba prevista para el último diciembre. La demora se debió precisamente a la incertidumbre política de Estados Unidos y a un gran debate en Washington sobre la ayuda para el desarrollo, que sólo se resolvió en enero.
Los beneficiarios de IDA deben tener un ingreso por habitante inferior a 805 dólares. Los créditos de la institución pueden ser reembolsados hasta en 50 años, y tienen una tasa anual de servicios de 0,75 por ciento.
Durante IDA-10, la agencia desembolsó unos 6.000 millones de dólares por año. Más de 40 por ciento de ese dinero se destinó a Africa, 25 por ciento a Asia meridional, 17 por ciento a Asia oriental -principalmente China- y el resto a las naciones más pobres de América Latina, el Caribe, Europa oriental y Asia central.
Algunos congresistas estadounidenses solicitaron que China, cuyo producto interno bruto creció en los últimos 10 años a un ritmo superior a 10 por ciento anual, sea excluida de la lista de beneficiarios de IDA.
En base al actual sentimiento contrario a China en Washington, algunos analistas predicen que el Congreso intentará condicionar las futuras contribuciones de Estados Unidos a IDA a la exclusión de China. (FIN/IPS/tra-en/jl/ml/dv/96)