La comunidad mundial fue responsable por omisión de la magnitud alcanzada por el genocidio de Ruanda y su pasividad ante la grave situación de Burundi sugiere que no aprendió las lecciones de aquel baño de sangre, advirtió un informe internacional.
"Intentamos difundir la lección de Ruanda", declaró David Tardif-Douglin, quien dió a conocer en la capital de Kenia el informe preparado por un equipo de 52 expertos independientes.
Tardif-Douglin instó a la comunidad internacional a prestar atención a los hechos en Burundi, un país vecino de Ruanda que los observadores creen al borde de la conflagración étnica.
"La población de Burundi ha acumulado armas y los acontecimientos pueden dar lugar a una catástrofe en gran escala, como en Ruanda", agregó.
Tardif-Douglin cree que el genocidio, que se cobró cerca de un millón de vidas en tres meses, se habría detenido si el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) no hubiera retirado de Ruanda sus fuerzas de mantenimiento de la paz.
Las tropas de la ONU abandonaron Ruanda dos semanas antes del 7 de abril, la fecha en que comenzó la matanza. Su retirada precipitó la salida de los representantes de la prensa internacional y silenció la voz de las agencias humanitarias que permanecieron en el país.
"Por su repentino estallido, magnitud y brutalidad, la tragedia ruandesa puso de relieve" a la vez "la debilidad y la fortaleza de la comunidad internacional", dijo Tardif-Douglin.
Cuando el 29 de abril el secretario general de la ONU, Boutros Boutros-Ghali, solicitó "una acción enérgica" para enfrentar la matanza, no obtuvo respuesta positiva del Consejo de Seguridad.
Los integrantes del Consejo, y especialmente las potencias occidentales, no estuvieron dispuestos a proporcionar soldados ni a financiar las tropas ofrecidas por varios países africanos, destacó Tardif-Douglin, un economista estadounidense que en el pasado asesoró al gobierno de Ruanda en meteria agrícola.
"Sus vacilaciones paralizaron a la comunidad internacional, que no impidió ni detuvo el genocidio y comparte entonces la responsabilidad por las dimensiones que alcanzaron los hechos", agregó.
Tardif-Dauglin señaló que Ruanda fue el escenario del cuarto genocidio de este siglo, en una lista que también comprende la matanza de armenios, judíos y camboyanos.
"Y fue el segundo desde la fundación de la ONU, que fue creada para evitar precisamente lo que ha ocurrido", puntualizó.
Según el investigador, la situación comenzó a mejorar sólo cuando las pantallas de televisión mostraron el masivo ingreso de refugiados hutus en Tanzania a fines de abril de 1994 y, especialmente, en Zaire, a mediados de julio del mismo año.
A la vista de las escenas difundidas por la televisión, desembarcaron en el área agencias de la ONU, la Cruz Roja y la Media Luna Roja, equipos de médicos, grupos de defensa civil y de respuesta ante catástrofes, y más de 200 organizaciones no gubernamentales.
Aproximadamente 1.400 millones de dólares fueron asignados entre abril y diciembre de 1994 en ayuda a los refugiados y a los contingentes de población desplazados dentro del territorio ruandés.
"Más de 2.500 millones de dólares han sido vertidos" en total, y "la extraordinaria respuesta de los donantes estuvo marcada por el coraje y el compromiso del personal de todas las agencias, que debieron manejarse en una situación extremadamente difícil y a menudo peligrosa", dijo Tardif- Douglin
El informe, denominado "La respuesta internacional al conflicto y el genocidio: Lecciones de la experiencia de Ruanda", fue financiado por un comité integrado por 37 países, ONG y agencias donantes encabezadas por Danida, la oficina de ayuda al desarrollo de la cancillería de Dinamarca.
"Si la comunidad internacional no asimila la lección de Ruanda, no podrá aprender nada", manifestó Tardif-Douglin.
El académico estadounidense exhortó también a la comunidad internacional a detener a todo sospechoso de participación en la tragedia de Ruanda.
"Muy poco se ha hecho para llevar a esa gente ante los tribunales. Ayer (el lunes) fue detenida una persona en Camerún, pero muchos (culpables) permanecen libres, en varias zonas del mundo", afirmó.
El detenido es el coronel Theoneste Bagosora, quien fue jefe de gabinete del fallecido presidente Juvenal Habyarimana y está requerido por el tribunal especial instalado en La Haya para juzgar los crímenes en Ruanda.
Bagosora está acusado de participar en el asesinato en abril de 1994 de 10 soldados belgas que integraban la custodia de la entonces primera ministra Agathe Uwilingiyimana.
Según el canciller ruandés Anastaza Gasana, Bagosora, que también estaba al mando de una gran base militar cerca del aeropuerto de Kigali, promovió la entrega de armas a los milicianos hutus que junto con las tropas gubernamentales se lanzaron a la matanza de la minoría tutsi y de opositores hutus.
El tribunal de crímenes de guerra ha abierto proceso a de momento a 10 ruandeses en relación con el genocidio. (FIN/IPS/tra- en/mn/oa/ff/hd/96).