/DERECHOS HUMANOS/HAITI: Flamante policía de la democracia reanima viejos miedos

Tanto entre la población y en el gobierno de Haití como en las Naciones Unidas cunde el temor por que la nueva policía del país caribeño se convierta en una fuerza represiva como la que actuó durante las dictaduras pasadas.

Más de doce personas murieron y muchas otras recibieron heridas en operaciones policiales registradas en los pasados seis meses, según funcionarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

La policía disparó contra decenas de miles de juerguistas que continuaban festejando después del fin del carnaval la semana pasada. Una persona murió y unas cincuenta resultaron heridas.

Cuando un grupo de campesinos del pueblo de Milot, en el norte de Haití, ocupó unas 50 hectáreas de tierra el mes pasado, los policías reaccionaron con rapidez, pero tan violentamente como lo hubieran hecho sus predecesores.

Los agentes dispararon sus pistolas contra los intrusos y golpearon a la multitud con cachiporras. Tres campesinos resultaron seriamente heridos, según el alcalde Jean Charles Moise. Cinco manifestantes fueron arrestados.

"La policía no debería emplear la fuerza como única forma de resolver los problemas. No queremos otra policía represiva", se lamentó Moise.

Funcionarios del gobierno y de la ONU, al igual que organismos de defensa de los derechos humanos, se manifiestan cada vez más preocupados por la forma como opera la flamante Policía Nacional Haitiana (PNH).

Sus 6.200 integrantes fueron entrenados y desplegadas en todo el territorio del país caribeño en los últimos 15 meses.

"Hay problemas con respecto a la autoridad, la regulación, la organización, el equipamiento, el respeto por la población civil y la aplicación de sanciones a los policías que no cumplen con su trabajo", dijo el sacerdote católico Daniel Roussiere, de la Comisión Paz y Justicia de Haití.

"Los agentes hacen lo que quieren y nadie ejerce control sobre ellos", agregó.

Cincuenta de las 90 camionetas nuevas donadas a la PNH hace un mes están fuera de circulación, según un informe de la revista haitiana Libete.

El secretario general de la ONU, Boutros Boutros-Ghali, mencionó a la Asamblea General del foro mundial el 25 de enero "el uso desproporcionado de la fuerza en el cumplimiento de los deberes de la policía, falta de experiencia en el uso legítimo de armas de fuego e inadecuados métodos de control de multitudes".

El Programa Internacional de Asistencia y Entrenamiento para la Investigación Criminal (ICITAP), una agencia de los departamentos de Justicia y Estado de Estados Unidos, seleccionó y entrenó a los nuevos policías haitianos como parte de un plan de cinco años a un costo de 50 millones de dólares.

Creado en 1986 para entrenar a la policía de El Salvador tras la guerra civil en el país centroamericano, la ICITAP también prestó servicios en Colombia y Panamá y mantiene estrechos vínculos con agencias como la Oficina Federal de Investigaciones (FBI).

Los oficiales de ICITAP mantienen silencio en torno al entrenamiento de la PNH, que comenzó poco después de que 20.000 soldados al mando de Estados Unidos derrocaron la sangrienta dictadura militar de Raoul Cedras y repuso a Jean-Bertrand Aristide en la presidencia en septiembre de 1994.

El ejército de 7.000 hombres que tenía Haití antes de la restauración de la democracia fue disuelto. Una banda musical es lo único que se mantiene en pie de la otrora poderosa fuerza militar.

Fuentes diplomáticas señalan la falta de liderazgo como el principal problema de la PNH. Tres jefes de policía y tres ministros de Justicia se sucedieron en sus cargos el año pasado. Los nuevos jerarcas esperan ahora la aprobación del parlamento para asumir sus funciones.

Al mismo tiempo, Puerto Príncipe y Washington se han ensarzado en una larga discusión sobre la designación de los oficiales, pues cada gobierno desea instalar en los puestos claves a funcionarios de su confianza, según las mismas fuentes.

Roussiere opinó que muchos de los problemas comenzaron en la etapa de reclutamiento, pues el ICITAP monopolizó el proceso sin participación ni supervisión de grupos haitianos de defensa de los derechos humanos.

La situación se mantuvo incambiada durante el período de entrenamiento y despliegue de la PNH, agregó.

Tanto Roussiere como Moise afirmaron que la nueva fuerza policial no inspira confianza en muchos haitianos. Los ataques de los civiles contra los agentes son tan frecuentes como los abusos policiales, como si ambas partes estuvieran definiendo con estas acciones los límites del poder de cada una.

Pero algunos observadores temen que la policía se convierta, rápidamente, en una fuerza represiva. "No queremos el mismo tipo de fuerza de seguridad contra la cual los haitianos luchamos durante tanto tiempo", dijo Moise.

"La policía debe respetar a la gente y la gente debe respetar a la policía. De otro modo, veremos un baño de sangre", advirtió. (FIN/IPS/tra-eng/dc/mk/mj/ca hd/96)

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