La cautela es desde hace tres semanas el signo distintivo del empresariado extranjero en Cuba, que recibe con interés pero sin excesiva alarma todo lo relacionado con la ley Helms-Burton, aprobada esta semana por el presidente estadounidense Bill Clinton.
"Mirar y esperar", es la máxima de los empresarios establecidos en el país caribeno, que parecen compartir con las autoridades cubanas la seguridad en que serán inaplicables en la práctica algunos enunciados de la ley.
Los nuevos exploradores de negocios también optaron por la precaución, aunque en estos casos la historia suele terminar con el aplazamiento del proyecto o su abandono definitivo.
Expertos locales y diplomáticos acreditados en La Habana aseguran que la entrada en vigor de la ley Helms-Burton no provocará un éxodo masivo de firmas extranjeras, pero sí podrá frenar el ritmo del flujo de capitales.
"Una cosa es la ley y otra cosa serán las regulaciones para su aplicación. Hay que esperar que pasen los próximos meses y entonces ya veremos", dijo John S. Kavulich, presidente del Consejo Económico y Comercial Estados Unidos-Cuba.
El Consejo aseguró que los intentos de endurecer el bloqueo conducirían a una aceleración de la reforma económica en la isla y, por tanto, a mayor apertura, comercio e inversiones.
"Todo el que decide invertir en Cuba sabe que está asumiendo un riesgo", comentó un directivo del grupo hotelero español Sol Meliá, que hasta el momento "no piensa retirarse de la isla".
Con seis hoteles en varios polos turísticos, Sol Meliá es la firma extranjera con más peso en "la industria sin chimeneas" cubana, junto a la también española Tryp, la canadiense Delta y la francesa Accor.
"Sólo tuvimos 12 cancelaciones en Alemania, que es el mercado más vulnerable. La "crisis de las avionetas" no tuvo el esperado impacto negativo en el turismo y los hoteles siguen llenos", dijo una fuente del Ministerio de Turismo.
"La (ley) Helms-Burton daña a Cuba pero a la larga no detendrá el proceso de apertura externa ni el flujo de capital extranjero hacia la isla", dijo Raúl Taladrid, viceministro para la inversión extranjera y la colaboración económica.
Fuentes oficiales cubanas reconocen que, desde principios del año pasado, el entonces proyecto de ley significó una especie de muro de contención para los empresarios que se acercaron a Cuba con interés de invertir.
La ley Helms-Burton, considerada "la estupidez política del siglo" por el presidente del parlamento cubano, Ricardo Alarcón, fue firmada el martes por Clinton, con el fin de endurecer el bloqueo y cerrar la entrada de capital extranjero a la isla.
La ley, rechazada por la Union Europea, el grupo de Río, Canadá, México y Rusia, padece del mal de "la extraterritorialidad" y pretende sancionar a empresas o individuos de terceros estados por comerciar con Cuba.
Según la ley, Estados Unidos no permitirá la entrada a ese país a empresarios que mantengan relaciones economicas con Cuba, ni a sus familiares, y retirará su ayuda a toda organizacion internacional que preste algún tipo de asistencia a la isla.
"Tan pronto como se dio a conocer el texto de la legislación, muchos empresarios interesesados en invertir en la isla decidieron esperar el desenlace del proyecto", reconoció el canciller Roberto Robaina, en una entrevista de televisión.
Las previsiones no se cumplieron. De un pronóstico de 300 asociaciones económicas con capital extranjero para fines de 1995, sólo funcionan 212 con más de 50 países y por un monto comprometido de 2.100 millones de dólares.
Expertos del Centro de Estudios de la Economía Cubana alertaron el año pasado que detrás la ley Helms-Burton podría esconderse el interés de preservar espacios para el capital estadounidense una vez que el bloqueo fuera levantado.
A varios años de la apertura de Cuba al capital extranjero, las características del mercado virgen cubano junto a la ausencia de la competencia estadounidense siguen encontrándose entre los mayores atractivos para los hombres de negocios.
"Congelé todas mis gestiones", dijo el representante de una pequeña firma chilena que prefirió no enfrentar el riesgo de tener vedado para siempre su acceso a Estados Unidos.
Sin embargo, la firma de acuerdos bilaterales de promoción y protección de inversiones significa una garantía para el proceso iniciado en Cuba a principios de esta década, apuntó Taladrid.
En fase de negociación se encuentran 25 acuerdos de este tipo y hasta el momento se han firmado con 14 países, entre los que se encuentran España, Italia, Rusia, Gran Bretaña, Colombia y China.
"Son instrumentos jurídicos que establecen una serie de reglas y bases para asegurar la protección recíproca de inversiones a nivel gubernamental", acotó el viceministro de inversión extranjera.
Cuba abrió sus puertas al capital extranjero en 1982, pero sólo en esta década inició una apertura considerable como fórmula para enfrentar la peor crisis económica desde el triunfo de la Revolución, en 1959.
Los principales socios del país caribeño provienen de México, España, Canadá, Francia y Chiña, y dirigen sus inversiones a ramas como el turismo, la minería, las comunicaciones, el petróleo y la industria ligera.
Firmas españolas colocan capital en el turismo y prefinancian la producción de puros habanos, en tanto la canadiense Sherrit Gordon tiene un acuerdo millonario para explotar el níquel.
La exploración a riesgo del petróleo está en manos de empresas de Francia, Canadá, Gran Bretaña y Suecia. Japonesas como Mizuno firman contratos con deportistas cubanos y la Mitsubishi Motors Corporation mantiene una oficina distribuidora en La Habana.
Israel invierte en textiles, México en la empresa telefónica, Holanda en el sector bancario y Canadá busca oro.
"El campo está libre para la inversión", dijo Alarcón en un mensaje a las empresas extranjeras para seguir potenciando un sector considerado por los expertos como "el más dinámico de la economía cubana". (FIN/IPS/da/ag/ip-if/96)