La ley Helms-Burton podría propiciar un aumento de los intentos de salida ilegal de Cuba, pero esto no cambiaría los acuerdos migratorios con Estados Unidos, estimaron especialistas en esta capital.
"Si la situación interna se agrava no dudo que pueda aumentar la tensión y los intentos de emigración ilegal", dijo Esteban Morales, director del Centro de Estudios sobre Estados Unidos de la Universidad de La Habana.
El temor de un regreso a la coyuntura que culminó en la "crisis de los balseros" de agosto de 1994 es asociado por los expertos al grado en que afectaría a la economía cubana la aprobación de una ley que pretende endurecer el bloqueo estadounidense a la isla.
La polémica ley fue ratificada el día 12 por el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, luego de agilizar su paso por el Congreso como respuesta al derribo por las fuerzas aéreas cubanas de dos aeronaves del grupo de exiliados de Miami "Hermanos al Rescate".
Según fuentes oficiales cubanas, el incidente, pendiente de investigación por la Organización Internacional de la Aviación Civil (OACI), tuvo como antecedentes 25 violaciones del espacio aéreo y marítimo cubano en los 20 meses anteriores.
La apurada respuesta de Clinton pretende convertir el bloqueo unilateral a Cuba en un cerco internacional, actualizar el tema de la nacionalización de las propiedades estadounidenses en el país caribeño e impedir toda entrada del capital extranjero necesario para el despegue economico.
"Si puedo seguir con mi restaurante y hacer dinero, no pienso irme", dijo Agustín Cárdenas, de 38 años, que dejó su trabajo como constructor para integrarse al ejército de más de 200.000 cubanos que trabajan por cuenta propia.
Pero en su propia casa, su hermano Alejandro "no ganó la lotería de las visas" y ahora se debate entre sus grandes deseos de "no vivir más en Cuba" y la seguridad de que lanzarse al mar no lo conducirá a ninguna parte.
Observadores locales estiman que para propiciar un descontento que desembocará en una nueva crisis migratoria sería necesaria la conjugación de un empeoramiento de la situación económica con un retroceso en el proceso de reformas emprendidas por el gobierno.
Por su parte, los analistas del Centro de Estudios sobre Estados Unidos estiman que un "segundo verano caliente", al estilo del de 1994, dependería de la decisión de La Habana y Washington, y de que se mantengan o no los compromisos contraídos.
"No se puede olvidar que existe un interés mútuo", dijo Morales, quien recordó que, a diferencia de otros momentos de conflictos entre ambos países, la "crisis de las avionetas" no terminó en el fin de los acuerdos establecidos.
Cuba y Estados Unidos sorprendieron al mundo, el 2 de mayo del año pasado, al anunciar la firma de un acuerdo al más alto nivel y fuera de las conversaciones migratorias emprendidas de forma regular desde septiembre de 1994.
El documento intenta poner fin a la emigración ilegal mediante la entrega anual de al menos 20.000 visas para cubanos que emigren definitivamente a Estados Unidos.
En un intento por conciliar el caso cubano con su política migratoria respecto de otros países, Estados Unidos se comprometió a no aceptar más balseros y repatriar hacia Cuba a toda persona que intente entrar a su territorio de forma ilegal.
Sin embargo, una carta de la Conferencia Episcopal de Cuba consideró significativo que el gobierno estadounidense tomara una decisión tan seria cuando estaba por aprobarse un reforzamiento del bloqueo.
"Los acuerdos no eliminan las causas del problema migratorio", afirmó la jerarquía católica en un llamado a las partes a ampliar el diálogo hacia las causas de la emigración.
Según el documento, cualquier intento de reforzar el bloqueo tendría entre sus concecuencias normales el crecimiento de "la inquietud interna" y el aumento del "deseo de abandonar el país en amplios sectores de la población".
Fuentes oficiales señalaron a la crisis económica y la escasez generalizada como la causa fundamental de los primeros disturbios contra el gobierno del presidente Fidel Castro y del éxodo de unos 30.000 cubanos.
A un año de iniciarse el proceso de recuperación tras una caída de 34,3 por ciento del producto interno bruto en relación con 1989, cálculos especializados indican que pasarán al menos cinco años antes de que los cubanos recuperen el nivel de vida de 1989.
"La economía cubana aún se levanta sobre pilares muy endebles, dependientes en gran medida de la inversión extranjera, y podrían quebrarse de aplicarse con todo su rigor la ley Helms-Burton", opinó un experto del Centro de Estudios de la Economia Mundial.
El director del Centro de Estudios sobre Estados Unidos reconoció que "los ilegales han seguido saliendo todos estos meses, pero los acuerdos migratorios se han cumplido" y un cambio de política migratoria no parece estar entre los intereses actuales de La Habana y Washington. (FIN/IPS/da/ag/ip/96)