La oposición de Canadá a las medidas de Estados Unidos contra Cuba revelan que el gobierno canadiense tiene en mente para la isla caribeña un futuro muy distinto al previsto por Washington.
Canadá no tiene una visión tan criminal de Fidel Castro como Estados Unidos, y no estima que se producirá, -según creen políticos estadounidenses y cubanoamericanos-, una rebelión interna contra el régimen cubano, indicó Juanita Montalvo, directora de la Fundación Canadiense para las Américas (FOCAL).
Por el contrario, altos funcionarios canadienses sostienen que jóvenes políticos neosocialistas cercanos a Castro presionan por una "evolución" de la política cubana e intentan respaldar el proceso mediante la ayuda del exterior, el comercio y los contactos internacionales, dijo Montalvo.
Los encontrados enfoques sobre las relaciones con Cuba crearon a menudo problemas en las relaciones entre Canadá y Estados Unidos, pero la tensión creció con la aprobación esta semana de un proyecto del Congreso estadounidense para reforzar el embargo contra Cuba.
La medida, auspiciada por el presidente del Comité de Relaciones Exteriores del senado, Jesse Helms, y el congresista Dan Burton, sancionará a los países que comercien con Cuba si los negocios involucran propiedades confiscadas por el gobierno comunista tras la revolución de 1959.
Canadá criticó el proyecto como una violación de los derechos de los países a determinar su propia política exterior y de las normas internacionales de comercio. Bajo la ley, los cubanoamericanos podrán utilizar cortes estadounidenses para iniciar juicios contra empresas que negocian con Cuba.
Además, los ejecutivos de estas empresas podrían tener prohibida la entrada a Cuba.
"Nunca aceptamos la noción de la aplicación extraterritorial de las leyes estadounidenses", dijo la semana pasada en Grenada el primer ministro de Canadá, Jean Chretien, en una reunión de jefes de gobierno caribeños.
"Tenemos que respetar la jurisdicción de cada país, y así se lo hice saber al presidente de Estados Unidos", añadió el primer ministro.
Canadá sostiene asimismo que la disposición que niega a los ejecutivos ingreso a Estados Unidos viola el Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte (TLC).
El disgusto de Canadá con la situación de derechos humanos en Cuba queda moderado por la apreciación de la forma en que el país caribeño ha distribuido los beneficios sociales, sostiene FOCAL.
La experiencia cubana, señaló Montalbo, desafía el concepto de las democracias liberales que ponen un alto precio a los derechos políticos y otorgan mínima importancia a derechos sociales como acceso a la educación y salud.
Gran parte de la ayuda de Canadá a Cuba tiene por meta impulsar el sector social, afectado por el retiro de los socios comerciales del ex bloque soviético y el fortalecimiento del embargo de Estados Unidos.
Cuando Canadá restituyó la ayuda a Cuba en 1994, tras haberla interrumpido en 1978 en protesta por la participación militar cubana en Angola, Ottawa anunció que la medida respondía a reclamos de grupos humanitarios y religiosos canadienses.
Entre los proyectos de desarrollo respaldados por Canadá, se destacan uno que instala cocinas solares para uso doméstico, centros de atención infantil y otras instituciones, la gestión de una central termoeléctrica y el reacondicionamiento del parque central de La Habana.
La Agencia Canadiense de Desarrollo Internacional (CIDA) estudia nuevos fondos de ayuda para salud y educación, informó Morina Moraitis, encargada de comunicaciones de la agencia.
Un programa de estudios de posgrado financiado por CIDA y el Centro Internacional de Investigación para el Desarrollo (IDRC) enseña en Cuba con profesores de la Carleton University de Ottawa.
El sector empresarial, que también mantiene una actitud abierta hacia la isla, podría reducir sus actividades tras las sanciones, señaló Jim Moore, vicepresidente de la Asociación de Exportadores de Canadá (CEA), con sede en Ottawa.
Alrededor de 79 por ciento de las exportaciones de Canadá se dirigen a Estados Unidos (por unos 150.000 millones de dólares, en comparación a los 170 millones vendidos a Cuba), por lo que Ottawa es vulnerable a las presiones de Washington, indicó Moore. (FIN/IPS/tra-en/sd/yjc/lp/ip/96)