Cuando la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas (ONU) inicie su 52 sesión la semana próxima en Ginebra, el tema más polémico será uno que nunca ha estado en su agenda: las violaciones a los derechos humanos en China.
Este año, ese tema se debatirá en el marco del conflicto entre Beijing y Taiwan y apenas dos días antes de las primeras elecciones presidenciales directas en la isla.
Desde 1989 en adelante, Beijing ha ejercido una "muy fuerte" presión sobre los países del Tercer Mundo para evitar una censura del organismo mundial, según fuentes diplomaticas, y las 11 naciones latinoamericanas que integran actualmente la Comisión han optado, en general, por una cauta abstención.
Nunca ha habido una resolución de condena a China por sus violaciones masivas a los derechos humanos. Antes de los acontecimientos de la plaza Tiananmen en 1989, cuando cientos de estudiantes opositores murieron en manos de la policía, el tema ni siquiera salía a luz.
Pero a partir de esa fecha, Beijing ha logrado evitar la aprobacion de la resolución que cada año (exceptuando 1991) han patrocinado en su contra la Unión Europea, Estados Unidos y algunos otros países.
En la mayoría de los casos, la resolución ni siquiera llega a pasar a votación, en razón de que Beijing plantea una moción para que no se dé actúe sobre el tema y pide una votación, en la cual hasta el año pasado ha salido favorecida.
El margen por el cual se aprueba la moción, sin embargo, ha sido cada vez más estrecho y de hecho en 1995 China fue derrotada y se procedió a votar directamente sobre la resolución.
Pero la postura china prevaleció, en parte debido al cambio de postura de algunos países, como la Federación Rusa, que se manifestó en favor de dar curso a la votación pero luego rechazó el proyecto de condena.
La Comisión está formada por 53 estados miembros, de forma rotativa.
Desde 1989 en adelante, es decir desde que se planteó el tema de los derechos humanos en China, la mayoría de los 11 países latinoamericanos integrantes de la Comisión ha preferido abstenerse, antes de votar a favor de la resolución que condenaría al país más poblado de la tierra.
Este año, si las naciones de esa región se decidieran a votar en bloque podrían revertir la situación. En 1995, la propuesta condenatoria fue rechazada por 21 países y aprobada por 20, mientras 12 se abstuvieron.
En esa oportunidad, República Dominicana, El Salvador, Nicaragua y Ecuador votaron a favor de la resolución, al tiempo que Perú y Cuba se pronunciaron en contra. Brasil, Chile, Colombia, México y Venezuela se abstuvieron.
La diferencia estriba, en opinión de expertos en derechos humanos y diplomáticos de Naciones Unidas, en quiénes comercian con Taiwan y quiénes lo hacen con China.
El proyecto de resolución expresa la "preocupación" de la Comisión por las violaciones a los derechos básicos de las personas en China, como la práctica sistemática de la tortura, ejecuciones sumarias e intolerancia religiosa.
Recomienda también la designación de un relator especial sobre la situación en China e incluye un acápite en el que se reconocen los esfuerzos económicos "exitosos" realizados por Beijing.
Según Xiao Qiang, director ejecutivo de la organización no gubernamental con sede en Nueva York Human Rights in China, el texto está redactado en términos tan moderados que está lejos de parecerse a una condena.
El diario The New York Times recordó en un editorial que el desarrollo económico no es condición suficiente para un mayor respeto de los derechos humanos básicos, como concluyó un reciente informe sobre China elaborado por el Departamento de Estado de Estados Unidos.
El presidente Bill Clinton "prometió que haría respetar los derechos humanos en China, pero no lo ha hecho," señaló el cotidiano.
Xiao comentó que en China "han ocurrido cosas mucho peores que lo de Tiananmen", como la Revolución Cultural de fines de los años 60, "pero ninguna fue tan pública" como la masacre de 1989.
Estimó que en el país asiático hay "miles" de presos políticos, de los cuales sólo se conmocen los casos de 10 por ciento.
A su juicio, existe una cierta lógica en la votación de los países latinoamericanos en relación a China.
"Los más pequeños tienen relaciones comerciales con Taiwan, con lo cual ya son enemigos de Beijing. Cuando logran comerciar con China, se ven obligados a callarse" en materia de derechos humanos, afirmó.
China ejerce una influencia tal en el mercado mundial que un simple rumor acerca de sus intenciones comerciales puede provocar revuelo y alzas de precios. (FIN/IPS/cj/dg/7ip-hd/96)