CAMBOYA: Ciegos ven un futuro brillante en salones de masajes

Tat Pigah sintió el nudo en la espalda de su cliente y, con tacto seguro, masajeó los puntos sensibles haciendo presión con la punta de los dedos.

Cuando los músculos de la cliente a lo largo de la espina dorsal comenzaron a relajarse, Tat Pigah movió sus manos hacia las piernas y, en movimientos circulares con los pulgares, alivió la fatiga causada por otro día de trabajo.

Si bien en esta parte del mundo un cartel que dice "Salón de Masajes" sugiere otro tipo de sórdidos servicios, que nada tienen que ver con las técnicas del masaje profesional, el centro de "Manos Videntes", en Phnom Penh, mantiene una posición completamente distinta.

Además de ser altamente profesional, todas las masajistas, incluyendo Tat Pigah, son ciegas.

Establecido en 1993, "Manos Videntes" es el primer centro de su tipo en Camboya para la reabilitación y la provisión de un sustento digno a una parte de las miles de personas minusválidas del país, en su mayoría víctimas de casi dos décadas de guerra.

Aparte de los miles que fueron diezmados durante los bombardeos estadounidenses en Camboya en los años '70, muchos más fueron víctimas de la continuada violencia civil.

Mientras la inquietante situación de los damnificados por minas terrestres en el país -amputados y con miembros arrancados- ha sido bien documentada en los últimos años, es menos conocido que en la actualidad, según cifras oficiales, el número de ciegos es de 90.000 y esa cifra se considera muy conservadora.

Tat Pigah, o Gah, como se la conoce comúnmente, sufrió un ataque de sarampión cuando era una niña, en la época que el maoísta Khmer Rojo estuvo en el poder.

Debido a que la mayoría de los médicos fueron asesinados o enviados a trabajar al campo, por la política extremista del Khmer Rojo de erradicar a los intelectuales, la enfermedad de Gah no fué bien diagnosticada y perdió la vista.

La mayoría de los casos de ceguera en Camboya fueron provocados por una combinación particularmente difundida de carencia de vitamina A, conjuntivitis neonatal y sarampión.

Sin embargo, el trauma psicológico de la guerra, además de las heridas causadas por las minas terrestres, tambien puede provocar ceguera.

La perenne guerra civil con décadas de aislamiento internacional y falta de recursos dió como resultado una infraestructura pública paupérrima para ayudar a los minusválidos, dejandolos al cuidado de ciudadanos privados.

"En la actualidad, todo trabajador productivo en Camboya debe apoyar a otras 1,5 personas, un índice de dependencia que no existe en ninguna otra parte del mundo", apunto la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en un informe de 1995.

No obstante, datos del Banco Mundial y del Ministerio de Salud, indicaron que en 1995 solo el 0,7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIUB) de Camboya fué gastado en sanidad. Esto equivalió a solo el 4,2 por ciento del presupuesto anual del gobierno.

Mientras en los años '70 se registraron algunas prioridades de los servicios sanitarios para aliviar a los pobres mediante tratamientos básicos y cuidados esenciales, el colapso económico de los '80 hizo que los donantes "desviaran la ayuda a la salud hacia vastos programas de control de enfermedades", declaró Peter Annear, un académico de la universidad australiana de Deakin.

Y en los años '90, "la atención hacia servicios de salud privados, predominantemente curativos, ha emergido", añadió.

La aparición del centro de masajes "Manos Videntes" estuvo dirigida a contrarrestar, de alguna manera, la indiferencia gubernamental hacia los minusválidos.

Para Gah, representa un nuevo arrendamiento sobre la vida. "Nunca fuí a la escuela cuando era niña", contó. "Ahora no solo estoy estudiando inglés y Braille Khmer en el centro, sino tambien aprendo Shiatsu, el arte del masaje japonés".

Instalado por la organización católica Maryknoll en 1993, el centro es financiado por el Fondo Canadá y la Misión para Ciegos Christoffel, una entidad alemana que trabaja con no videntes.

La formación de los masajistas fue impartida por un camboyano, Sous Sothea, que viajó a Japón a comienzos de los años '70 para hacer un tratamiento médico porque estaba perdiendo la vista. Quedó completamente ciego en Japón y decidio graduarse en Shiatsu.

Sin ninguna infraestructura de apoyo ni información sobre la ceguera, el centro envía a sus propios operadores sobre el terreno, cinco días por semana, a las afueras de Phnom Penh para identificar gente con problemas oftalmológicos.

Entonces son llevados al centro para un diagnóstico posterior de médicos profesionales que tambien realizan operaciones a los ojos. Cientos de operaciones se realizan por año, segun Patty Lamothe, una instructora del centro.

El centro reivindica la necesidad que las masajistas sean autosuficientes. Las siete masajistas actuales tienen conocimientos suficientes de Shiatsu como para iniciar su propia actividad y, además, fueron instruídas en los negocios.

"Esperamos que aquellas que todavía trabajan aquí sean capaces de comenzar con sus propias empresas para que nuevos estudiantes tomen su lugar", dijo Lamothe.

Mientras el centro tuvo 50 clientes en su primer mes de vida, para enero de este año contaba con 700, sobre todo de la comunidad de expatriados. Lamothe predijo que "dada la popularidad del centro, tambien andará bien la apertura de filiales".

Con un promedio de ingresos de 80 dólares mensuales en un país donde los empleados gubernamentales solo ganan 20, el Centro Maryknol ha dado a sus estudiantes la oportunidad de tomar las riendas de sus propias vidas.

"En el futuro, además de masajista quiero ser cantante", dijo confidencialmente Gah. "Me gusta ser masajista porque puedo ayudar a la gente…"

Es una confianza que todavía está ausente en muchos minusválidos camboyanos, si bien la podrían recuperar con esfuerzos semejantes al de "Manos Videntes". (FIN/IPS/tra- en/tg/cpg/ego/cr-dv).

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