Maksim Stanisic se sintió como pez en el agua, rodeado por micrófonos y cámaras de televisión, cuando se metió de lleno en una cuestión que muchos serbios en Bosnia prefieren evitar: qué sucederá en el futuro.
Se movió vigorosamente, sonrió hacia las cámaras como lo hacen los políticos y pidió al mundo entero que escuche el mensaje desde su oficina, donde convocó a los periodistas.
"El acuerdo de Dayton frenó la guerra en la región. Pero estamos aquí para prevenir el sufrimiento y la humillación de los serbios en este territorio. Queremos que se les permita quedarse o regresar aquí. Nuestra organización asegurará que se les preserve la dignidad y la libertad", dijo.
Decenas de miles de serbios abandonaron los suburbios donde siempre vivieron desde que el mes pasado comenzó el proceso por el cual su antigua patria pasará al control de la Federación Croato- Musulmana contra la que muchos de ellos combatieron.
Lejos de abandonar la esperanza de un futuro social o político para los serbios en Bosnia-Herzegovina, Stanisic eligió salir lo mejor posible de esta situación deprimente.
Por eso, estableció contacto con las fuerzas occidentales que hoy supervisan el cumplimiento del tratado de paz y se puso al frente de la Iniciativa Democrática por los Serbios en Sarajevo, un comité ad-hoc que tiene el fin de proteger los derechos de su menguante distrito.
Este comité de vigilancia que no pertenece a partido alguno cuenta, por ahora, con unos pocos cientos de adhesiones.
Pero, según observadores occidentales, si tiene éxito en la misión que se impuso, podría convertirse en la semilla de un nuevo partido moderado en Sarajevo que podría obtener varios miles de votos en las elecciones a fines de este año.
El acuerdo de Dayton establece que los bosnios podrán votar en los lugares donde viven aunque no hayan estado mucho tiempo en ellos. Esto significa que los más de 120.000 serbios de Sarajevo o fuera de allí, en la República Srpska, podrían asegurar el futuro político de Stanisic.
"Estamos viendo el nacimiento de un partido embrionario, uno con el cual no tenemos inconvenientes en negociar", dijo Duncan Bullivant, vocero de Carl Bildt, uno de los negociadores del acuerdo de paz.
"Respaldamos cualquier iniciativa que contribuya con la democracia, los derechos humanos y la transparencia de la política, pero seguiremos asegurándonos que todo lo que emerga sea democrático y pluralista", agregó.
Stanisic siempre fue un negociador más moderado que los líderes serbiobosnios y nunca integró el Partido Democrático Serbio del presidente Radovan Karadzic.
Para Occidente, que observó sus intentos para que los serbios permanezcan en Sarajevo a pesar de la propaganda de los seguidores de Karadzic, este nuevo llamado de Stanisic cayó del cielo, pues quizás sea la última esperanza de mantener el equilibrio étnico en la ciudad.
Sarajevo, poblada antes de la guerra por casi 600.000 habitantes de los cuales más de 150.000 eran serbios, perdió lentamente la mayor parte de esta minoría tras 43 meses de guerra, y muchos temen que pierda para siempre el sabor multiétnico que la caracterizaba.
Por ello, organizaciones de asistencia y embajadas occidentales suministraron máquinas de fax, fotocopiadoras, computadoras, impresoras y líneas de teléfono a la Iniciativa.
"No importan cuáles son las ambiciones personales de Stanisic. El es hoy el único capaz de tender un puente entre el régimen serbiobosnio y la federación croatomusulmana", dijo un funcionario de la Organización de las Naciones Unidas.
Este funcionario público de carrera de 50 años de edad se dedicó a dar una voz a los serbios que quedan alrededor de Sarajevo. Algunos decidieron quedarse en sus hogares debido a la prédica de Stanisic.
Milojka Ivanovic, de 36 años, es uno de ellos, y ahora trabaja en la oficina de la Iniciativa.
"Quizás mi optimismo sea excesivo, pero tuve muchos amigos de 18 y 19 años que usaban pelo largo y sólo querían estar en una banda de rock cuando fueron asesinados. Y creo que los traicionaría si ahora me fuera de aquí", dijo Ivanovic.
"Hay buenas personas de ambos lados y tenemos que quedarnos para demostrarlo. Quiero hablar nuevamente con mis amigos de la federación, croatas y musulmanes. Sueño con tomar un café otra vez con ellos", agregó.
Desgraciadamente, la mayor parte de su trabajo queda en la nada. Algunos funcionarios locales advirtieron que trabajarían contra la permanencia de los serbios en los suburbios de Sarajevo, y muchos desmantelan fábricas y edificios públicos para que no caigan en manos de la federación.
Mientras Ivanovic intentaba que los médicos y otros profesionales permanecieran en los suburbios, los serbios continuaban abandonándolos. De los 70.000 que vivían allí, sólo quedan 20.000, y muchos sólo esperan la oportunidad para irse.
"¿Cómo evitarán que me lastimen cuando llegue la Federación? No confiamos en ellos. El acuerdo llegó demasiado tarde para nosotros", dijo Snezana Avdalovic, de 19 años, mientras cepilla su larga cabellera rubia en un café.
"Me lo pregunto cada mañana. Hay gente cuyas familias vivieron aquí por 300 años, bajo un imperio turco, otro austrohúngaro y dos guerras mundiales. Y se quedaron a pesar de eso. No creo que estemos hecho de un material tan liviano como para que ahora debamos volar", contestó Ivanovic. (FIN/IPS/tra- eng/kr/fn/mj/ip/96)