BANGLADESH: Prosigue el estancamiento político

Los militares de Bangladesh y los estados e instituciones cooperantes -las dos fuerzas que realmente gobiernan el país, según se dice- parecen inquietos por el actual estancamiento político.

Aun los bengalíes liberales que hace cuatro años apoyaron el derrocamiento del gobierno militar para dar lugar a una democracia multipartidaria hoy parecen dudar si hicieron lo correcto.

Durante gran parte de los últimos dos años, Bangladesh estuvo paralizado debido a una disputa entre el gobierno y el principal partido opositor que desilusionó a la ciudadanía respecto de la democracia y arruinó los difíciles logros económicos.

El partido de gobierno ignoró las protestas y huelgas convocadas por la oposición y realizó las elecciones generales el 15 de febrero, como estaba previsto. Los comicios fueron boicoteados por la oposición, y sólo participó 15 por ciento del electorado.

El partido de gobierno, como consecuencia, obtuvo la mayoría de los escaños parlamentarios. Tal como estaba previsto, las elecciones no pusieron fin a la parálisis política, y los bengalíes se preparan para resistir más trastornos.

Ahora, la opositora Liga Awami desea nuevas elecciones bajo un gobierno provisional neutral, mientras el gobernante Partido Nacionalista de Bangladesh (PNB) afirma que no hay ninguna razón para ello.

Hasta hace dos años, los indicadores macroeconómicos de Bangladesh eran unos de los mejores de Asia meridional: la tasa de inflación era casi nula, las reservas de divisas enormes y la inversión floreciente. Hoy, en cambio, el país está recuperando su imagen de caso desahuciado.

En el centro de la crisis se encuentra la disputa entre la primera ministra Khaleda Zia, líder del PNB, y Sheikh Hasina Wajed, líder de la Liga Awami.

Khaleda es la viuda del presidente Zia-ur Rahman, un general que fue asesinado en 1982. Hasina es hija del "fundador de la patria" Sheikh Mujibur Rahman, quien fue asesinado junto con la mayor parte de su familia en un golpe de Estado en 1973.

Hasina acusa al esposo de Khaleda de ser el autor intelectual de aquella masacre. Tan arraigada está la desconfianza entre ambas que todos los esfuerzos de los más poderosos líderes comerciales y aun mediadores extranjeros por lograr un compromiso han fracasado.

Sir Ninian Stephen, representante de la Secretaría General de la Comunidad Británica de Naciones, intentó infructuosamente lograr un acuerdo el año pasado. La semana pasada, los esfuerzos del enviado del Departamento de Estado de Estados Unidos, Bill Richardson, corrieron la misma suerte.

Khaleda anunció el domingo en cadena nacional de televisión que se establecería un gobierno "no partidario" para realizar nuevas elecciones, pero Hasina continúa con su agitación, exigiendo la renuncia de Khaleda.

La oposición convocó un movimiento "indefinido" de no cooperación a partir del 9 de marzo. Hasta el momento, sus intentos de hacer caer al PNB por medio de manifestaciones callejeras no han tenido éxito.

El PNB cuenta con una gran base popular y Khaleda es una mujer fuerte. Como viuda de un presidente y del más destacado héroe de la guerra de liberación, posee amigos en el lugar correcto, incluso en el todopoderoso ejército.

Pero el hecho de ser la hija de Sheikh Mujibur ayuda a Hasina, y la paridad de la fuerza de ambas rivales prolonga la lucha.

Dos entidades políticas que pesan fuertemente en Bangladesh son la comunidad donante y el ejército. Este ya intervino en el gobierno dos veces y podría hacerlo nuevamente, aunque en los últimos tiempos ha tratado de mantenerse al margen de la política.

Los militares bengalíes están demasiado ocupados sacando provecho de sus operaciones internacionales de pacificación, y no parecen desear exponerse a más críticas de los donantes y activistas de los derechos humanos involucrándose en la política nuevamente.

Mientras, los países e instituciones cooperantes, que aportan 65 por ciento del presupuesto nacional y han apoyado a Khaleda por sus políticas favorables al libre mercado, ya comenzaron a expresar sus recelos. La evaluación de los donantes correspondiente a 1995 criticó los resultados económicos del gobierno.

En las semanas siguientes a los comicios, el gobierno del PNB ha acorralado a numerosos líderes de la oposición, pero por ahora la mayoría de los bengalíes están tan cansados de las disputas políticas que simplemente quieren seguir adelante con sus vidas.

Las elecciones generales no demostraron ningún aumento o caída significativos en la popularidad de cualesquiera de las líderes.

Tanto el PNB como la Liga Awami poseen sectores extremistas. Participar o no de una huelga no es una cuestión de elección, porque aquéllos que no las acatan son a menudo golpeados por activistas.

Por otra parte, cuando opositores de la Universidad de Dhaka planeaban realizar una manifestación en contra de Khaleda, la primera ministra envió cientos de policías y paramilitares que atacaron brutalmente a estudiantes y activistas sólo para desalentar sus planes. Funcionó.

La cuestión ahora es si la Liga Awami aceptará la propuesta del PNB para formar un gobierno provisional no partidario, pero dada la rígida postura de ambas partes, eso es improbable. Como consecuencia, los bengalíes comunes sufrirán más cierres de empresas, más violencia y una economía cada vez más deteriorada. (FIN/IPS/tra-en/ac/kd/ml/ip/96)

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