La derrota del Partido Laborista en las elecciones en Australia amenaza con generar un retroceso en los esfuerzos por establecer armonía racial, pues candidatos opuestos a los derechos de los aborígenes ocuparán bancas parlamentarias.
Dirigentes indígenas expresaron su alarma porque triunfaron muchos candidatos que durante la campaña electoral efectuaron comentarios racistas, especialmente en los territorios de Queensland y Australia Oriental.
Una banca por el distrito de Oxley, otrora bastión laborista en la ciudad de Brisbane, fue conquistado por la independiente Pauline Hanson, quien había perdido el respaldo del Partido Liberal del primer ministro electo John Howard por sus críticas a los gastos del gobierno de asistencia a los aborígenes.
Virtualmente desconocida antes de las elecciones, Hanson obtuvo notoriedad debido a estas declaraciones, obtuvo 23 por ciento de los votos del distrito y conquistó una banca que los laboristas mantuvieron durante 35 años.
La candidata se quejó por la, según ella, inusitada atención que se presta en Australia a las muertes de nativos presos. Además, afirmó que los indígenas éstos obtenían empleo con "demasiada fácilidad".
El ex senador liberal por Queensland Neville Bonner, el único aborigen que llegó al parlamento federal y que actualmente vive en Oxley, dijo que el resultado electoral no le sorprendió, aunque lo desilusionó.
"Conocemos el racismo que existe aquí porque luchamos contra él todos los días de nuestras vidas", dijo Bonner. Alrededor de dos por ciento del electorado de Oxley es nativo de Australia.
El presidente del Partido Laborista, Barry Jones, se manifestó preocupado por el giro en las preferencias de los votantes a favor de candidatos que emitieron opiniones racistas.
"Esto significa que la batalla por la tolerancia racial aún no ha sido ganada. Creíamos que ya habíamos triunfado, y este error fue muy trágico", dijo Jones al periódico Australian.
Cuando el laborista Paul Keating asumió como primer ministro a fines de 1991, se mostró decidido a cambiar la cara de Australia dentro del país y en el extranjero. En ese sentido, se comprometió a convertirlo en una república y compensar pasadas injusticias cometidas contra los aborígenes.
Los pueblos nativos obtuvieron derecho al voto y fueron registrados en un censo por primera vez recién en 1967. Una "embajada" de los pueblos aborígenes se instaló en una carpa en Canberra, sede del parlamento, como manifestación de una identidad política que emergía.
La lucha de los indígenas por la autodeterminación tropezó con la colonización y un arraigado racismo. El número de aborígenes encarcelados es alarmantemente desproporcionado respecto de la población blanca.
Un estudio demostró recientemente que los jóvenes australianos nativos tienen 19 veces más probabilidades de ser recluidos en centros de detención que los de origen europeo.
Keating condenó en 1992 las injusticias cometidas por los colonos blancos y llamó a la reconciliación entre la Australia negra y la blanca, en un discurso que pronunció en ocasión del Año Internacional de los Pueblos Indígenas.
"La reconciliación comienza con el acto de reconocimiento de que nosotros (los australianos blancos) los despojamos, les trajimos las enfermedades y el alcohol, cometimos asesinatos, quitamos a los hijos de brazos de sus madres y practicamos la discriminación y la exclusión", dijo entonces.
"Eso fue nuestra ignorancia, nuestro prejuicio y nuestro fracaso", agregó Keating.
El activista aborigen Lyall Munro afirmó que "si alguien sufrirá el cambio de gobierno, ése será el pueblo nativo".
Bob Burgess y Bob Katter, candidatos del Partido Nacional en Queensland que aumentaron su votación respecto de comicios anteriores, efectuaron comentarios peyorativos hacia los inmigrantes y también criticaron, al igual que Hanson, los gastos en asistencia a los aborígenes.
El diputado de Australia Oriental Graeme Campbell, quien fue expulsado del Partido Laborista por supuestos vínculos con grupos racistas, recuperó su banca cómodamente. "Hay un gran mar de fondo (entre los laboristas), enfermos hasta los dientes de 'corrección política"', dijo después de los comicios.
Munro acotó que estos candidatos no surgieron de la nada. "Katter estuvo haciendo este tipo de declaraciones durante muchos años", explicó.
Los analistas sostienen que los esfuerzos de Keating para remedar las injusticias relacionadas con los derechos de propiedad de la tierra y la autodeterminación de los aborígenes contribuyeron a su derrota electoral.
"Me gustaría decir que los australianos se fijan cómo el gobierno trata a los nativos antes de votar, pero en su mayoría sufragan de acuerdo a sus propios intereses, que rara vez coinciden con los de los indígenas", afirmó la activista, académica y escritora nativa Roberta Sykes.
"Keating es muy sincero, pero estaba rodeado de hombres de poco fiar", agregó.
La hoy legisladora Hanson se mantendrá independiente, y advirtió que el nuevo gobierno de sus antiguos correligionarios liberales no podrá ignorar "lo que la gente piensa sobre las cuestiones indígenas".
La senadora laborista por Queensland Margaret Reynolds, veterana defensora de los derechos de los aborígenes, dijo que los resultados de la elección dejaron al descubierto "mitos que no fueron adecuadamente refutados sobre lo bien que supuestamente son tratados los aborígenes". (FIN/IPS/tra-en/lt/ks/lnh/ip pr/96)