Antes que el sol haya asomado sobre los picos de las montañas de Nepal, Sita Karki ya acarreó agua desde la aldea situada a un kilómetro y medio de su casa, cocinó arroz, quitó el estiércol del establo y ordeñó la vaca.
La mujer es la primera en despertarse y la última en ir a la cama, exhausta despues de un día de incesante trajín durante el cual tambien atiende a sus hijos, una niña pequeña y un varón.
La historia de Karki es igual a la de todas las mujeres de los países asiáticos en desarrollo. Cada día deben sudar tinta y, raramente, por no decir jamás, pueden esperar ayuda de los hombres en un ambiente aferrado a tradiciones de supremacía masculina.
A cuatro años del nuevo siglo, existen decenas de millones de mujeres a las que se ha negado igualdad de derechos a pesar de que sus gobiernos electos han jurado respetar las garantías constitucionales en favor de los derechos del género.
En el caso de Nepal, su constitución asegura los mismos derechos para hombres y mujeres. Sin embargo, la ley nepalí dispone que una mujer solo puede heredar la propiedad de su padre si tiene 35 años de edad y es soltera.
"La democracia nepalí se quedó a mitad de camino porque en la práctica no mejoró la situación de la mujer", sentenció Sahana Pradhan, una de las pocas parlamentarias nepalíes durante, una reunión de activistas campesinas de Asia realizada en Kathmandú.
Estuvieron presentes mujeres procedentes de Vietnam, India, Camboya, Indonesia, Bangladesh, Tailandia, Japón y Sri Lanka.
Las activistas hablaron del efecto sobre las mujeres de técnicas rurales obsoletas, los ajustes estructurales dictados por el Fondo Monetario Internacional (FMI), la domesticidad patriarcal, la escalada del fanatismo religioso y los conflictos étnicos.
En Camboya, dos décadas de guerra han causado un severo desnivel demográfico y de la fuerza laboral. Hay más mujeres que hombres y encabezan casi el 25 por ciento de las familias. Sin embargo, el cambio de amas de casa a generadoras de ingresos ha sido duro, con un gobierno concentrado en construir una industria.
Young Vin, del Centro Voz de Mujeres Khmer, basado en Phnom Penh, dijo que la situación actual "se debe a la pobreza, bajos niveles de educación, salud deficiente y falta de servicios sociales".
Las sombrías perspectivas en el sector rural camboyano está empujando cada vez más a las mujeres hacia los centros urbanos como camareras en restaurantes, clubes nocturnos y bares, muchas se ven forzadas a la prostitución y, por lo general, habitan en escuálidas barriadas periféricas.
"Mientras el pasaje de una economía centralizada a la de libre mercado ha causado muchos cambios en el país, esas transformaciones no han mejorado las condiciones de vida de la mayoría de las mujeres camboyanas", declaró Young Vin.
El fenómeno de la emigración en gran escala desde la campaña es común en los países en desarrollo.
Dulci De Silva, de Sri Lanka, apuntó que "muchas mujeres salen a trabajar para suplementar el ingreso familiar, para traer un poco de bienestar al hogar. Al final, solo el dos por ciento se beneficia porque el resto debe lidiar con hogares destruídos y el derrumbe de la institución familiar. Irónicamente, son despreciadas por la sociedad y acosadas en sus puestos de trabajo".
Solo el tres por ciento de los srilankeses rurales tienen un ingreso de 100 dólares mensuales. Para la gran mayoría, es una existencia paupérrima. Además, la guerra civil en el norte de la isla, que comenzó en 1983, ha matado a tantos hombres que las viudas se ven obligadas a tomar cualquier trabajo para subsistir.
La reunión de Kathmandú, del 4 al 7 de marzo, fué la tercera conferencia del Foro de Mujeres Campesinas de Asia que se inició en Japón. El capítulo asiático es parte del Foro de Trabajadores del PP21 (Plan Popular para el siglo 21), un movimiento internacional que desea reforzar el papel de la sociedad civil con buenos gobiernos y desarrollo sostenible.
En la experiencia surasiática, el pasaje agrícola de una producción cerealera para consumo individual a cosechas destinadas al mercado, ha afectado el bienestar de las mujeres campesinas, afirmaron delegadas de la región.
En granjas de India, en lugar de plantar el grano para los campesinos, grandes corporaciones cultivan flores destinadas a Italia, así como verduras y hongos para su venta en el Golfo.
Como resultado, los campesinos sin tierra aumentaron y las pequeñas granjas ya no resultan rentables porque sus dueños no pueden comprar costosos insumos, como fertilizantes, para aumentar la producción.
Por su parte, la activista tailandesa Heny Prabaningrum declaró que "la sustitución del polvo por la píldora (fertilizante) ha duplicado el trabajo de las mujeres. Antes solo debían esparcir el polvo…, ahora deben afanarse el doble".
La dependencia de insumos costosos como los fertilizantes tambien generó trabajo adicional para las mujeres que deben caminar durante días para traer a sus casas pesados sacos de sustancias químicas del depósito más cercano.
Las activistas que deliberaron en Kathmandú dijeron que no tenían fé en grupos regionales como la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y la Asociacion Surasiática de Cooperación Regional (ASACR) para proteger los intereses de la agricultura doméstica.
"La naturaleza de las organizaciones hace que estén creando un régimen para dar la bienvenida a transnacionales y competir, en lugar de brindar mejores perspectivas", declararon. (FIN/IPS/tra- en/rl/an/ego/if).
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