Samuel Moyo tomó un respiro en medio del espectáculo de danza y teatro del que participaba en un centro comercial de Harare.
"Nunca tuve expectativas de convertirme en un artista de tiempo completo. Pero no encontré nada que hacer y el teatro se convirtió en una alternativa", dijo Moyo, quien pasó cinco años buscando infructuosamente un empleo.
Para enfrentar el creciente costo de vida y una desocupación de 40 por ciento, creó junto a otros nueve jóvenes el grupo de danza y teatro "Vultures", el mismo que en ese momento se enfrentaba a un pequeño grupo de vendedores.
"El baile, al menos, me permite comprar algo de comida. Hay gente con un título universitario que no consigue trabajo. ¿Qué me espera a mí, entonces?", se preguntó Moyo. Gracias a las representaciones callejeras, gana unos once dólares al mes.
El director de la Asociación de Teatro Comunitario de Zimbabwe (ZACT), Ngugi Wa Miri, dijo que la actuación se convirtió en el salvavidas de cientos de jóvenes de familias pobres que viven en áreas sobrepobladas. "Unos 50 grupos de alrededor de 300 integrantes cada uno surgen año a año", explicó.
La Asociación se fundó en 1990 para crear empleos en una economía que sólo puede ofrecer 30.000 empleos a los 300.000 jóvenes que terminan la escuela cada año. "Estos chicos no obtienen empleo ni pueden pagarse estudios de nivel superior", dijo Wa Miri.
El creciente interés de los jóvenes en el teatro también se atribuye al éxito internacional de grupos como Black Umfolosi, que está construyendo su propio centro de artes en Makokoba, uno de los barrios más poblados de Bulawayo, la segunda ciudad del país. Otro artista aclamado es el bailarín Amakhose Sanduza.
"Los jóvenes leen todas las notas que se publican sobre Black Umfolosi o sobre por qué Sanduza es mejor bailarín que Michael Jackson. Además, cuando vienen artistas del extranjero con ropa nueva y esto y lo otro, los muchachos quieren imitarlos", dijo Albert Nyathi, poeta y bailarín tradicional.
Cientos de grupos eclosionaron en Bulawayo para bailar "imbube", danza originaria de Sudáfrica ampliamente popular. Los elencos de teatro introdujeron el "imbube" en sus obras para ampliar su público.
Crispen Chifamba cree que el teatro es una puerta abierta que lo condujo a una nueva vida. "No creía que podría vivir de la actuación. Podía haberme quedado en casa tomando cerveza todo el día", dijo.
"Un día, un amigo me propuso fundar un club de teatro, como muchos otros que aparecieron. Al principio era para pasar el rato, pero ahora quiero seguir con esto. Comenzamos a representar obras en escuelas y fiestas de casamiento, y estamos ganando algún dinero", afirmó.
Pero no todo ha sido un lecho de rosas para los jóvenes que se sumergen en el mundo del arte, pues se enfrentan a actitudes negativas del resto de la sociedad y a pobres remuneraciones.
La familia de Banda, un muchacho que se identificó sólo con su nombre de pila, se mostró desilusionada con su decisión de convertirse en artista.
"Mis padres me recuerdan que tengo un título en Sociología y dicen que soy demasiado inteligente como para malgastar mi tiempo escribiendo obras de teatro. Pero no se dan cuenta que se puede vivir del arte", dijo.
Un grupo de actores que integraba Banda obtuvo tres dólares después de representar una obra durante una semana en un festival artístico regional.
"Era una miseria. Algunos compañeros ni siquiera estaban dispuestos a recibir la paga. Pero todavía sigo haciendo teatro porque me satisface… Obviamente, no por el dinero", sostuvo.
Wa Miri opinó que "el problema principal radica en los padres que desalientan a sus hijos porque no ganarán dinero".
"A la mayoría de los jóvenes se les permite dedicarse al teatro porque es menos malo que la prostitución o el robo", acotó.
Pero los artistas no pierden las esperanzas.
"Algún día obtendremos patrocinio y podremos continuar con nuestro trabajo. Ahora planeamos una gira por las principales ciudades y pueblos del país y pensamos ahorrar dinero para grabar un disco", dijo Moyo.
Wa Miri comparte ese optimismo. "Tenemos el talento, y la evidencia es la cantidad de grupos que triunfan en el mundo. Con mejores incentivos, el cielo es el límite", afirmó. (FIN/IPS/tra- en/pr/hvdb/mj/cr/96)