La economía argentina muestra síntomas de reactivación que entusiasman al gobierno, pero la mayoría de los analistas consideran que es temprano aún para anunciar la finalización del ciclo recesivo, sobretodo cuando gana terreno cierta incertidumbre política.
Jaqueado por la persecusión judicial de algunos de sus más cercanos colaboradores, el ministro de Economía Domingo Cavallo insiste en que el producto interno bruto este año subirá cinco por ciento, lo que implicaría apenas recuperar lo perdido en 1995 en esa misma proporción.
Sin embargo, en los últimos días los observadores más optimistas vaticinaron que el crecimiento no será superior a 3,5 por ciento y no faltaron quienes pronosticaron 1,5 por ciento (la revista The Economist) o dos (el consultor de empresas Miguel Angel Broda).
En comparación con los desvastadores efectos que tuvo para la economía nacional la crisis mexicana durante 1995, se puede interpretar que aun en el caso de un crecimiento leve los indicadores están levantando vuelo. No obstante esas subas, la depresión persiste.
En general, todos coinciden en explicar la lenta recuperación por la debilidad de la demanda interna. Así como entre 1991 y 1994 fue el paraíso del consumo después de varios años de hiperinflación, ahora parece haber comenzado la era del ahorro, la cautela y el temor al endeudamiento.
Los salarios se mantienen bajos y algunos decrecen. La tasa de desempleo de 18,6 por ciento representa una amenaza incluso para quienes conservan su puesto de trabajo. La presión impositiva, necesaria para el gobierno, es una camisa de fuerza tanto para la producción como para el consumo.
Los datos que manifiestan la persistencia de un clima recesivo se conocieron la semana pasada. La tasa de inflación de febrero tuvo signo negativo, menos tres por ciento, debido a la caída del consumo que sigue en picada.
La recaudación tributaria creció respecto de febrero de 1995, pero el mérito no lo tuvo una mayor actividad sino el incremento en tres puntos del impuesto al valor agregado, cuya alícuota pasó de 18 a 21 por ciento.
Los bancos aumentan la oferta de crédito, pero con una tasa anual de entre 12 y 16 por ciento tanto las empresas como los particulares prefieren abstenerse.
"Es demasiado pronto para afirmar que la reactivación argentina comenzó", sostuvo Francis Freisinger, editor para América Latina de The Economist, que celebró un seminario en Buenos Aires la semana pasada.
"La producción industrial continúa cayendo, pero hubo algunas señales leves de aumento en las ventas. Creemos que puede haber una estabilización en los próximos meses, pero es demasiado temprano para decir que la recesión terminó. Nadie puede estar tan seguro de eso", destacó.
En este marco, las desinteligencias explícitas o silenciosas entre el presidente Carlos Menem y su ministro de Economía, no pasan desapercibidas sino que horadan aún más la confianza de los inversores.
La semana pasada, la decisión de Menem de relevar de la conducción del correo estatal al confidente de Cavallo, Haroldo Grisanti, fue interpretado por todos los medios periodísticos como un intento de quitar poder al ministro.
El viernes la bolsa cerró con una caída de casi cuatro por ciento. Es cierto que el alza en las tasas de interés de Estados Unidos provocó una baja generalizada en la región, pero los bonos Brady cayeron aquí el doble que en México y 50 por ciento más que en Brasil.
Este domingo, Menem se ocupó de salir al cruce de un posible cambio de ministro, pero nadie niega que la semana que comenzó este lunes será difícil para otros hombres del entorno de Cavallo que enfrentan causas judiciales que se caracterizan por la celeridad en las tramitaciones.
Grisanti se fue del Correo porque está procesado por la justicia. El ahora ex funcionario había intentado con Cavallo enfrentarse al poder de las "mafias" dentro del correo, según había denunciado el ministro el año pasado.
En estos días será el turno de presentarse ante la justicia del renunciante presidente del Banco Nación Aldo Dadone y el vice Hugo Gaggero, actual jefe de la Dirección General Impositiva.
Ambos están siendo investigados por una licitación en la que se benefició a la estadounidense IBM, a cambio de un sobreprecio de 600 millones de dólares de destino desconocido.
Pero por el momento, el ministro que muchas veces reaccionó con furia a las sospechas de corrupción de hombres de su entorno, mantiene silencio ahora y sigue concentrado en la tarea de reimpulsar el crecimiento económico contra todo escepticismo que se le interponga en su camino. (FIN/IPS/mv/dg/if-ip/96)